La intervención de Fidel Castro en la previa del tratado Torrijos-Carter ayudó a la transferencia en 1999 y el fin del estratégico control de los EE UU. La postura de Trump y el fantasma chino.
Fidel, líder de la Revolución Cubana, entendió que la situación política de Panamá en ese entonces era extremadamente delicada. Omar Torrijos, decidido y patriota, había declarado en reiteradas ocasiones que si no se devolvía el Canal, lo tomaría por la fuerza. «Comprendía perfectamente las consecuencias que podía tener una acción de esa naturaleza», recordó Fidel, destacando el riesgo de un conflicto armado para un país tan pequeño como Panamá.
La paciencia
Castro no sólo era un líder revolucionario. También era un estratega político que veía más allá de las coyunturas inmediatas. Al sugerir paciencia a Torrijos, evitó que un acto desesperado condujera a una confrontación bélica con EE UU. Basado en la política interna estadounidense, fue clave para una salida diplomática. «Le dije a Torrijos: ‘Si Carter gana, él podrá comprender la justicia del reclamo panameño’. Torrijos entendió, aunque estaba bajo mucha presión, porque la lucha por el Canal era una causa profundamente nacionalista en Panamá», relató Fidel.
El desenlace de esta historia llegó en 1977, con la firma de los Tratados Torrijos-Carter, un acuerdo que devolvió gradualmente el Canal de Panamá a manos panameñas y marcó un hito en la soberanía de ese país. A partir de la firma, se inició un proceso de transición administrativa y técnica que permitió a Panamá prepararse para asumir la gestión completa del canal.
La transferencia del Canal en 1999 representó el fin de más de medio siglo de control estadounidense sobre esta estratégica vía marítima. Sin embargo, en la actualidad, el Canal vuelve a estar en el centro de tensiones geopolíticas. Declaraciones recientes del presidente Donald Trump, cuestionando la validez de los tratados y sugiriendo recuperar el control del Canal, han generado rechazo en Panamá y preocupación a nivel internacional.
Estas afirmaciones, basadas en acusaciones de una supuesta influencia china en la administración del Canal, han sido desmentidas por las autoridades panameñas, quienes destacan el éxito y la neutralidad de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP). El presidente panameño, José Raúl Mulino, afirmó categóricamente: «El Canal es y seguirá siendo de Panamá». En su discurso inaugural del 20 de enero de 2025, Trump afirmó que la transferencia del canal a Panamá en 1999 fue un «regalo imprudente» y expresó su intención de que Estados Unidos recupere el control de esta estratégica vía marítima. Además, acusó a Panamá de incumplir los Tratados Torrijos-Carter.
Medios efectivos
El consejo de Fidel a Torrijos y la negociación de Carter representan un ejemplo de cómo la paciencia y la diplomacia pueden superar las amenazas de conflicto. Hoy, esa lección adquiere relevancia frente a las nuevas tensiones internacionales que intentan revivir viejas disputas. El Canal de Panamá no sólo es un símbolo de soberanía para los panameños, sino también un recordatorio de que, en las relaciones internacionales, la negociación estratégica puede evitar el desastre y abrir camino a la justicia histórica.
El acuerdo Torrijos-Carter representa un ejemplo notable de negociación diplomática que evitó un conflicto armado y marcó un hito en la lucha por la soberanía en América Latina. Aunque sectores conservadores en Estados Unidos se opusieron en su momento, la transferencia del canal consolidó a Panamá como un centro logístico global, beneficiando a todas las naciones que dependen de esta vía estratégica.
Fidel, con su visión política y estratégica, previó la significación histórica del desenlace pacífico de esta disputa, demostrando una vez más su capacidad de anticipar acontecimientos que moldearon el destino de la región y del mundo. La historia del canal es un recordatorio de que la paciencia y la diplomacia pueden triunfar sobre la confrontación, marcando un camino hacia la soberanía y la cooperación entre las naciones.
«Al imperialismo no se le puede creer ni tantito así, nada». Esta frase del Che puede servir a panameños y a todos los que el mundo defendemos la soberanía de los pueblos y naciones a no descuidar «ni tantito así, nada», porque como advertía en un artículo publicado en este medio -«Donald Trump, como figura y fenómeno político»-, no sólo representa un desafío para la democracia estadounidense, sino también un espejo para el mundo.
La era de Trump nos deja una lección crucial: la democracia, aunque imperfecta, es un sistema que exige vigilancia constante y compromiso colectivo. El mundo está en un punto de inflexión, y las decisiones que se tomen en los próximos años determinarán si se reafirma un orden basado en la cooperación o se profundizan las divisiones que amenazan con fragmentarlo. «
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