Banksy en La Rural: la salida es por la tienda de merchandising

Por: Nicolás G. Recoaro

Un recorrido por la muestra del ícono mundial de la contracultura en el centro de exposiciones de Palermo. Contradicciones e imperdibles de una exhibición "no autorizada".

Palermo. Las paredes hablan. «Somos la especie en peligro de extinguirlo todo». Cuánta razón. Estoico, el deshilachado afiche del movimiento de liberación animal, Voicot, resiste de cara a la oligarca Rural. A unos pasitos, en lo alto del cielo nublado, otro cartel. Señalética firmada por el Gobierno de la Ciudad de la furia larretista. El Gran Hermano PRO advierte: «Espacio monitoreado por cámaras de seguridad». Sobre la fachada del centro de exposiciones, otros dos avisos. Blancos, radiantes, prolijos, seductores. Por supuesto, vendedores. Se lee, con acento british: «Banksy: Genius or Vandal?». Subrayado, en criollo: «Exposición no autorizada». ¡Albricias, la contracultura llegó a La Rural! La paradoja de acercarse a la estrella distante del arte callejero antisistema en un paseo ordenado por pulcros salones, audioguía y anteojitos de realidad virtual. Falta calle. Tan obvio en un espacio apropiado por los dueños del campo.

Igual parece que la expo funciona. Los 70 originales de Banksy, propiedad de generosos coleccionistas –todas galerías que venden obras del artista británico en sus webs–, vienen de una larga gira con escalas en Madrid, Nueva York, Milán, Lisboa, Moscú, Las Vegas, Tokio, Bruselas, Hong Kong y mucho más allá. Millones de visitantes, suculentas recaudaciones, show business. Sin dudas, el mercado del arte (de ese arte, al menos) goza de buena salud tras la miserable pandemia.

Mientras tanto, el cotizado Banksy patalea en internet contra las exhibiciones no consensuadas. «Trátenlos en consecuencia», cierra su queja de bandoneón virtual. El artista acompaña la diatriba con una imagen. Un grafiti en la fachada de una expo. Una sola palabra tatuada: «Fake».

Antes de ingresar al predio, Bernardo, treintañero profesor de Historia llegado desde Montserrat, dice que ni fu ni fa con la polémica: «Si quiero puteríos, veo un programa de chimentos. Yo soy hincha de Banksy, porque nos canta la posta de cómo nos caga el sistema, de cómo nos explota el capitalismo, y lo hace arte. Eso sí, hablando de capitalismo, saladito el precio para el sueldo docente». La entrada en Buenos Aires cuesta 3000 pesos. La salida vemos.

Mapa global de las intervenciones de Banksy.
Foto: Edgardo Gómez
Policías «smile» del británico.
Foto: Edgardo Gómez
Murales vivos en La Rural.
Foto: Edgardo Gómez

Pibe capucha

Los grafitis son una forma de guerrilla. Una manera de pelearle el territorio y el poder a un enemigo siempre más grande y mejor equipado. Banksy amplió el campo de batalla del arte urbano desde las calles de su Bristol natal a la aldea global.

Corrían los ’90 en el Reino Unido: Tony Blair, «Cool Britannia», Tercera Vía. Mucho maquillaje, menos Estado de Bienestar, más límites para las libertades civiles. Un continuado remozado de los ochenta de la Thatcher. También, épocas de raves, trip hop, stencil y resistencia contracultural herederas del punk en las islas piratas. Esta ensalada alimentó al cachorro Banksy.

El puntapié inicial de la expo es un viaje a los tiempos germinales del artista anónimo. Cómo dar la cara. Pintar paredes es un delito. «Si el grafiti cambiara algo, sería ilegal». Fotos y más fotos de época –firmadas por Steve Lazarides, su amigo y primer agente– que muestran a un flaco siempre encapuchado. Sobre la identidad real de Banksy se han tejido mil y una leyendas. Que es el provocador Damein Hirst, el decorador Robert Bank, el músico Robert Del Naja. Frío, frío, frío. «En el fondo, todos somos Banksy», dijo el cantante de Massive Attack.

