La demostración de fuerzas del bolsonarismo se da luego de que la Justicia le confiscara el pasaporte al expresidente en el marco de una investigación en la que se lo acusa de planificar un golpe contra Lula.
«Esta imagen va a dar vuelta al mundo», sostuvo Bolsonaro desde un escenario montado en el centro de la avenida Paulista, la principal vía de la ciudad de San Pablo, en un intento de demostrar fuerza política frente a las acusaciones en su contra por desvío de joyas, alterar documentación pública y planificar un golpe de estado para no reconocer las elecciones de 2022 ganadas por Lula.
Con un chaleco antibalas por debajo de una camiseta de la selección brasileña de fútbol, Bolsonaro dijo que el STF lo persiguió durante sus cuatro años de gobierno, entre 2019 y 2022.
Lo dijo en el acto financiado por el pastor ultraderechista Silas Malafia, de la Asamblea de Dios de Rio de Janeiro, que contó que gastó 20.000 dólares de su cuenta personal y no de su iglesia.
La denuncia de persecusión
«Pasé mucho tiempo perseguido y esta persecución aumentó cuando dejé la presidencia; hicimos la transición, salí de Brasil y esta persecución no terminó, me investigan por joyas, por dinero enviado al exterior, por molestar a una ballena, ahora me acusan de dar un golpe, golpe es tanques en la calle, conspiración con empresarios y políticos, nada de eso ocurrió», indicó.
El expresidente hace dos semanas sufrió la confiscación de su pasaporte en la megacausa en la que se encontró un borrador de un estado de excepción en el cual se planificaba intervenir militarmente la justicia electoral en caso de victoria de Lula, algo que ocurrió pero que el bolsonarismo no acepta en su totalidad.
«Encontraron un borrador de un decreto del Estado de Defensa, cómo es eso de dar un golpe usando la Constitución, no llamamos a estado de sitio; ahora busco la pacificación, borrar el pasado y buscar la manera de vivir en paz, sin sobresaltos», afirmó.
En ese marco, pidió una ley de amnistía como la de 1979 que permitió la apertura política en la dictadura militar pero que dejó impunes los crímenes de lesa humanidad cometidos por el régimen entre 1964 y 1985.
«Queremos amnistía para los pobres que están presos en Brasilia; en el pasado amnistiamos a quien hizo barbaridades, ahora pedimos a diputados y senadores un proyecto de amnistía para que se haga justicia en Brasil», aseguró.
Bolsonaro dijo que hay que castigar a quienes el 8 de enero de 2023 destruyeron las sede de los de poderes «pero no con esas condenas que no son razonables».
El STF condenó hasta ahora a más de 100 personas a penas que llegan a 17 años de prisión por atentar contra el estado de derecho.
Bolsonaro convocó a la extrema derecha a apoyar a los candidatos a intendentes y concejales de 2024 y se quejó de la inhabilitación que pesa sobre él hasta 2030 por haber hecho campaña desde el gobierno en 2022 contra el sistema electoral.
La avenida Paulista sirvió como la gran postal de la ultradrecha al juez Alexandre de Moraes, del STF, que detuvo a inicios de este mes a tres colaboradores de Bolsonaro y allanó la casa de 34 personas, entre exministros y exmilitares que trabajaron en el Palacio del Planalto y están investigados por un supuesto complot con las Fuerzas Armadas.
Según la investigación, Bolsonaro sugirió encarcelar a Moraes para intervenir la justicia electoral e impedir la victoria de Lula.
Una reunión de gabinete que fue filmada abordó este tema de la elección y cómo actuar contra la justicia electoral.
La manifestación multitudinaria
La de la avenida Paulista fue la mayor movilización popular desde la victoria de Lula el 1 de noviembre de 2022.
Cánticos contra Lula y a favor de Israel marcaron la tarde de calor con más de 35 grados en la mayor ciudad sudamericana.
Bolsonaro recibió respaldo popular pero también político, ya que estuvieron presentes en el trio eléctrico (un colectivo convertido en escenario móvil) los gobernadores de San Pablo, Tarcísio de Freitas, Minas Gerais, Romeu Zema, Goiás, Ronaldo Caiado, y Santa Catarina, Jorginho Mello, que se disputan entre sí el liderazgo para los comicios de 2026.
Bolsonaro durmió en el Palacio de los Bandeirantes, la sede del gobierno paulista, por invitación del gobernador Freitas, que fuera su ministro de Infraestructura.
Antes de Bolsonaro, estuvo otro investigado por el intento de golpe, el presidente del Partido Liberal, Valdemar Costa Neto.
La esposa de Bolsonaro, Michelle Firmo, jefa de la rama femenina del Partido Liberal y fervorosa activista evangelista, lloró durante una oración que dio a la multitud y lamentó que se haya separado en la elección «la religión de la política».
«Con eso pensamiento las cosas salieron mal», cuestionó entre lágrimas.
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