El documental de Carmen Guarini sobre Fernando Birri se propone captar el espíritu de un hombre inspirador y necesario.
El documental fue filmado por Guarini en varias etapas. Parte del material fue tomado en 1997 durante un rodaje en la Argentina y Bolivia. Guarini comenzó a grabar mientras Birri rodaba un documental a propósito del 30° aniversario de la muerte del Che, lo que significó su vuelta a nuestro país. Sábato, Galeano, León Ferrari y Osvaldo Bayer fueron interrogados por Birri, quien además se adentra en pueblos y aldeas siempre con la misma pregunta: ¿Qué son las utopías? “La verdad que tuve mucha curiosidad en aquellos años en cómo se proponía narrar algo no tan fácil como un concepto filosófico, aprendí mucho en esa época. Me di cuenta por qué marco tanto a la forma de hacer cine de toda la región. Era juguetón y reflexivo, controversial y un hombre de acción. Siempre intentaba sin importar si finalmente salía, recuerdo mucho eso”, cuenta la realizadora.
La película de Guarini se completa con visitas a Cuba y a Roma, donde Birri estudió, y dejó su marca. Un primer montaje de este documental se escondió por 20 años en un frágil VHS hasta que la autora decidió retomarla para lo que fue hasta donde vivía su admirado director. En el film se ven las charlas que mantuvieron Birri y Guarini a lo largo de siete encuentros que tuvieron lugar en la casa de Birri en enero de 2017, meses antes de su muerte.
Con ese aporte la cinta termina transformándose en un nuevo film, que actualiza la vigencia de la voz de este poeta, maestro de numerosas generaciones del cine latinoamericano, quien nunca dejó de intentar atrapar las utopías. “Su manera de ver el mundo y concebir el oficio de contar historias y hacer películas, apela siempre a lo más humano de aquello, sea lo que sea, que pueda definirnos como tales y a la necesidad de emancipación desde una perspectiva profundamente marxista pero aun más profundamente estética”, reconoce Guarini .
Sobre el lenguaje del cine documental, Guarini afirma que es una aproximación, una reconstrucción parcial, pero siempre se trata de acercar lo más posible sobre un aspecto, en este caso, la personalidad del cineasta y sus múltiples maneras de transmitir conocimiento. «Fernando Birri era para mí una mítica figura lejana en el tiempo y en el espacio. Cuando comencé mi carrera de cine y fui descubriendo su rol como artista, como maestro, como librepensador, se fue gestando una curiosidad que se transformó en directa admiración cuando lo tuve frente a frente por primera vez y recuerdo que fue en el Festival de Trieste en Italia. Conocerlo no hizo más que confirmar la luz que irradia Birri sobre el cine latinoamericano y su lugar en el cine mundial, mucho más que un cineasta, Fernando ha sido y seguirá siendo un librepensador iconoclasta. Un creador de caos necesario en un mundo siempre convulsionado, para intentar pensar desde allí nuevas reglas y nuevas utopías”, concluye Guarini.
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