Una reciente investigación de la UBA concluyó que el glifosato, el herbicida más usado del mundo, provoca alteraciones en el sistema reproductor de los cangrejos, afectando tanto la producción como la efectividad de sus espermatozoides
“El uso creciente de agroquímicos para optimizar la producción de cultivos tiene una serie de efectos secundarios indeseables sobre varios ecosistemas que incluyen especies interrelacionadas de interés para el consumo humano”, señala el trabajo publicado en Science of the Total Environment por un equipo dirigido por Enrique Rodríguez, director del Laboratorio de Fisiología de Crustáceos en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
En su estado natural, miles y miles de cangrejos tapizan el suelo de la bonaerense Bahía de Samborombón, con una vida que de lejos parece apacible con su curioso andar de costado; pero que, de cerca, no solo deben sobrevivir al ataque de las gaviotas o conseguir comida para crecer y reproducirse, sino que viven en aguas que traen restos de plaguicidas de campos cultivados a kilómetros de allí.
¿Qué le ocurre al sistema reproductor de los machos cuando están sometidos al glifosato? Para contestar esta pregunta, el equipo de Exactas UBA recolectó un grupo de cangrejos y los llevó a los laboratorios de Ciudad Universitaria para hacer una medición controlada en un experimento de cien días.
Unos animales convivieron con concentraciones leves de herbicida, similares a las que se hallan habitualmente en el ambiente natural; y otros, con cantidades un poco más altas, similares a cuando aparecen derrames significativos. Además, estaban como siempre los grupos de control, que no recibían nada de estos compuestos.
“En las dos instancias (concentraciones bajas y elevadas) hubo efectos. Se registró un aumento en la proporción de espermatozoides incapaces de completar la reacción acrosómica necesaria para la fecundación”, señala la doctora en Biología, Ivana Canosa, primera autora del trabajo.
Desde hace años, estos equipos vienen realizando estudios con datos inquietantes sobre lo que provoca, no solo este herbicida, sino otros contaminantes como antiinflamatorios, y microplásticos cuando aparecen en aguas donde conviven innumerables especies animales. Por ejemplo, los camarones de río.
“Con colegas de Estados Unidos observamos que los microplásticos son agentes irritantes que producen cuadros inflamatorios, y necrosis en algunos órganos de estos crustáceos”, indica Rodríguez, investigador principal del CONICET.
Daños de otro tipo provoca “el diclofenaco, que es uno de los fármacos antiinflamatorios más utilizados a nivel veterinario y en humanos, e inhibe ciertas hormonas muy importantes para la maduración del ovario, afectando la reproducción de la hembra”, agrega el experto del Instituto de Biodiversidad y Biología Experimental y Aplicada (IBBEA).
En el caso de los cangrejos se focalizó en los machos, y las consecuencias quedaron registradas. “La reacción acrosómica que es necesaria para poder fecundar a las hembras está alterada. La funcionalidad del espermatozoide está afectada. Por lo tanto, el glifosato disminuiría el potencial reproductivo”, puntualiza Canosa.
En otras palabras, Rodríguez señala: “Disminuyen las puestas de huevos y, en consecuencia, la cantidad de larvas que sirven de alimento a los alevines de varias especies de peces de consumo humano que se reproducen en la Bahía Samborombón, como la corvina y la lisa”.
La alteración no solo afecta a los habitantes del agua, sino también a los del aire. “Hay aves que se alimentan del cangrejo, un ítem importante de la cadena trófica”, resalta Canosa, quien suma otro servicio que estos crustáceos ofrecen al medio ambiente: “Los llaman ingenieros ecosistémicos, porque hacen cuevitas donde se refugian, que son sumamente importantes para el modelado de ese suelo, permitiendo la recirculación de nutrientes en esas zonas”.
Si bien a mayor concentración del herbicida, mayor es el daño que causa en el aparato reproductor masculino del cangrejo, lo inquietante es que se emplearon “concentraciones de glifosato muy próximas a las que suelen encontrarse en el ambiente, y ensayadas durante un tiempo prolongado de exposición, produjeron efectos preocupantes en la especie en estudio”, concluye Rodríguez.
*Artículo elaborado por Cecilia Draghi para NEXCiencia, el sitio de divulgación científica de la Facultad de Naturales y Exactas de la UBA.
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