El actor es uno de los protagonistas de Unidad XV, la película que retrata la mítica fuga del penal de Río Gallegos en 1957 de quien luego sería presidente de la Nación, junto a John William Cooke, Jorge Antonio y Guillermo Patricio Kelly. Su infancia y la utopía del fin de la grieta.
El film dirigido por Martín Desalvo, que llegó este jueves a los cines, recrea el intenso clima político de aquellos años, sus aristas sociales y las múltiples instancias por las que pasaron los protagonistas de una historia espectacular.
En ese contexto lo geográfico se vuelve fundamental. El frío de la Patagonia también es protagonista central, condicionando bríos y actitudes de los protagonistas del film. Unidad XV también da cuenta del delicado estado de salud de Cámpora, afectado por las condiciones climáticas, pero también exhibe la solidaridad de sus compañeros, todos hombres que dejando de lado sus diferencias ideológicas planearon una fuga que posteriormente se develaría como exitosa.
Hoy, a más de 60 años de sucedida, su correlato cinematográfico está listo para ser visto. “Como película, siento que lo de Unidad XV surge en un contexto actual donde no es fácil ver la luz. Yo trabajo y trato que las oportunidades se den como artista, por eso me alegró que el director haya visto en su paleta de colores que lo mío podía servirle para interpretar a un personaje clave como lo fue ‘el Tío’. Cuando Martín (Desalvo) se acercó me contó un de poco todo, fundamentalmente dónde se ubicaba el espectro peronista que cayó en las garras de la Libertadora. Ahí convivían todos los extremos, que iban de derecha a izquierda: estaba Guillermo Patricio Kelly junto al empresario Jorge Antonio, que apoyó a Perón antes y después del exilio; John William Cook, que era el ala más volcada a la izquierda del peronismo, y Héctor Cámpora, con la lealtad que lo caracterizó siempre”, dice Carlos Belloso, quien interpreta a este último.
–Los hechos de Unidad XV forman parte del rico universo de historias peronistas. ¿Conocías esas situaciones con anterioridad al ofrecimiento del director?
–No conocía puntualmente los sucesos. Sí estaba al tanto de la historia de Kelly cuando se escapó de una prisión en Chile, vestido de mujer. Sabía que Cámpora en la cárcel la había pasado mal, supuestamente muy apenado y angustiado. Fragmentariamente estaba al tanto de John William Cooke, que fue el jefe de la resistencia peronista y fue nombrado por Perón como su sucesor político. Sabía que Jorge Antonio tenía una visión monetaria y capitalista, pero a todo eso lo fui uniendo con la película. Como peronistas, todos ellos estaban juntos, eran presos políticos, pero estaban en una misma bolsa tratando de resolver sus enconos.
–¿Qué aspecto te sedujo más de esta historia con tantos matices?
–Lo que más me atrajo de este proyecto fue personificar a Cámpora. Fue ponerle el cuerpo a un emblema de la lealtad. Yo viví su presidencia breve y, al mismo tiempo, lo que significó la vuelta de Perón y la militancia del «Cámpora al gobierno, Perón al poder». Otra cosa que recuerdo es lo que significó la liberación de los presos políticos en Devoto, todas cosas que viví de muy niño. En mi casa se respiraba un aire radical, gorila, y todo lo que pasaba para mí era algo fantasmagórico. De hecho, de chico me asustaban diciéndome “Portate bien. De lo contrario va a venir un extremista y te va a secuestrar”. En esos días había toda una historia que decía que los extremistas iban reclutando niños cual gitanos por Munro, Florida, Villa Martelli. Todas esas cosas siendo un niño me generaron mucho temor.
–¿Interpretar a Cámpora enriqueció tu visión de aquellos años?
–En retrospectiva, todo lo que sucedió en el país me sirvió para rescatar la lealtad de Cámpora hasta el último momento. Defendió a su líder, se exilió y murió en esa condición. Como le pasa a todos los exiliados, sufrió una angustia y una depresión que lo acompañaron hasta sus últimos días. Su vida estuvo dedicada a la política y al trabajo con Perón. Esta es una historia de hombres fieles al General y por eso interpreto a alguien que hasta dio su vida por el movimiento. Cámpora era un personaje noble y me alegro que Martín (Desalvo) haya visto en mí la capacidad para interpretarlo. Mi premisa siempre es cumplir con lo que pide el director como una especie de pequeño tornillo de una maquinaria.
