El ataque sin descansos de Milei a la cultura y la necesidad urgente de una organización eficaz

Por: Adrián Jaime

Para enfrentar las medidas del Gobierno de LLA hay que tomar el ejemplo del paro del 24E y redoblar los esfuerzos. El peligro de los mentimedios y los miedos del poder.

La organización del paro no fue una creación espontánea de ningún sector sindical, funcionario o dirigente político interviniente en las convocatorias. Fue el producto de un amasijo de discusiones sectoriales que se vienen arrastrando desde tiempo atrás. En algunos casos, desde bastante tiempo atrás, incluso con otros gobiernos. En el caso del sector cultural, pongamos como punto de inicio la pelea realizada por la prórroga de las asignaciones específicas (los recursos económicos para la cultura), aunque las batallas del sector en todas sus vertientes sean precedentes y provengan encadenadas desde mucho antes.

En la disputa por mantener vivos los aportes a esta labor anidó el germen organizativo que posibilitó la participación activa del sector cultural en el paro masivo del 24E. Las manifestaciones artísticas en todo el territorio nacional, la cohesión con los trabajadores de todas las ramas y el surgimiento en todo el país de un activo político novedoso, es la expresión de un sector desolado como el nuestro, desprovisto de derechos, que no posee relación laboral estable en su gran mayoría, ni sindicalización.

La disputa por la subsistencia llevada adelante por este sector emergió producto de una Ley aviesa que en DIC2017 el macrismo puso subrepticiamente con el fin de eliminar toda la producción cultural y terminó, tras una larga lucha emprendida, generando una Ley auspiciosa que fue avalada en el Congreso por representantes de todos los bloques partidarios y garantizó, en el contenido y los detalles de su letra, prorrogar por 50 años los recursos para las instituciones culturales de todo el país (bibliotecas populares, institutos de cine, de teatro, de música, canales de tv públicos, radios, etc).

Esa Ley obtenida en OCT2022 es fruto del trabajo político mancomunado entre el sector cultural (en sus diversas expresiones), gremios, funcionarios, diputados, senadores y dirigentes del oficialismo gobernante (e incluso de la oposición) en cada provincia y a nivel nacional. Esa Ley lúcida y atinada fue un verdadero acuerdo nacional para garantizar recursos a la producción y sostener los bienes culturales existentes. Dos años antes, un proyecto muy similar, fue propuesto y fracasó en el Congreso. ¿Cuál fue la razón por la cual no se llegó esa vez al quorum necesario? No se construyeron las mayorías parlamentarias ni los consensos para garantizar los votos requeridos y aprobar su tratamiento. Esa propuesta, realizada por diputados y respaldada por algunos gremios y escasas entidades del sector, no provocaron el diálogo en ningún ámbito político federal, ni armaron de argumentos al sector para defenderse, ni alertaron en lo profundo del país donde se manifestarían con crudeza los efectos de la crisis que provocaría la pérdida de más de un millón de puestos de trabajo. Tampoco movilizaron al sector cultural a debatir. Sentaron, sí, un precedente. La verdadera movilización política (no entendida solo como expresión callejera de la protesta) se dio tiempo después.

La discusión abierta en lo social se nutrió de argumentos esclarecedores y se obtuvieron apoyos de todos los sectores políticos a lo largo y ancho del país para que se garanticen las asignaciones de recursos específicos en todos los ámbitos de la producción cultural. Los medios masivos también tomaron el tema y se debatió de cara a la sociedad. En fin, la propuesta de Ley para prorrogar por 50 años los recursos para la Cultura tomó estado público y se defendió federalmente en el Congreso y en cada rincón del país. Hubo una verdadera y activa militancia de todas las entidades culturales que comprendían la gravedad de lo que estaba en juego: la soberanía cultural del país. A diferencia de la presentación inicial, la propuesta de Ley fue tomada como bandera y se la defendió hasta el triunfo en OCT2022. Fue gracias a que se revirtió la acción política del inicio, que los frutos fueron diferentes y se obtuvo una Ley con total aprobación de ambas Cámaras, aún con las indefiniciones y dudas de algunos políticos que buscaban negociar con la oposición por 5, 10 o tan sólo 2 años. Fue un triunfo político no aflojar y pelear hasta el final, y nadie puede adjudicarse la paternidad a solas de dicha Ley, ya que no sólo sería injusto quien se la atribuya, sino que deslegitimaría la autoría colectiva y negaría la participación ejemplar y necesaria del sector cultural para las futuras luchas como las que hoy enfrentamos. Este último aspecto es el más valioso a resaltar.

