Luego de la reunión entre Peña y Nosiglia, la Rosada tomó nota del impacto negativo que puede tener el cónclave partidario en este momento de fragilidad extrema del presidente.
«Vidal es tan buena que la queremos poner en todos lados, pero tiene que ser gobernadora de Buenos Aires”, aseguró Macri. Así desactivó el único «factor sorpresa» que le quedaba al oficialismo ante la encrucijada de transitar la campaña por su reelección en medio de una gestión de gobierno signada por el ajuste. Esa tensión es precisamente la que originó el segundo giro presidencial, orientado a contener el malestar de la UCR, mediante una inusual cena entre Vidal, el jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y dos de los tres gobernadores radicales: el mendocino Alfredo Cornejo, que preside el Comité Nacional del partido, y el jujeño Gerardo Morales.
La cena fue posterior a una cita reservada en la Casa Rosada. Se concretó la semana anterior, entre Peña y el ex ministro, empresario y titular de la Comisión de Acción Política del partido centenario, Enrique «Coti» Nosiglia. El jefe de Gabinete le abrió su despacho a pedido de Macri, que cultiva una relación personal con el Coti que ya suma 35 años. El gesto no es menor porque Peña es uno de los principales críticos y detractores de la UCR, pero se sentó a escucharlo al Coti, algo que no hace con Cornejo, con quien mantiene una relación tirante desde que el mendocino asumió la presidencia del partido y blanqueó sus críticas contra la política económica, energética y tarifaria del gobierno.
«El Coti tiene una relación con el presidente y le transmitió su preocupación por el escenario actual. La respuesta de Mauricio fue la reunión con Peña», confió a este diario uno de los pocos funcionarios que tuvo acceso al contenido del encuentro. «Cuando lo vio a Marcos, Nosiglia no le pidió que abra la candidatura a vicepresidente sino que le dejó en claro tres temas que Peña suele soslayar: que hay una mayoría en el partido que no quiere volver al pasado, pero que tienen que hacer algo con la política económica porque si no los números de la próxima convención nacional partidaria podría transformarse en una verdadera crisis para Cambiemos, no para la UCR», detalló la fuente oficial, con acceso tan cotidiano a los funcionarios de la Casa Rosada como al Coti.
A diferencia de los encuentros anteriores del ministro coordinador con otros referentes boina blanca, Peña escuchó los planteos del exministro, a quien considera «parte inseparable de un pasado que tiene que quedar atrás». Luego fue el turno de Frigerio, que compartió un mapa del escenario nacional. Tanto Peña como el titular de la cartera de Interior escucharon un mensaje unívoco: «Los números de la convención no vienen bien y si hay una mayoría a favor de Cambiemos hay que cuidarla y ustedes tienen que hacer algo al respecto!.
En pocas palabras, Nosiglia les recordó que la UCR puede no ser parte de la solución pero se puede transformar en el problema que puede afrontar Cambiemos, si la próxima convención no ratifica a la alianza.
Hace cuatro años y 20 días, en Gualeguaychú, la misma ciudad donde Macri descartó el Plan V este jueves, el radicalismo aceptó integrar Cambiemos y promover la precandidatura presidencial del mendocino Ernesto Sanz para competir en internas abiertas con Macri y con la jefa de la Coalición Cívica, Elisa Carrió.
La convención nacional es la máxima instancia deliberativa del partido y debería reunirse antes de las PASO de agosto para definir política de alianzas y composición de candidaturas. Cerca de Cornejo admiten que «por ahora está en una nebulosa» y que la única certeza es que se realizará en Jujuy. «Se tiene que hacer porque si no hay convención estamos en una crisis de dimensiones», completó un activo miembro de la conducción partidaria.
El dato que más refleja la incertidumbre de los radicales que quieren continuar en Cambiemos es que hayan tenido que recurrir a la relación personal de Nosiglia con Macri para que Peña tomara nota de los planteos partidarios y volviera a reunirse con los tres gobernadores radicales.
Originalmente el encuentro con el Coti tenía que ser secreto, pero se filtró poco después a la prensa. Eso originó el malestar de Peña, que buscó suspender la reunión sin postergación. Pero la necesidad y la fragilidad pudieron más. Luego del enojo, se reunieron en un restorán de Recoleta, bien cerca de la residencia del alcalde porteño, considerado por la UCR como uno de los pocos interlocutores confiables del PRO. «
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