Desde que cumplió 60, viaja por Sudamérica y registra sus viajes en las redes sociales. Es la protagonista de Mechando Rutas, una historia para animarse a lo desconocido.
-¿Cómo empezaste, cómo te convertiste en rodantera?
-De chica, mis padres tenían una casa rodante, como se decía antes de motorhome. Yo cumplía 60 y en mi 59 empecé a programar lo que estaba estipulado, la gran fiesta. Me senté, pensé, hice lista y de golpe digo: “pero si a mí esto no me gusta, yo no quiero una fiesta, yo quiero otra cosa”. Y mis hijos me dicen, “viejita, ¿y qué querés?” Y ahí salió de la manga el sueño ese que uno tiene guardadito porque no lo puede cumplir. “Yo quiero comprarme una casa rodante y viajar por todo mi país”, les dije. “¿Y qué esperás?”, dijeron. Me levanté y manos a la obra. Así me convertí, no sé si en rodantera, pero sí en una viajera en una casa rodante.
-¿Cuánto hace que sos “rodantera”?
-¿Sabés qué? Yo no me considero una rodantera, me considero una viajera. Porque hoy es casa rodante, mañana es avión, si tengo que ir en carpa, en un carrito, en un tráiler. Lo mío es viajar y viajar sobre todo son experiencias con la gente, momentos, todo lo que voy juntando y enriqueciéndome. Es muchísimo lo que te da el abrirte en un viaje a conocer y dejar que la gente sea parte de tu vida.
¿Cómo planificás una aventura?
-Creo que la aventura no la planifico. Pienso un viaje y la aventura sale sola, los destinos salen solos. Mirá lo que me pasa, estoy en Ushuaia ya para volver y de pronto me dice un guía que me llevó en una lancha: “tenés que conocer Puerto Almanza”. Ahí ya está, al otro día, voy a Puerto Almanza y de Puerto Almanza me recomiendan otro lado. Entonces el viaje lo hace el momento.
-¿Cómo armaste el móvil? ¿Qué modelo es?
-Tenía muy en claro la marca de camioneta que quería tener porque a mí me daba mucha seguridad esa marca, y que fuera cero kilómetro. Armar una casa en un cero kilómetro me da mucha más seguridad en la ruta. Se formó como un proyecto familiar, porque como era pandemia estábamos casi todos viviendo juntos, mis tres hijos y yo. Entonces todos empezaron a aportar. Una de mis hijas, que es arquitecta, me dijo que necesitaba un baño grande y lo diseñó.
-¿Buscaste mucho?
-Sí, en muchos lugares donde se armaban casas rodantes. En todas me aconsejaban ponerle cuatro o cinco camas, y yo decía que no, porque quería viajar sola. Hasta que llegué a uno que me presentó un proyecto para viajar sola. Mi hija Maite me empezó a ayudar. Mi hijo, fierrero, empezó a darme otras recomendaciones específicas. La otra, que es diseñadora, me dijo que necesitaba tener Instagram. Los chicos decían que como es una Mercedes, que se llame Mecha, y yo no quería. Entonces, le digo, ¿qué voy a hacer yo? Voy a ir mechando rutas. Un día una cosa, otro día otra, voy a ir cambiando y así surgió Mechando Rutas. Mi hija hizo el logo, le puso la pegatina, lo mandó a hacer, me hizo un Instagram, después me hizo YouTube y TikTok, y se hizo una bola impresionante. Me acercó muchísimo a la gente, porque Mechando Rutas me ha dado muchas alegrías.
¿Qué le recomendarías a otras personas que no se animan?
-Es algo que le digo siempre a mis hijos: en la vida solamente hay que animarse, nos vamos a arrepentir de lo que no nos animamos a hacer. Aparte siempre se puede volver atrás, siempre te podés bajar del tren, siempre te podés bajar del proyecto, pero para arrepentirte te tenés que subir.
-¿Qué hacías antes de viajar así?
-¿Antes o después de la casa rodante? En mis veranos trabajo, soy comerciante de Villa Gesell, o sea que vivo del turismo y siempre traté de ser fiel a lo que me gusta y de animarme a un montón de cosas. He viajado mucho, no siempre en casa rodante, lo he hecho en auto, he ido en carpa, he caminado, he cruzado la cordillera caminando, hice Machu Picchu caminando cinco días. Trato de vivir y de agradecer todo lo que tengo. Lo poco, lo mucho, siempre es bienvenido.
¿Qué esperas para el 2025 en viajes y destinos?
-La vida me regala algo maravilloso, un sueño: ser abuela por primera vez. Así que después de marzo, cuando termine de trabajar, me voy a instalar tres meses en San Martín de los Andes para ayudar a mi hija, acompañarla en la llegada de mi primera nieta. Después tengo otra hija que vive del otro lado del charco. Me voy a ir tres meses a verla porque si no, pasan años que no nos vemos. La casita va a tener que esperar, pero nunca programo mucho. Y viajar voy a viajar siempre porque es mi pasión.
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