Cerca del espacio que recrea el estudio–galpón del artista pululan Lucas y Celia, una expareja de jubilados bien empilchados: «Nos conocimos hace 61 años, la vida nos separó, hace poco nos reencontramos y acá estamos festejando, rodeados de arte». El caballero dice saber mares sobre muralismo: «No digo que Banksy sea Diego Rivera, pero tiene su sello personal. Es contestatario, antisistema y también amoroso. Me gusta mucho la obra del joven lanzando ramos de flores en vez de una bomba molotov. Los años me enseñaron que hay que amar y protestar más». La obra, una serigrafía en papel, puede apreciarse en la exhibición. Se titula «Love is in the air», pero las masas la rebautizaron «El lanzador de flores». Banksy la pintó por primera vez en una pared de la frontera salvaje que asfixia a Palestina, donde también instaló un hotel con vista a los muros. El año pasado fue subastada por la casa de remates Sotherby’s. Casi 13 millones de verdosos dólares. Clink caja.

Humor y crítica antisistema en la muestra.
Foto: Edgardo Gómez
Visitantes en la muestra sobre el artista de Bristol.
Foto: Edgardo Gómez
«Napalm», un hit de Banksy.
Foto: Edgardo Gómez

La llanura de los chistes

Serigrafías, grafitis, stencils, instalaciones, videos. Los originales del británico se esparcen en varias salas hermanadas por ejes temáticos. El capitalismo salvaje, el rey consumo, el drama de la migración, las guerras imperialistas. «Creo que son una protesta sutil, elegante, y a la vez muy potente. Banksy muestra lo sometidos e idiotizados que estamos», reflexiona Agustina, estudiante chilena, justo frente al cuadro que muestra a unos pibes haciendo flamear una bolsa de supermercado como bandera. No muy lejos, un stencil grita: «No podemos hacer nada para cambiar el mundo hasta que el capitalismo se derrumbe. Mientras tanto vayamos de compras para consolarnos».

Un océano de imágenes cargadas de filosa crítica, pero también de mucho humor. Lenin en patines con el logo de Nike, la reina Victoria disfrutando un cunnilingus, Steve Jobs como refugiado sirio, angelicales policías antidisturbios con caritas de «smile» o tomando generosas líneas de cocaína. También los billetes falsos con la cara de Lady Di que el británico arrojó a una multitud en 2004, durante los festejos del carnaval de Notting Hill. Papel moneda respaldado por el «Banksy of England».

Inés es una jubilada que vino de visita con toda la parentela. Esta tarde tiene su bautismo de fuego con el street art: «Todo muy lindo, me gusta el cruce que hace entre el arte y la política. Es parecido a mi artista favorito, Nik, que es un genio». Un chiste sin remate posible. A Iñaki lo dejó en llamas «Napalm», el dibujo inspirado en las fotografías de Nick Ut que muestra a la niña Kim Phuc tomada de la mano de Ronald Mc Donald y el ratón Mickey: «Qué mierda es la guerra, ¿no? Yo sí creo que el arte puede ayudar a que no existan más. Pero eso seguro no depende de nosotros». Otro stencil de Banksy reza: «Los crímenes más grandes del mundo no son cometidos por gente que rompe las reglas, sino por los que las siguen. Es la gente que cumple órdenes las que lanzan bombas y masacran pueblos».

El color de la muestra en Palermo.
Foto: Edgardo Gómez
Grafitis y resistencia.
Foto: Edgardo Gómez
La tienda de merchandising y el fin del capitalismo.
Foto: Edgardo Gómez

Globos de ensayo

«Desempleado del mes». Eso dice el pin «irónico» que lucen los trabajadores de la muestra en sus pechos. Pibes y pibas del ejército de reserva del mercado laboral que se hacen unas monedas con mucha intermitencia. Una laburante comenta al pasar: «Por ahí veo un cuadro y me siento representada. Eso de que el sistema nos explota, trabajar para nada, para consumir. Era más fácil trabajar en la muestra de Van Gogh, puras flores».

