El realizador estrena “Casi todo sucede en los sueños”, una suerte de diario pandémico que se propone reflexionar sobre la memoria, la infancia y el cine. El film fue realizado en súper 8 y alterna imágenes en blanco y negro, y color.
En ese contexto, la paternidad, el aislamiento propio de la época, la vida de sus hijos en ese momento pequeños y diversos temas sensibles de la vida se vuelven el nervio de un ensayo cinematográfico que llegará a su estreno en la pantalla grande el jueves 21 de septiembre a las 21:30 (con funciones hasta el domingo 24) en la Sala Leopoldo Lugones, Avenida Corrientes 1530. “Realmente, las sensaciones que despierta en mí esta película son muy importantes. Esta es una película que tiene un perfil de ensayo, de experimentación, y eso hace que sea muy diferente a todas las producciones mías en las que estuve trabajando. Por otro lado, al tratarse de una película libre en todo sentido, la disfruté mucho. Todo comenzó como un juego que se transformó en una película y me genera mucha alegría. Por otro lado, estrenar en una sala como la Leopoldo Lugones es muy particular para mí porque me formé ahí adentro de manera especial. Recuerdo que durante mi paso por la escuela de cine con muchos compañeros íbamos a la última función de la Lugones, entonces es muy significativo para mí. Ese combo hace que el estreno sea especial”, dice Andrés Habegger.
Un film como Casi todo sucede en los sueños nace de la soledad que generó la pandemia en un realizador perspicaz como Habegger: “Es interesante hablar de esto por el tipo de película de la que estamos hablando. La idea nace en plena época del covid, en el 2020, donde la mayoría o todos estábamos metidos en un interior, así que en ese sentido junto a otros compañeros que hacíamos cine nos empezábamos a preguntar cuál iba a ser nuestro devenir, no sólo como sociedad sino también con nuestra profesión, que mucho consiste en salir al exterior. A partir de ahí surge la idea de girar el punto de vista de la cámara y enfocar hacia adentro, así que haciendo eso comienzo a pensar en una especie de diario de imágenes, así que la combinación de lectura, escritura y reflexión me llevó a documentar el interior de lo que sucedía en mi para ese entonces. Por otro lado, pensaba en generar imágenes esenciales, porque por otro lado en el 2020 pensaba en la explosión que había de imágenes a partir del acceso que todo el mundo tiene al contar con dispositivos. Sentía que se estaba produciendo un exceso de imágenes en estos tiempos que rápidamente eran descartables, así que pensaba en generar imágenes que no sufriesen ese destino, que fueran esenciales y tengan sentido. Ese fue un poco el génesis de toda esta película”.
En tren de explicar más exhaustivamente su película, el director enseguida acota: “Mi intención era generar un diario de aquellos días, entonces esa podría ser el comienzo de cómo es esta película. Como siempre pienso en textos que tienen que ver con la memoria, infancia y cine, llevé eso a la pantalla. Hay mucho de cotidiano y de reflexión que bien puede palparse si te exponés a las imágenes”.
Hablando sobre el poder de las imágenes captadas por el director, mucho de lo que resalta en pantalla tiene que ver con el uso del blanco y negro. “Ese recurso no fue algo pensado y más bien surgió en el proceso de edición, así que no estaba pensado originalmente. Lo que sí tenía era una idea de trabajar con material súper 8 que no utilicé para mis otras películas y que me quedó de descarte. Hay algo de la textura en ese tipo de film que a mí siempre me encandiló desde siempre, así que utilicé el blanco y negro junto al color para que todo funcionase como una especie de contraste visual y como una decisión estética también, aunque por otro lado al tratar a la actualidad en blanco y negro y al pasado en color, lo que estaba haciendo es invertir la temporalidad de las imágenes. Creo que tomar al presente bajo esos dos colores poderosos cambiaba y subrayaba otro estado de las cosas. Finalmente, todo terminó funcionando bien para mí y por eso la película tiene ese estado visual”.
Para un realizador como Habegger, una película como Casi todo sucede en los sueños es una propuesta que bien puede considerarse como una hija de la pandemia. “Es de esa forma, totalmente. Lo que pretendía y creo haber conseguido, es que trascendiera a ese estado. Me refiero a la pandemia como condicionamiento, en el sentido de poner la cámara hacia un interior. La película estuvo dando vueltas el año pasado en algunos festivales, pero luego de algunos meses volví a verla y sentí que las imágenes son un síntoma verdadero de ese momento de la humanidad. Ahora que pasó el tiempo la veo mucho más como un producto de ese momento. Me parece muy bien que el cine sea una constancia de lo vivido. Estoy orgulloso de que sea un cine de ese periodo de la vida”, concluye el realizador.
Un film de Andrés Habegger. Extensión: 61 minutos. Estreno: jueves 21 de septiembre en la Sala Leopoldo Lugones, avenida Corrientes 1530.
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