–¿Sentiste algún tipo de empatía o comprensión particular por la figura de tu personaje luego de interpretar a Cámpora?
–Sentí mucha empatía con Cámpora. Primero porque era un hombre de fe y yo no lo soy. El tipo tenía una fe constante y permanente que los hombres necesitan para no doblegarse. Yo estuve en muchos momentos difíciles: uno de ellos fue durante la Guerra de Malvinas. En esos momentos para mí fue todo muy duro porque mis superiores me decían que estaba en una guerra y yo no tenía a nadie con quien expresar mi fe para contarle las ganas de que eso termine. Creo que tener fe ayuda y no tenerla hace más largo un camino. Volviendo a la película, empatizaba con eso y la fortaleza de los hombres que tienen fe para soportar los momentos duros. Me voy contento de haber interpretado a un hombre noble que fue leal a su partido, al movimiento y con su General: también lo fue con sus compañeros en el pabellón de prisioneros. Este hombre trató de conciliar en ese contexto todas las diferencias y creo que en definitiva lo logró.
–La película exhibe las diferencias políticas que existían en la sociedad de ese entonces. ¿Cuánto de todo eso permanece en nuestros días?
–La división de peronistas y antiperonistas en la época en la que transcurre la película evidentemente era extrema. En ese tiempo la adhesión te hacía perder la vida. Ahora, en tiempos de kirchnerismo y antikirchnerismo, se da una inquina mutua y con iguales porcentajes. El tema es que los que no somos de un lado o del otro gravitamos en esa puja. Esa disputa no deja ver la construcción de un país porque hay un encono permanente que nos lleva a votar mal, a perder tiempo, a no ver cosas que pasan en nuestros ojos. Deberíamos ir todos juntos hacia un mejor lugar para que nos vaya bien. Eso significa que haya menos pobres, que la violencia no exista más, que las industrias se fortalezcan para trabajar mejor. Esas cosas no podemos verlas por la beligerancia y el odio que existe entre dos sectores. ¿Es utópico? Puede ser, pero no es imposible y creo que se puede llegar a dar. No se sabe el destino de este odio mutuo, pero sí sabemos que cada vez hay más pobres y menos trabajo. «
Una historia con pulso cinematográfico
En ese póquer de personajes que protagonizan Unidad XV, la figura de John William Cooke representa la encarnación del ideario peronista de izquierda. Lo interpreta Rafael Spregelburd. “No conocía esta historia. Naturalmente estaba al tanto de muchas cosas de los personajes por separado porque tuvieron recorridos muy notorios. Pero cuando me metí en profundidad me resultó espectacular saber que la extrema izquierda y la derecha del peronismo planearon la fuga. Por eso y muchas cosas más la historia es terriblemente cinematográfica. Lo que me extrañó es que no haya sido explotada antes de esta manera”, afirma Spregelburd.
Más específicamente sobre Cooke, sostiene: “La dimensión del personaje es inabarcable. Comencé a leer sus clásicos, como Peronismo y revolución. En ese libro sus frases resuenan con una vigencia y contundencia especial. Me sirvió mucho para entenderlo, sobre todo cuando fue puesto en prisión con quienes él consideraba los traidores del movimiento revolucionario, porque tenía como compañeros a toda esa veta financista y especuladora o antisemita, como fue el caso de Guillermo Patricio Kelly, con la cual él no tiene nada que ver. De hecho, sus propios compañeros lo tildaban de trotskista o comunista, que es una acusación muy frecuente en el peronismo para cualquiera que tenga una mirada crítica.”
Spregelburd sostiene que el film exhibe diferencias sociales que todavía no están resueltas: «Es la misma eterna discusión. ¿Cómo hacer una revolución llevada adelante por una elite pero, que represente a todos o al menos al 50 por ciento? ¿Es posible una revolución y que sea democrática? En los cánones actuales, San Martín sería un anarquista tirabombas y probablemente estaría preso y sin pruebas.»
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