Pegadito al aburrido tour virtual se encuentra la cereza del postre: una sala entera dedicada a la afamada «Niña con globo», la Gioconda de Banksy. Foto obligada para subir a Instagram. Banksy la creó como mural en 2002 bajo el puente de Waterloo. Una copia original en papel fue subastada en 2018 por más de un millón de libras. Lo curiosos fue que la obra resultó semidestruida por una trituradora pocos segundos después de ser adquirida. La serigrafía deshilachada fue vendida nuevamente en 2021 por casi 19 millones de libras. Terminó rebautizada: «El amor está en la papelera».

Sin indirectas, la salida de la muestra es por la tienda de merchandising. «Destroy capitalism», se lee en una remera que cuelga sobre las cabezas de los empleados. Hay afiches, calcos, tazas, posters, pines, lápices con el sello Banksy. ¡Lleve, nomás! Pago al contado. Atención al consumidor, a la consumidora: no hay precios cuidados. «

Compartir

Entradas recientes

Tras el conflicto por la baja de aranceles, en Tierra del Fuego preocupa la modificación la Ley de Zonas Frías

Con una resolución ministerial el gobierno de Javier Milei busca modificar la Ley de Zona…

7 mins hace

El turismo se encamina a aportar un déficit récord sobre la balanza de pagos para 2025

El modelo de dólar barato podría generar la salida neta de divisas superior a los…

14 mins hace

Tras el escándalo, desplazaron a la jueza Makintach del juicio por la muerte de Maradona

El pedido de apartamiento fue presentado por el fiscal Patricio Ferrari, al cual adhirieron los…

36 mins hace

Murió «La Bruja» Verón, leyenda futbolística de Estudiantes de La Plata

Juan Ramón Verón, gloria del Pincharrata y padre de Juan Sebastián Verón, falleció este martes…

43 mins hace

Los gobiernos de Trump y Milei arremeten contra la OMS y respaldan al ajuste en salud pública de la gestión libertaria

Un pronunciamiento conjunto firmado por el zar antivacunas Robert Kennedy Jr, como secretario de Salud…

1 hora hace

Conflicto en el Hospital Garrahan: convocan a un paro total y movilización al Ministerio de Salud

La decisión fue tomada de forma unánime en una asamblea masiva y los trabajadores denuncian…

2 horas hace

Condenaron a productores de arroz por desviar un arroyo, provocar inundaciones y destruir una ruta

La Justicia ratificó la condena contra Ruben y Raúl Carlen, dueños de la empresa Los…

2 horas hace

Triple embestida del Gobierno contra el museo del Che Guevara, patrimonio cultural de San Martín de los Andes

La ofensiva contra La Pastera apunta a cancelar la figura del Che Guevara en la…

3 horas hace

La motosierra como política sanitaria: Milei se reunió con el funcionario antivacunas de Trump

La reunión en Casa Rosada duró poco más de una hora. Milei y Kennedy conversaron…

3 horas hace

El costado opaco de las exenciones fiscales en la Ciudad de Buenos Aires

Si bien en sus inicios las exenciones pudieron haber sido diseñados para impulsar la creación…

4 horas hace

Violencia obstétrica: qué falta profundizar para prevenirla y erradicarla

La violencia ginecoobstétrica es una de las silenciadas. Por qué cuesta tanto hablar de esta…

4 horas hace

Arrancó la pericia médica para determinar si corrió peligro la vida de Pablo Grillo tras el ataque de Gendarmería 

El Cuerpo Médico Forense se entrevistó con el fotógrafo y los peritos de parte. Se…

4 horas hace