Fabiana León está dispuesta a avanzar con la acusación a Cristina Kirchner en el juicio oral y no repara en las denuncias de los empresarios. Una figura nada imparcial.
Para Fabiana León -quien acusará a Cristina Fernández de Kirchner y al resto de los imputados cuando se realice el juicio oral-, no hubo aprietes, ni extorsiones, ni tormentos psicológicos para que los empresarios cantaran hasta la Marsellesa en lunfardo con tal de no quedar detenidos.
Sobre la prueba documental que presentó Rovella, la fiscal destacó “la intrascendencia probatoria o procesal del depósito de un documento por ante el escribano, pues amén de sólo certificar una fecha y una acción, ello nada dice ni prueba sobre la ‘coacción psicológica’ que alega haber sentido ante aquella citación”.
“Aquí, lo relevante pasa por determinar (…) la concurrencia de algún medio o signo ilícito de imposición u obligación a declarar de una determinada manera, con independencia de si ésta debía tratarse de un reconocimiento o no. Y la respuesta es negativa; pues no constan -más allá de su subjetiva percepción- hechos concretos o específicos que denoten que se haya defendido -como dice- bajo ‘tormentos’, o incluso mediando una imposición”.
León será la fiscal de la Causa Cuadernos pese a una situación que bien podría ser interpretada como de “enemistad manifiesta” con una de las principales imputadas, justamente la ex presidenta Cristina Kirchner. Cuando las anotaciones del chofer Oscar Centeno no existían, la ex mandataria habló de Fabiana León en la Asamblea Legislativa de 2015. La mencionó aludiendo a un artículo del diario Clarín que se titulaba “Designan fiscal a la pareja del operador K en la Magistratura”. En efecto, León –nombrada fiscal en 2012 por CFK ante los tribunales orales federales porteños- era pareja del abogado Hernán Ordiales, representante del gobierno en el Consejo de la Magistratura.
Pero de K tuvo poco. Antes que fiscal, fue defensora oficial y asistió, entre otros, al ex juez mendocino Otilio Romano durante el juicio político en que fue destituido. Romano era fiscal durante la dictadura, fue condenado a perpetua por crímenes de lesa humanidad y murió en marzo del año pasado, poco antes de cumplir 80 años.
León también defendió a los ex senadores Augusto Alasino, Alberto Tell y Remo Costanzo en la causa por los supuestos sobornos en el Senado para aprobar una ley de reforma laboral (la “Ley Banelco”) durante el gobierno de Fernando De la Rúa. Pese a que el hombre que pagó los sobornos fungió como arrepentido antes que existiera la ley y reconoció esos pagos ilegales, el tribunal no le creyó y todos los imputados resultaron absueltos. La doble vara en el Poder Judicial no es una novedad reciente.
Cuando murió el fiscal Alberto Nisman, Fabiana León fue de las primeras en abonar la teoría del homicidio y, de hecho, convocó a la denominada “marcha de los paraguas” del 18 de febrero de 2015 que instaló, a contramano de lo que decía (y dice) el expediente, que el fiscal había sido asesinado. Nisman había denunciado por encubrimiento a Cristina Kirchner.
En la Asamblea Legislativa, la entonces presidenta le respondió (una vez más) a Clarín: “¿Saben quién es esta fiscal? Es una de las principales organizadoras de la marcha del 18F. Fíjense, pero no salió en ninguna parte ahora. Sale cuando acá era pareja de un operador K. (…) ¿Y qué nos dice la fiscal Fabiana León, que para Clarín la habían designado porque era la pareja del operador K en la Magistratura?, ¿qué nos dice hoy en su Facebook? 28 de enero: ‘en estos años de desasosiego laboral que vengo viviendo, he podido anticipar muchísimas graves circunstancias, lo que jamás imaginé fue que estaría concurriendo a las exequias de un compañero. Mi país me duele mucho, me duele en el alma, me duele como hace muchísimos años no me dolía, me duele para peor. Me gustaría que la señora Presidenta…’, bueno, empieza a pedirme cosas”.
En cualquier otro escenario y con otros personajes, aquel episodio sería suficiente para la excusación o recusación de la fiscal. No ocurrió; acaso León esté pensando que cuando se haga el juicio por la Causa Cuadernos tendrá su oportunidad de estrellato, como la tuvo su colega Diego Luciani en la Causa Vialidad, en la que Cristina Kirchner terminó condenada en primera instancia.
La fiscal pareció enojarse con el empresario Rovella y con los otros que se plegaron a su reclamo y también denunciaron presiones por parte del difunto Claudio Bonadio para admitir delitos (que hoy no reconocen) a cambio de no ir a parar a una celda de dos por tres, con letrina y catre de cemento.
“No existió lesión alguna al derecho de defensa en juicio. Y ello se plasma en su propio acto de defensa material. (…) Nuestro sistema de justicia se rige por los principios de la ética y de buena fe en el pleito. Nadie puede variar de comportamiento injustificadamente, ni mucho menos oponer o contradecir actos propios anteriores con acciones oportunistas, volubles y/o sorpresivas, que afecten la confianza depositada en el acto jurídico. La ley y la jurisprudencia se expresan claramente contra este tipo de comportamiento especulativos y/o tramposos que procuran evitar o volver sobre las consecuencias de actos o manifestaciones propias de las partes”.
En ese contexto, añadió: “un punto es claro: la imputación y el contexto en el que sucedieron las maniobras es lo que define el tema. (…) Hago hincapié en ello, porque cada una de esas imputaciones gira en torno a la premisa que existió una organización criminal, extendida ampliamente en lo temporal y bajo un programa o protección político-empresarial. Y toda esa maniobra provino desde las más altas y variadas esferas de poder de la época en que fue prestada, involucrados -mucho de ellos-en similar propósito”.
El Tribunal Oral Federal siete debe resolver en los próximos días sobre el planteo de Rovella. Todo indica que lo rechazará, en sintonía con el dictamen de León. En todo caso, invitará a que esas cuestiones se discutan durante el debate, con todos -empresarios y ex funcionarios- sentados en el banquillo de los acusados.
Hacia allí apunta la fiscal, quien –de paso- esbozó una suerte de reivindicación post mortem del juez Bonadio. Y anticipó que no es necesario el desarrollo del juicio ni la valoración de las pruebas: acusará, pedirá pena.
Como acuñó el escritor francés Pierre Choderlos de Laclos, en Las amistades peligrosas, a finales del 1700: «La venganza es un plato que se sirve frío».
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