Vencen en junio próximo y en enero de 2026. Servirán para testear la reacción de los inversores ante la probabilidad de que el FMI imponga una devaluación. El gobierno necesita recaudar $ 9,2 billones para atender compromisos inmediatos.
Entre los que se ofrecen a los inversores, hay dos en moneda extranjera: un bono vinculado al dólar (la reapertura de la serie denominada TZV25), con vencimiento el 30 de junio próximo, y una letra que vence en enero del año que viene (D16E6, también reapertura).
Estos últimos merecen especial atención por las especulaciones sobre una posible modificación en la política cambiaria que podría traer aparejada un ajuste en la cotización del dólar oficial. Tiempo dio cuenta de las probabilidades de que el inminente acuerdo entre el gobierno y el Fondo Monetario Internacional desemboque en una modificación de la paridad cambiaria. La cantidad de suscripciones a esos títulos, que se ajustan según la cotización de la divisa, permitirá ver si los inversores buscan o no una garantía para protegerse de esa posibilidad.
En el Palacio de Hacienda, sin embargo, esperan confiados la respuesta de los mercados. Especulan con el antecedente inmediato, la licitación del 12 de febrero, en la que los inversores privilegiaron los títulos en pesos, con rendimientos más jugosos, antes que los de rendimiento atado a la cotización de la divisa. “Ofrecimos un dollar-linked para los que veían atraso cambiario, pero no tuvo demanda…”, chicaneó el ministro Luis Caputo en las redes sociales.
Claro que desde ese momento hasta ahora el panorama se complicó un poco. El clima de nervios afectó las reservas del Banco Central, que en las últimas siete rondas tuvo que vender U$S 1.300 millones en el segmento oficial para cubrir el exceso de demanda. El propio Caputo se negó a desmentir una devaluación y a confirmar que no habría cambios en el régimen de “crawling peg”, que prevé un ajuste de apenas 1 por ciento mensual en la relación peso-dólar. “Eso no lo puedo decir”, dijo el ministro en un reportaje que inquietó a la plaza financiera.
La apuesta, no exenta de riesgos, se complementa con otros títulos en pesos: las Lecap (Letras de Capitalización) de corto plazo con vencimientos en abril, mayo y julio; y dos bonos con ajuste CER, que vencen en octubre de este año y en marzo de 2027.
El desafío de Economía es doble. No sólo porque se arriesga a ofrecer títulos atados al dólar en estos tiempos de turbulencias, sino porque necesita obtener un voto favorable de los mercados para cubrir los vencimientos pautados.
Según la estimación realizada por la Oficina de Presupuesto del Congreso, en el cuatrimestre abril-julio el Tesoro deberá responder a títulos en moneda local por $ 58 billones, equivalentes a algo más de U$S 52 mil millones al tipo de cambio oficial. En ese sentido, el roll-over (esto es, colocar nuevos bonos para pagar los ya emitidos) es esencial para respaldar esas obligaciones y, principalmente, para demostrar que el gobierno sigue teniendo la situación bajo control.
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