BRICS: otra oportunidad del Sur Global que Argentina deja pasar

Por: Menghuai Xiang / Mercedes Andres

Como coalición del Sur Global, buscan ser una alternativa al orden internacional vigente y promover un desarrollo más equitativo. Argentina, hace exactamente un año, rechazó la invitación.

En enero de 2025, el grupo de países BRICS amplió su influencia global al introducir la categoría de “Estados socios”, incorporando a Bielorrusia, Bolivia, Indonesia, Kazajistán, Cuba, Malasia, Tailandia, Uganda y Uzbekistán. Este bloque ahora representa el 51% de la población mundial y el 40% del PBI global.

Como coalición del Sur Global, los BRICS buscan ser una alternativa al orden internacional vigente y promover un desarrollo más equitativo. Argentina, hace exactamente un año, rechazó la invitación a convertirse en miembro pleno, optando por alinearse con las potencias del Norte Global, una decisión que plantea interrogantes sobre la hoja de ruta del país en materia de desarrollo y cooperación internacional. La invitación a unirse al bloque en 2024 representaba una oportunidad estratégica para reconfigurar su desarrollo económico, científico y tecnológico.

Mientras Argentina optó por no integrarse, Brasil asumió en 2025 la presidencia rotativa del bloque, estableciendo prioridades como la reforma de la gobernanza global, el desarrollo sostenible con inclusión social y la implementación de un sistema de pagos en monedas locales para reducir la dependencia del dólar. En contraste, países como Indonesia y Malasia ya han comenzado a beneficiarse de nuevos proyectos de infraestructura financiados por el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) de los BRICS, cuyo capital supera los 50 mil millones de dólares.

Los BRICS son una plataforma estratégica de colaboración entre países del Sur Global. Reúnen economías emergentes con aspiraciones comunes de desarrollo sostenible, reducción de la pobreza y promoción de la estabilidad global. A pesar de sus diferencias en modelos económicos y niveles de progreso, el grupo coincide en su compromiso de fomentar un crecimiento sostenible e integrador, reducir la pobreza y promover la paz y la estabilidad a escala mundial.

A contramano en desarrollo, ciencia y tecnología

La rígida postura ideológica del presidente Javier Milei ha costado a Argentina la pérdida de oportunidades clave para su desarrollo. En su primer año de gestión, el país sufrió un severo ajuste económico destinado a reducir el déficit fiscal, afectando directamente a trabajadores y sectores vulnerables. Los recortes en subsidios, la desregulación de servicios básicos y el desfinanciamiento de áreas esenciales como educación, salud, ciencia, tecnología y transporte han configurado un panorama crítico. Aunque el discurso oficial celebra logros en estabilidad económica, millones de argentinos enfrentan un creciente deterioro en su calidad de vida.

El desmantelamiento de instituciones estatales define al gobierno de Milei, con despidos masivos en el sector público y la eliminación de ministerios clave. La caída del poder adquisitivo, el congelamiento de salarios y el alza en los costos de bienes y servicios han empujado a muchas familias a la pobreza, acentuando desigualdades sociales y económicas, debilitando el tejido social necesario para un desarrollo sostenible.

De acuerdo a un informe de Economía, política y ciencia del CIICTI, la inversión en ciencia y tecnología, esencial para la innovación y el desarrollo, ha sido relegada. La disolución de los ministerios de Ciencia y Tecnología y de Educación, ahora reducidos a secretarías, refleja un claro retroceso en sectores clave. Los recortes presupuestarios de 2024 respecto a 2023 incluyen caídas del 20,8% en el CONICET, 23,6% en el INTA, 28,8% en la Comisión Nacional de Energía Atómica y un drástico 72,6% en las universidades. Además, investigaciones en ciencias sociales y cambio climático han quedado fuera de las prioridades gubernamentales, salvo que logren financiamiento privado.

Estas decisiones debilitan profundamente el sistema de ciencia y tecnología, forzando a docentes, investigadores y expertos a migrar al sector privado o al extranjero, intensificando la llamada fuga de cerebros. Este deterioro, sumado a una histórica reducción del 32,9% en la inversión en ciencia y tecnología en 2024, que alcanzó un escaso 0,208% del PIB—muy inferior al promedio del 2,68% registrado por los países de la OCDE en 2022—, augura impactos de largo alcance.

En un mundo impulsado por la tecnología, los BRICS ofrecen una oportunidad estratégica para que las economías emergentes pasen de depender de materias primas a un modelo basado en innovación. Esto se logra mediante cooperación tecnológica, acceso a financiamiento y aprendizaje de casos exitosos como China, que invierte más del 2% de su PIB en I+D. Con planificación e inversión claras, los BRICS pueden ser clave para un desarrollo sostenible y competitivo.

El ejemplo de China: inversión y resultados

China, como miembro fundador de los BRICS, es un claro ejemplo de cómo la inversión sostenida y estratégica en ciencia y tecnología puede transformar una economía. Desde la década de 1970, ha priorizado sectores clave como la inteligencia artificial, la biotecnología y las energías renovables, destinando un promedio anual del 2,2% de su PIB a investigación y desarrollo. Este enfoque ha consolidado a China como una potencia mundial, combinando innovación tecnológica, un mercado interno fortalecido y una proyección internacional sólida. En 2024, China invirtió más de 465 mil millones de dólares en I+D, superando a Estados Unidos en áreas cruciales como la producción de paneles solares y baterías eléctricas, reafirmando su liderazgo en la transición hacia una economía basada en la innovación.

Para Argentina, el modelo chino podría haber sido una fuente de inspiración. Integrarse a los BRICS habría facilitado acceso a tecnologías, conocimientos y financiamiento que ya impulsan otras economías emergentes. Sin una política clara en innovación, y con recortes presupuestarios y proyectos paralizados, el país continúa rezagado en un terreno donde el progreso depende de la capacidad de adaptarse y avanzar.

La expansión de los BRICS, promovida por países en desarrollo, refleja una visión más inclusiva del orden global. China hace saber que no busca antagonizar con las economías occidentales, sino construir un sistema más equilibrado y colaborativo, priorizando cooperación y progreso compartido en el escenario internacional.

Consecuencias de una decisión

La negativa de Argentina a unirse a los BRICS tiene profundas implicancias. En un contexto de restricciones presupuestarias, limita el acceso a financiamiento para proyectos tecnológicos e infraestructura, excluyendo al país de un entorno de cooperación internacional que facilita la transferencia de tecnología y el aprendizaje conjunto.

En un mundo donde la innovación define la competitividad global, esta decisión supone una pérdida de influencia geopolítica y capacidad de negociación. La alineación con el Norte Global deja a Argentina aislada en un entorno cada vez más interconectado.

Ciencia, tecnología e innovación son pilares esenciales para una estrategia de desarrollo. Los BRICS ofrecen una plataforma para empoderar a sus miembros mediante el intercambio de conocimientos y cooperación. Para Argentina, integrarse al bloque habría significado diversificar su economía, fortalecer relaciones internacionales y apostar por un futuro más competitivo y equitativo.

Tras un año de gestión, la administración de Milei evidencia la ausencia de proyectos de desarrollo nacional. En lugar de fortalecer las capacidades del Estado, se percibe un ataque sistemático al sistema científico y tecnológico del país, marcado por recortes financieros y desarticulación de instituciones clave, comprometiendo el progreso económico y social del país.

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