En una jornada de altísima tensión, el presidente habló en la capital de Brasil en medio de un impresionante operativo de seguridad y ante miles de enardecidos manifestantes. Llegó a la movilización en un Roll Royce manejado por el ex campeón de F-1, Nelson Piquet. Por la tarde estará en San Pablo,.
En una Brasilia ultraprotegida, el acto oficial empezó con el acto oficial del izamiento de bandera en el Palacio de la Alvorada, la residencia del jefe de Estado. Pero Bolsonaro no aguardó el fin de la ceremonia: se subió a un helicóptero para sobrevolar la concentración de sus partidarios en la simbólica Explanada de los Ministerios. Aunque el presidente llegó a la manifestación a bordo de Rolls Royce conducido por Nelson Pique, tricampeón mundial de la Fórmula 1, uno los más famosos militantes de la extrema derecha brasileña que ofició de chofer presidencial durante toda la ceremonia por los 199 años del Día de la Independencia.
Allí Bolsonaro amenazó con lanzar acciones contra el Supremo Tribunal Federal (STF) en caso de que el jefe de esa institución no haga nada contra el magistrado Alexandre de Moraes, quien abrió una causa contra bolsonaristas y otros ultraderechistas por atentar contra la democracia. «El que actúe fuera de la ley que se encuadre o se prepare para irse», dijo ante una multitud, que le pedía al mandatario usar el Ejército para destituir al magistrado, convertido en el blanco preferido del Gobierno.
El jefe de la Corte, Luiz Fux, fue citado por Bolsonaro como el que debe detener a Moraes, caso contrario habrá acciones. «O el jefe de ese poder (la Corte) pone en caja a uno de los jueces de la corte o ese poder puede sufrir aquello que no queremos que ocurra», señaló en referencia al magistrado Moraes, encargado de los procesos de violación contra la democracia.
Mientras, los manifestantes coreaban: «Nuestra bandera nunca será roja». La alusión fue claro: el color del Partido de los Trabajadores, de los exgobernantes izquierdistas Luis Inácio Lula da Silva (2003-2010) y Dilma Rousseff (2011-2016).
Bolsonaro acusó a los jueces de violar la Constitución en una jornada de alta tensión política en la cual las autoridades temían una invasión al Congreso o a la sede de la corte, en la Plaza de los Tres Poderes, protegida por la tropa de choque de la policía de Brasilia. «No aceptamos medidas o acciones fuera de la Constitución. Tampoco podemos seguir aceptando que una persona específica siga barbarizando a nuestra población. No podemos aceptar más prisiones políticas en nuestro Brasil», dijo.
En una clara amenaza, adelantó que a partir de mañana convocará a los ministros y presidentes del Senado, Diputados y la Corte para mostrarles una fotografía de esta manifestación. «Les mostraré hacia donde tendremos que ir», subrayó. A pocos metros de allí, el agente de seguridad Márcio Souza, de 45 años, vistiendo una camiseta amarilla con la cara del mandatario estampada dijo al cronista de la agencia AFP: «Vine a luchar por nuestra libertad, para librar al país de ese bando inmundo de políticos corruptos que están en el STF. Bolsonaro tiene nuestro apoyo para sacarlos»
De todas maneras, el presidente se encuentra en el piso de su popularidad y busca retomar la iniciativa política con su núcleo duro. «Ahora quiero ser apenas el vocero del pueblo», afirmo en un video en el interior del Palacio de la Alvorada, sede presidencial, al lado de un coro de niños y de activistas con remeras con la inscripción Bolsonaro 2022.
Bolsonaro también dijo: «Nuestro país no puede seguir rehén de una o dos personas. O vuelven al eje o serán ignoradas de la vida de la política. Yo seguiré dentro de las cuatro líneas de la Constitución pero no admito que otras personas violen la Constitución».
El presidente logró el apoyo de empresarios ruralistas que llevaron a miles de personas de más de diez estados a Brasilia para protestar contra la corte y partió hacia San Pablo, donde en la Avenida Paulista lo espera otra multitud.
En otra marcha de menor convocatoria, opositores protestaron contra Bolsonaro como parte de las marchas de la izquierda llamada el Grito de los Excluidos, como todos los 7 de setiembre.
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