El gran acordeonista y compositor encabezará un festival que reivindica el chamamé. El empobrecimiento cultural de nuestro país y sus próximos proyectos.
El creador de “María Va”, “Taipero Porihú”, “La vida y la libertad” o “Ñangapirí”, nació en Curuzú Cuatiá, en el sur de Corrientes, y vive desde hace unos 30 años en Villa Elisa, provincia de Buenos Aires. Considera que el hecho de que el chamamé fuera declarado en 2020 Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO no cambió mucho, pero sí sirve como argumento. “Si a alguien el chamamé le parece una porquería, yo digo: la UNESCO opina distinto de vos”, desliza con picardía y se ríe.
“Este es un país totalmente antinacional. Todos se mueren por ser norteamericanos. Hablan con palabras en inglés, se visten como en EE UU… Un tipo abre un lavadero de autos y le pone car wash”, comenta y llega así al tema que lo desvela: la defensa de la cultura nacional. “Me acuerdo que una vez le llevé una idea a (Marcelo) Tinelli para hacer folklore para chicos. Un concurso. Cuando voy a grabar, ya habían hecho toda la gráfica. Todo decía ‘folklore kids’”.
“En la Argentina hay una epidemia de ‘yanquifilia’”, añade. “A veces me pasa que llego a un restaurant y están pasando un tango, una zamba y me pongo a llorar. ¿Sabés por qué? Porque estando en la Argentina parece que uno estuviera en otro país”.
“Creo que es una cosa muy contagiosa. Sin ir más lejos, al presidente le gustan los Rolling Stones y el perro del presidente anterior se llamaba Dylan. No se llamaba Gaucho. Yo creo que la cultura argentina, con estos personajes, es un carro en llamas rumbo al precipicio”, afirma tajante. “Preguntale a los gurises cuál es la flor nacional de la Argentina. No saben”, agrega resignado.
Pero, a pesar de las críticas, es una persona agradecida y consciente de que sus canciones ya son del pueblo. “Siento que es como un milagro, que cómo puede ser que me pase eso”, puntualiza. Hay instantes mágicos de su carrera que atesora para siempre. Una vez en el Teatro Colón se hacía un espectáculo con grandes artistas y el cantó “Soy el chamamé” junto Ramona Galarza. “Querían que todos cantemos para el final ‘con ese palpitar que tiene tu mirar’, la canción de Sandro”. Entonces intervino. “¿Querés una cosa fuerte para el final y tener a todo el público de pie? Hagamos el Himno Nacional Argentino con la Orquesta Sinfónica. Lo hicimos y la gente toda de pie. Cuando estoy cantando -yo siempre lloro cuando canto el himno- me doy cuenta que alguien me agarra la mano. Era Ramona. Estaba llorando también”, relata emocionado.
Y cuenta otra anécdota que lo maravilla. “Un día se ponen a competir Mariano Mores y Ariel Ramírez a ver quién me conocía más. Son los dos melodistas que más admiro. ‘¿Viste cómo compone Antonio? Parece nosotros en el ’40. Qué melodista este pibe’. ¡Delante de mí! ‘Escuchame’, le decía Ariel, ‘yo le grabé “Pájaros isleros”, “María va” y escribe unas letras. Conmigo hizo “La huella del hombre”’. Estaba en un momento tan mágico que no quería que nadie me saque de ahí. Entonces me fui al baño, me senté en el inodoro y me puse a llorar”.
Claramente se siente cómodo en su piel. “Una vez le dije a un político: ‘La diferencia entre vos y yo es que ustedes tienen que andar con guardaespaldas y a mí la gente me abraza y me besa en la calle hace 50 años. Porque le gusta la música que hago’. Eso es lo mío. Mi partido político es la música nacional. Esa es mi ideología. Argentina, la cultura argentina, el gauchismo. Ese soy yo”.
El acordeonista y compositor no tiene reparos en mostrarse crítico incluso con el festival en el que se presentará en los próximos días, que se publicita bajo el lema de “20 años de chamamé en la calle Corrientes”. “Desconocen todo lo que hubo antes. Yo, por ejemplo, en los ’80 hacía un ciclo en el Teatro Alvear, que es en la avenida Corrientes. Además, ¿cómo es? ¿Es menos el chamamé y entonces no tiene derecho a estar en la calle Corrientes? No entiendo esa idea publicitaria”.
Como durante toda su vida, el correntino sigue componiendo: “Estoy terminando una obra que se llama ‘Artigas’, que fue un personaje que a mí siempre me subyugó. La primera declaración de independencia fue de él”. Es una obra en décimas que está haciendo con el uruguayo José Curbelo. Su idea, probablemente para el 2025, es hacer una gira siguiendo el itinerario del caudillo. “Eso me entusiasma mucho”, concluye con la euforia de un veinteañero. «
Antonio Tarragó Ros, Los Alonsitos, Los de Imaguaré, el Quinteto Cocomarola con Gabriel Cocomarola, Alfredo Monzón y Blas Martínez Riera Grupo. 17 de noviembre a las 21 en el Teatro Ópera, Corrientes 860 (CABA).
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Antonio, hay gente con poca memoria. EEUU apoyo a Inglaterra en la guerra de Malvinas y estuvo de acuerdo con el hundimiento del Belgrano. Ahora aman a los del norte. Son un asco.