Actualmente vuelve un gobierno reaccionario, brutal y sin sangre a cargar contra lo cultural, y no por casualidad. Nuestro sector quedó organizado, movilizado y exhibe públicamente la cucarda del triunfo de una Ley surgida de la labor de múltiples actores sociales a lo largo y ancho del país. Más aún, va por las deudas sin saldar de una gestión de gobierno previa, deslucida, errática, e infructuosa que al fin de cuentas no materializó lo que prometió durante la campaña electoral. Gestión que no impulsó el tratamiento de leyes fundamentales que hubieran hecho avanzar a la producción cultural hacia la obtención de recursos genuinos que surgen de la actividad. Así fue (como ejemplo) que el cobro a las plataformas audiovisuales (OTT Over The Top) no se consumó como en otros lugares del mundo y se impidió la multiplicación de los recursos económicos en las áreas más dinámicas de la producción cultural (como lo son la audiovisual, o la música, por ejemplo). Esa miopía política para realizar lo necesario, generar más trabajo, valor agregado y garantizar recursos genuinos para el sector, hizo fácil la tarea para que la derecha política vuelva a cargar sobre las falencias y arrebatarnos nuevamente la posibilidad de llevar adelante los cambios necesarios en la legislación y la optimización de los recursos disponibles. La liviandad de las excusas, por insostenibles, resultaron un bocado fácil de masticar y escupir para la derecha que asumió el gobierno en DIC2023. Esta derecha política, calca y copia los planes de sometimiento del macrismo, repite la misma cantinela: “no se pueden hacer mejoras, no hay plata, hay que sufrir”.

Ahora mismo la situación se ha vuelto peliaguda y el sector cultural vuelve al centro del ring a dar la batalla. En general, no somos parte de los escasos sindicatos que componen el sector, no estamos en relación de dependencia, no poseemos los derechos básicos garantizados y estamos precarizados producto de formatos impositivos que se han convertido de hecho en modos de contratación, tal como lo es el monotributismo.

Así llegamos al 24E. Este sector organizado en cientos de entidades por fuera de todo gremio, representa el 80% de los laburantes y son muchos más que todos lxs compañeros organizados en la CGT. Este sector está carente de cobijo gremial. Requiere urgente un paraguas orgánico para protegerse junto a los demás trabajadores, para aumentar sus derechos laborales y sociales, para continuar en mejores condiciones las luchas por las reivindicaciones o leyes básicas que le garanticen supervivencia y mejoras en la calidad de vida. Este sector puede convivir con los organizados y sindicalizados, pero no a costa de ser negada su existencia, de no tener representantes de sus intereses, de no ser convocados ni nombrados en todo lugar que se busquen generar políticas públicas. Este sector no sindical es una suerte de UTEP de la Cultura. No pide nada del otro mundo, y se defenderá con uñas y dientes hasta que emerja como un sujeto pleno de derechos. La calle lo ha demostrado el 24E. Las columnas más numerosas en Córdoba fueron protagonizadas por este sector. Movió más que la CGT cordobesa. En Rosario hubo 10 cuadras de trabajadores del sector cultural. En CABA una tremenda columna ingresó a la Plaza de los Congresos y un sector numeroso no pudo realizarlo. Por algo el sector cultural es criticado desde los mentimedios del poder gubernamental. No es sólo un ejercicio fascista por el que nos atacan. Apuntan a un actor social nuevo, emergente, organizado, poderoso, que aglutina un saber que expresa la defensa de la soberanía y el sentir popular. El sector cultural de nuestra Patria está reclamando los mismos derechos que todos los argentinxs de bien y a eso el poder le tiene miedo.

-Adrián Jaime / Cine Argentino Unido / ADN / Unidxs por Perón

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