Por iniciativa de Analía Fedra García la crónica de viaje publicada por Federico Bianchini en 2017 fue llevada al teatro. Ambos trabajaron de manera conjunta en la adaptación y recibieron el Premio Estímulo Banco Ciudad /Complejo Teatral de Buenos Aires. Se estrenará antes de fin de año.
Cronista consumado, sus trabajos han merecido diversas distinciones propias del rubro (en 2010 ganó el premio Las nuevas Plumas (México) y en 2013 el Don Quijote / Rey de España), pero también ha incursionado en la ficción con un libro de cuentos, Personajes secundarios (El bien del sauce).
Recientemente, la actriz y directora teatral Analía Fedra García le propuso convertir Antártida en una obra de teatro, un proyecto que encararon de manera conjunta y que ganó el Premio estímulo Banco Ciudad / Complejo Teatral de Buenos Aires. Se estrenará antes de fin de año y el propio Bianchini subirá al escenario no para “actuar”, sino para ser quien es: un periodista curioso que no cesa de interrogar al mundo.
-¿Cómo fue que tu crónica Antártida, 25 días encerrado en el hielo se transformó en una obra teatral?
-Conocí a Analía Fedra García, actriz y directora teatral, y en una charla me comentó que había leído mi crónica sobre el viaje a la Antártida y que le había gustado mucho. Nos pusimos hablar entonces de ese mundo conceptualmente tan distante aunque no está tan lejos y finalmente me dijo que le gustaría llevarla al teatro y que lo hiciéramos juntos. Había un concurso organizado por el Banco Ciudad y el Complejo Teatral de Buenos Aires y me propuso que trabajáramos para presentar la obra. Teníamos solo un mes para hacerlo. Me interesó mucho la propuesta porque era darle una vuelta de tuerca distinta y atractiva a esa crónica que primero fue una nota y luego se transformó en libro.
-¿Habías tenido alguna experiencia previa en la escritura teatral?
-No, había escrito un guión corto que íbamos a filmar con una productora antes de la pandemia que no era sobre Antártida, pero nunca había escrito teatro. Me interesó la propuesta de Analía porque al trabajar con ella que es directora, me sentía muy libre porque sabía que si yo hacía algo que no estaba bien, ella me lo iba a decir. Además, sentía que la responsabilidad sobre lo que se puede hacer en teatro y lo que no se puede hacer era de ella, entonces la experiencia resultó muy lúdica, muy divertida, porque creo que ella me cedía el conocimiento de lo que había sucedido en la Antártida y yo le cedía la responsabilidad de establecer de qué es teatro y lo que no es teatro. Comenzamos a trabajar y me dijo que la escritura le parecía muy fresca y creo que eso se dio porque yo no tenía ningún tipo de preconcepto. Me señaló, además, que estaba bien introducir la visión del periodista, por lo que hay un personaje que no soy pero es mi alter ego. Es un periodista que entrevista a los personajes y se pregunta todo el tiempo por el encierro y el aislamiento.
-Me cuesta imaginar cómo fue el pasaje de la crónica al teatro. ¿Cómo fue ese trabajo?
-Analía me planteó no salir del todo de la crónica, por lo que trabajamos mucho con los textos del libro que se van insertando en la obra, si bien las escenas están recreados y los diálogos están repensados. Fuimos intercalando escenas pensando ya en un artificio de ficción. Cuando uno arma un texto de ficción a partir de un hecho real, y esto me sucedió con algún cuento, lo más importante es tratar de cortar todos los cabos que unen lo que estás escribiendo con la realidad y definir qué cosas tienen que estar porque son inherentes al texto y cuáles son arrastradas de la realidad porque, en general, las que vienen de la realidad. Si no tienen una razón de ser en el texto de ficción, deben ser eliminadas porque distraen. Todo lo que no está directamente relacionado con lo que se está contando es algo que se puede cambiar y modificar y si se puede cambiar y modificar, es mejor sacarlo. Pasamos algunas escenas clave como la que muestran las relaciones entre los personajes que son cuatro: una bióloga que aparece en el libro, dos militares y un periodista. Por partes tiene mucho humor y por partes, mucho dramatismo, porque tocamos un poco el tema del aislamiento, del estar lejos de la familia, de cómo algo que en el continente no tendría importancia, allí tiene mucha repercusión.
