El primer ministro británico enfrenta una importante baja de popularidad en medio de la crisis por la pandemia y el desabastecimiento, consecuencia del Brexit.
El jefe del gobierno anunció este miércoles que quería formar “un equipo unido” para lidiar con las consecuencias de un año y medio de pandemia, el cierre de escuelas, el descrédito por la desastrosa salida de Afganistán -donde el país fue partenaire de Estados Unidos desde el primer día- y la salida de la Unión europea, que golpea en las góndolas de los supermercados. Es que entre la puesta en marcha de controles aduaneros para productos del continente -que antes no existían- y el hecho de que cerca de 100.000 choferes de camiones tuvieron que volver a sus países de origen por el Brexit, los faltantes de productos ya sn preocupantes.
Una baja -un enroque en realidad- fue la del canciller Dominic Raab. Venía golpeado porque cuando comenzó el retiro de las últimas tropas de Kabul, el hombre estaba de vacaciones en Creta- Pero la peleó como gato entre la leña, según testimonian algunos medios británicos. No quería pagar con su puesto y su prestigio por el fracaso de una guerra que inició el laborista Tony Blair haciendo seguidismo a George W. Bush en 2001.
Johnson le ofreció el ministerio de Justicia, pero a Raab le seguía pereciendo un puesto menor, una suerte de castigo inmerecido, de modo que el primer ministro desempolvó el cargo de viceprimer ministro que en 2015 había dejado vacante el liberal demócrata Nick Clegg. Un modo de reconocer, en el fondo, la importancia de Raab, que lo había reemplazado cuando Johnson estuvo internado por coronavirus, en 2020.
La primera cabeza que rodó, sin embargo, fue la de Gavin Williamson, el titular de la cartera de Educación. El cierre de escuelas en el pico de la pandemia, cambios repentinos y poco fundamentados de políticas y la suspensión de exámenes por dos años seguidos, lo dejaron muy golpeado, a pesar de que fue una decisión de todo el gobierno, respaldado por los consejos del cuerpo de científicos de consulta.
El problema se puede repetir nuevamente, ya que los asesores médicos recomendaron mucha atención ante el crecimiento de casos por la variante Delta del Covid-19. Por lo pronto, la propuesta es una tercera dosis de refuerzo de vacunas para mayores de 50 años. SI bien los casos bajaron al punto de que se celebró prácticamente el fin de la pandemia y la obligación de usar barbijos en lugares abiertos, repentinamente treparon a unos 30 mil casos por día, aunque por ahora la letalidad es baja.
Otra modificación ministerial fue la del Vivienda y Gobiernos Locales, donde fue designado Michael Gove, un colaborador de confianza de Johnson. Salvaron la ropa la ministra del Interior, Priti Patel, y el titular de Finanzas, Rishi Sunak, que tiene la no menor tarea de recomponer la economía luego de la pandemia.
Además de la crisis de abastecimiento, el Brexit elevó el deseo independentista de una parte cada vez mas importante de la sociedad escocesa. En 2014 hubo un referéndum autorizado por el entonces premier conservador David Cameron que ganó el No al divorcio por 55%. Envalentonado con ese resultado, Cameron llamó a consulta popular dos años mas tarde por la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. Pero las barajas acá salieron al revés y la mayoría de la ciudadanía canalizó el descontento popular culpando a la UE de las desgracias británicas.
El detalle es que los escoceses votaron abrumadoramente por permanecer. Y ahora que sufren las consecuencias de haberse ido, encima de todo, de un modo calcado al del retiro de Kabul, esto es, desordenadamente y sin medir consecuencias, el Partido Nacional Escocés y el Partido Verde firmaron un acuerdo para alcanzar una mayoría parlamentaria y promover un nuevo referéndum independentista. “El pueblo de Escocia debe decidir su futuro cuando pase la pandemia. Es un asunto de principio democrático fundamental”, dijo la ministro principal escocesa, Nicola Sturgeon.
Otro daño colateral del Brexit es el de la inmigración ilegal. Los miles que cruzan el canal de la Mancha pretenden ser devueltos a Francia, pero el gobierno de Emnanuel Macron se niega a recibirlos. Antes, se aplicaba el llamado Reglamento de Dublin, por el cual hubiesen sido devueltos al primer país de la Unión al que hubieran ingresado.
A todo esto, la madre de Johnson, la artista y pintora Charlotte Johnson Wahl, murió a los 79 años en el hospital St, Mary luego de haber padecido el mal de Parkinson los últimos 39 años de su vida. Luego de separarse del padre del mandatario, se hizo un nombre como retratista.
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