El primer ministro británico obtuvo el apoyo de 211 de los 359 diputados conservadores pero su legitimidad quedó fuertemente dañada por el escándalo de las fiestas durante la pandemia.
Sin embargo, el jefe del Ejecutivo, castigado por el escándalo de las fiestas en Downing Street durante la pandemia, sufrió un fuerte revés al ver el número de parlamentarios «tories» que votaron por retirarle la confianza y, en consecuencia, apartarlo del cargo. La propuesta de moción de censura interna fue planteada tras la publicación de cartas de censura por parte del 15 por ciento de la bancada ‘tory’.
Amenazado desde hace meses por este escándalo, conocido como «partygate», del que durante un tiempo parecía haberse salvado gracias al cambio de foco por la guerra de Ucrania, el controvertido líder británico, de 57 años, se enfrentó al veredicto de los diputados de su mayoría conservadora.
«El daño ya está hecho»
Si bien Johnson ha superado el primer escollo para permanecer en el poder, la historia muestra que cuando el triunfo es por un margen estrecho (sacó 211 votos, y le bastaban 180), al final los primeros ministros suelen ser destituidos. Johnson, en un intento por convencer a sus filas, conversó a puertas cerradas con los parlamentarios.
«En mucha ocasiones se ha dicho que estaba acabado. Puedo reconstruir la confianza. Dejen de hablar de Westminster y empiecen a hablar de la gente que nos envió aquí», habría dicho Johnson, según uno de los asistentes. «El premio de esta noche es enorme, lo mejor está por llegar», agregó, según la misma fuente, insinuando una próxima bajada de impuestos, medida muy popular en un momento de inflación disparada que está estrangulando a muchas familias incapaces de llegar a fin de mes.
Como sea, el liderazgo del premier queda en entredicho. El propio Johnson afirmó cuando su antecesora, Theresa May, se sometió a esta moción de censura y logró un 63 por ciento de apoyo, que fue «un muy mal resultado, mucho peor de lo que parece». Por eso, como Johnson consiguió menos votos que May (quien abandonó el cargo seis meses después), el triunfo del actual premier podría no ser suficiente.
«La historia nos dice que esto es el principio del fin», afirmó el líder de la oposición laborista, Keir Starmer, a la radio LBC. «Si se observan los ejemplos anteriores de votos de confianza, incluso cuando los primeros ministros conservadores sobrevivieron, el daño ya está hecho y normalmente caen razonablemente rápido», subrayó, recordando los casos de Margaret Thatcher y Theresa May.
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