-Recuerdo que me contaste cuando te entrevisté por el libro que en el entrenamiento que hiciste para ir a la Antártida, un psicólogo había dicho que ir a la Antártida era como meterse en un placard y dejar la llave afuera. En un lugar tan amplio, paradójicamente, se puede tener sensación de encierro.
-Sí, es amplísimo, pero el lugar en que estás es muy pequeño y con mucha gente, por lo que cuesta estar solo. Por ejemplo, yo me sentaba a leer y al rato venía alguien a decirme por qué estaba solo y se ponía a charlar. Y, claro,yo charlaba, pero me resultaba muy complicado encontrar un lugar donde estar solo y poder leer. Un psicólogo me explicó que el encierro va generando cierta paranoia y entonces, por ejemplo, alguien le toca un vaso a un compañero y este ve que el vaso tiene una partecita rajada y empieza a pensar que el vaso rajado se lo pusieron a propósito a él. De hecho, suele suceder que cuando alguien cumple años se le hace una torta pequeña y luego, a fin de mes, se hace una torta grande y se festejan todos los cumpleaños de ese juntos. Están los que se ponen muy contentos cuando les dan la torta chiquita y los que se ofenden y dicen “por qué me hicieron una torta tan pequeña a mí, si yo vi que a otro le hicieron una torta grande”. Si alguien pasa y te roza con el brazo, por ejemplo, es común pensar “este es el mismo que me rozó el otro día, me lo está haciendo a propósito”, por lo que se va generando algo persecutorio porque uno está bastante indefenso en el sentido social, está siempre con la misma gente, alejado de los seres queridos.
-¿Ya saben en qué teatro se va a hacer la obra?
-En La carpintería. El premio tenía como requisito presentar el lugar en el que se iba a hacer, los actores y actrices que iban a intervenir, la conformación completa del equipo. Analía eligió a los actores y montó el equipo. El premio es un dinero que te dan en tres veces para que montes la obra, lo que es bastante caro.
-¿Cuándo se enteraron de que el proyecto había ganado el premio?
-Hace unas dos semanas. Eligieron diez proyectos y uno de los elegidos es el que hicimos con Analía. Lo vamos a estrenar antes de fin de año. Luego de que nos enteramos que habíamos ganado, se hizo una lectura de la obra con los actores y resultó curioso ver cómo un texto pasa de las dos dimensiones a lo tridimensional. La crónica, por más profundidad que tenga, no deja de ser un texto en dos dimensiones. El lector lo completa con lo que él cree que es la Antártida, con las imágenes que vio en algún documental, con lo que escuchó. En la obra, en cambio, hay tres dimensiones porque los personajes no solo tiene que ver con el texto que escribimos, sino con lo que la encarnación le agrega. Los actores son excelentes y yo voy a encarnar al periodista.
-¿Vas a debutar como actor?
-Yo voy a ser uno de los personajes de la obra, el periodista, por supuesto. Voy a decir un texto pero yo no tengo la capacidad histriónica ni las técnicas actorales de ellos que son grandes actores. Por eso de entrada aclaré que lo mío no iba a ser un intento de aprender cómo actuar de acá a que se estrene la obra. Analía, que va a dirigir la obra, lo tuvo claro desde el principio y mi señaló que mi rol es otro, es ser el periodista que fue a la Antártida y trata de entender cómo funciona ese mundo. Lo que voy a hacer es eso, ser un periodista entre actores y actrices. Conocer las propias limitaciones es importante.
-¿Y te sentís cómodo subiendo a un escenario?
-Analía me propuso que presentáramos la obra y que, en todo caso, llegado el momento, si yo no me sentía cómodo podíamos pensar en la posibilidad de que lo hiciera otra persona. Pero cuando empecé, me resultó divertido. De tanto corregirlos y editarlos los textos me fueron quedando, probé y acá estoy.
Ficha técnica:
Antártida de Federico Bianchini y Analía Fedra García
Dirección: Analía Fedra Garcia
Elenco: Iride Mockert, Martìn Urbaneja, Julián Pucheta y Federico Bianchini
Coreografía: Diego Rosental
Diseño de escenografía: Marcelo Valiente
Diseño de luces: Marcoesteban Pastorino Cane
Diseño de vestuario: Rosario Díaz
Diseño gráfico: Lauris Rovito
Asistencia general: Facundo Beret
Producción: Macarena Orueta
Teatro La Carpintería
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