El pintor, que estuvo detenido por el femicidio, declaró en la causa y apuntó contra el abogado del viudo y el comisario que llevó la investigación.
Al declarar como testigo en la 15a.audiencia del juicio por jurados que se realiza en la ciudad cordobesa de Río Cuarto, Zárate sostuvo que “los policías y (el abogado Daniel) Lacase fueron los que me armaron la causa para que me metan preso», y vinculó ese entramado a los efectivos que dependían del comisario Rafael Sosa.
Zárate, quien realizaba tareas de pinturas en la casa del barrio Villa Golf de la víctima en la fecha del crimen, ratificó que presenció un altercado entre la víctima y su marido días antes del asesinato. Según dijo ante el jurado popular y el tribunal técnico de enjuiciamiento, Macarrón (62) le gritó a su esposa «todo esta se va a acabar», tras una discusión de pareja.
El fiscal Julio Rivero le preguntó si conocía el motivo de la discusión, a lo que Zárate respondió: «No sé bien. Creo que se querían separar o algo así. Ella le reclamaba algo y él le decía que todo esto se iba a acabar».
El testimonio del bautizado «Perejil» motivó una nueva intervención del propio médico traumatólogo Macarrón, quien nuevamente solicitó al tribunal ampliar su indagatoria para responderle a Zárate.
«Es un embustero total», dijo Macarrón, quien agregó que «nunca existió una discusión entre mi mujer y yo». Zarate fue detenido en febrero de 2007, casi tres meses después del crimen de Dalmasso, y quedó imputado por el delito de «violación y homicidio».
La medida fue a requerimiento del terceto de fiscales que entonces tenía a cargo la investigación, integrado por Javier Di Santo, Fernando Moine y Marcelo Hidalgo, lo que generó una fuerte reacción de la sociedad riocuartense, que realizó una marcha en repudio por esa detención, a la que llamaron «La marcha del Perejilazo». El pintor fue liberado 12 horas después de ser detenido, pero recién quedó sobreseído en el expediente cuatro años después, en marzo de 2011.
Al concluir con su testimonio de hoy, Zárate habló con los medios que cubren el proceso de enjuiciamiento y sugirió que el asesino de Dalmasso había que buscarlo en el “círculo íntimo”. “Que no busquen entre los trabajadores que sólo íbamos a ganarnos el pan. Siempre agarran a la gente humilde para tapar el caso”, reprochó.
Además, el pintor dijo no tener miedo por su testimonio realizado en el juicio, aunque reconoció que el primer abogado y vocero que tuvo Macarrón, Daniel Lacase, «es medio peligroso”.
Luego prestó testimonio Juan Silvestre y José Wilberg, ambos conocidos de Macarrón y de su círculo íntimo, quienes aportaron datos vinculados a tratar de establecer si el empresario Miguel Rohrer estuvo en Buenos Aires cuando ocurrió el asesinato de Nora Dalmasso.
Rohrer está apuntado por los hijos de Macarrón, Facundo y Valentina, como sospechoso de haber tenido participación en el crimen o de tener conocimiento sobre los asesinos.
La primera audiencia de esta sexta semana de juicio, luego de la exposición de los tres testigos, pasó a cuarto intermedio hasta este miércoles a las 9 para continuar con la recepción de las pruebas testimoniales. Hasta la fecha y lo hicieron 42 testigos.
El juicio por jurados tiene como único imputado al médico traumatólogo y viudo de la víctima, Macarrón, quien afronta cargos por «homicidio calificado por el vínculo, por alevosía y por precio o promesa remuneratoria en concurso ideal», un delito que contempla la pena de prisión perpetua.
Según el requerimiento fiscal de elevación a juicio, presumiblemente unos meses antes del 25 de noviembre de 2006, Macarrón instigó el crimen de su mujer motivado por conflictos matrimoniales y acordó con otras personas -aún no identificadas- su ejecución.
Para los acusadores, el viudo tuvo la intención de «obtener una ventaja, probablemente política y/o económica del estrépito de la eventual muerte». El femicidio fue cometido entre las 20 del 24 de noviembre de 2006 y las 3.15 del 25, cuando el viudo se encontraba en un torneo de golf en Punta del Este.
En ese momento, al menos una persona ingresó en la casa de la familia, situada en el barrio Villa Golf, de Río Cuarto, donde atacó a Nora y «la abordó una vez que ésta se encontraba dormida en la habitación de su hija, ubicada en la planta alta de la vivienda».
De acuerdo a la causa, el atacante la mató utilizando «el cinto de toalla de la bata de baño que se encontraba en la habitación» y luego «ordenó la escena con la finalidad de simular un hecho de índole sexual, tras lo cual se retiró del lugar, sin dejar rastro alguno de su persona».
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