El reality de los postres no tuvo lugar en la grilla del año pasado y en su segunda temporada es el programa más visto de los domingos. La clave de los juegos de roles y la necesidad de descansar del coronavirus.
«Bake Off» es un formato original de la televisión de Gran Bretaña, comprado por Telefe en 2018, cuando tuvo su primera temporada. Estos capítulos que estamos viendo actualmente se grabaron en 2019 para ser emitidos en agosto, pero por problemas de grilla se postergó para este año. El camino al éxito está repleto de casualidades.
El envío cuenta con la conducción de Paula Chávez, una importación que hizo Telefe de las huestes de Marcelo Tinelli, que cumple con el doble rol del conductor en estos programas: legitimar el lugar de saber de los jurados y ser amiga-compinche de los participantes, sufriendo con ellos. Un rol que Mariano Peluffo cumplió a la perfección tanto en «Talento argentino» como en «Masterchef», y que Chávez copia con dedicación. El jurado está compuesto por tres especialistas que se reparten roles: Mónica Millán es muy buena, Damián Betular es el especialista en dulces y Christophe Krywonis ofrece carisma, acento francés y opiniones sin filtro. La lógica del programa se completa con dos o tres pruebas por semana que dejan como saldo un participante nominado como el pastelero estrella de la semana y un eliminado. La lógica de competencia que nombra un empleado de la semana y despide al que no cumple lo estipulado no podía defraudarnos.
Como en muchos programas de TV, «Bake Off» también funciona en la medida en que los participantes van recortando perfiles reconocibles, más o menos estereotipados, con los que el público pueda identificarse o condenar. El grupo de participantes suele ser seleccionado buscando ese mix de perfiles atractivos. El programa hace su trabajo al respecto: en uno de los envíos les encargaron una torta “animal” capaz de identificarlos, lo que les permitió desplegar la singular práctica de la autopercepción culinaria. Así, se vio a un habitante de Tigre (un barrio, según Paula Chávez) que hizo una torta tigre; a una correntina (que ganó ese día) que hizo un yacaré y una patagónica que hizo un pingüino, cumpliendo con el provincialismo estrafalario que abunda en los programas de este tenor.
En materia de perfiles destacados, tenemos a Agus y Agustina que se alternan el lugar de “Pastelero estrella” semana a semana; a Samanta, que es la talentosa con problemas de inseguridad; y a Marcos, como el que arruina todos los platos. Este último se presentó inicialmente como un “emprendedor” y propaló un discurso competitivo e individualista, hasta que se le empezó a cortar la crema. Justamente, fue tendencia nacional en Twitter el domingo pasado, cuando hizo un desastre con la torta que le encargaron y finalmente fue eliminado, aunque podría volver a través de un repechaje que permitirá no sólo tener revancha a la joven promesa neoliberal, sino estirar un programa que viene funcionando a pleno.
Jesús Martín-Barbero, en un texto clásico de los estudios de comunicación, identifica cuatro figuras centrales en el melodrama: el héroe, el villano, la víctima y el torpe. Estas cuatro figuras pueden identificarse fácilmente en las tiras de ficción, pero también aparecen con facilidad en los realitys. Está claro que el pobre Marcos y sus tortas ocupa el lugar del torpe y su réplica en las redes sociales tuvo mucho de eso: memes varios y referencias a «Los Simpson». Hay algo del placer morboso de la burla en las redes, del sufrimiento ajeno, que aplica a episodios lúdicos como el citado. Agus, con su andar humilde y simplón, su origen excéntrico de la Patagonia y su performance sólida en la cocina, pinta para heroína.
Ahora bien, esto no alcanza para romper el rating del domingo. También necesita de un margen de audiencia mayor al habitual de los domingos –los fines de semana sin aislamiento obligatorio el encendido de la TV tiende a bajar– y la ausencia de otros entretenimientos, como el fútbol. En ese escenario, «Bake Off» funciona como una oferta escindida de la temática coronavirus, que ofrece una combinación de competencia, historias de vida, comida sofisticada y alguien muy torpe que la dinámica del programa usa para reírse. La fórmula demostró ser muy efectiva para un domingo de flojera en casa. «
Bake Off 2020
Conductora: Paula Chaves. Jurado: Christophe Krywonis, Damián Betular y Pamela Villar. Temporadas: 2. Domingos a las 22.30 por Telefe.
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