En Venezuela se desarrolló otra edición del Encuentro para una Alternativa Social Mundial bajo la consigna "Echemos el miedo a la espalda y salvemos al mundo". Expectativas ante las presidenciales del 28 de julio. La presencia de Tiempo.
«Echemos el miedo a la espalda y salvemos al mundo» fue la consigna principal para una nueva edición de la articulación internacional antiimperialista, descendiente de aquella épica contra el Área Libre de Comercio de las Américas (ALCA) que en 2005 enfrentó a Hugo Chávez, Néstor Kirchner y otros presidentes latinoamericanos con el entonces mandatario George W. Bush en la Cumbre regional en Mar del Plata.
El cónclave de pensamiento y discusión político-económica mostró el unánime rechazo a los ataques de Israel en Gaza así como la urgencia por una agenda del «común sentir» que no sólo se enfrente al neoliberalismo, sino que también traccione votos hacia el socialismo y voluntades de integración alternativa.
De ALBA son parte Venezuela, Bolivia, Cuba, y los estados caribeños de Antigua y Barbuda, Dominica, Granada, Nicaragua, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, además de tener a Haití como miembro observador. Según los organizadores, se hicieron presentes delegaciones de 60 países tan disímiles como Angola, Irlanda y la India.
Como podía esperarse, el reciente cambio adverso para Venezuela en las condiciones del bloqueo económico por parte de EE UU fueron parte de la agenda de las actividades, que incluyó ponencias de intelectuales como Atilio Borón, Juan Carlos Monedero y el indio Vijay Prashad.
A su vez, tanto el presidente Maduro como integrantes del gobierno dejaron entrever los primeros gestos del oficialismo venezolano hacia las elecciones presidenciales del 28 de julio, en medio de la presión internacional por la prohibición judicial de la candidatura de la opositora María Corina Machado.
«Vivimos en un tiempo en que el concepto de imperialismo toma un nuevo significado», expresa el documento central del Encuentro, que lleva la firma Jorge Arreaza, exministro de Comunas de Venezuela y actual titular de ALBA – TCP. Las últimas tres letras de esa sigla expresan gran parte del objetivo del organismo: la construcción de una comunidad que logre desmarcarse del vínculo con el dólar, moneda que domina la economía en la mayoría de los países integrantes.
Apenas saliendo del encuentro, en un hotel de la cadena Meliá en el barrio de Sabana Grande, las calles de Caracas mezclan carteles de precios en bolívares y «ref.», eufemismo de referencia al precio que el Banco Central venezolano define para transar la moneda estadounidense.
Arreaza definió otro de los objetivos de la organización que lidera: ser el «corazón de la CELAC». Un poco después, Maduro hizo un velado reclamo de mayor actividad a la estructura continental durante el panel de cierre, junto a Evo Morales, Zelaya y el dirigente del MST brasileño João Pedro Stedile. En tono de broma, el mandatario local se refirió a Arreaza –que había afirmado ese mismo día sobre el escenario que el ALBA tenía que ser «el corazón de la CELAC»– como «el titular de la OEA: organización de los estados del ALBA».
«Está difícil la elección». Esa definición se repite entre militantes del oficialismo y funcionarios. En un contexto de moderada recuperación económica, el gobierno de Venezuela ya inicia los preparativos para lo que se espera que sea una campaña de saturación a favor de una nueva reelección.
Durante su intervención en el ALBA, el viernes, Maduro trazó un vínculo entre la oposición de María Corina Machado, Henrique Capriles y Leopoldo López con el sionismo de Benjamin Netanyahu en Israel. Según el mandatario, el sionismo es la «punta de lanza» de una nueva forma de fascismo, detrás del posicionamiento de Vox en España, Javier Milei en Argentina y Jair Bolsonaro en Brasil.
En diálogo con Tiempo, el politólogo español Juan Carlos Monedero alertó sobre el contexto internacional en que las elecciones de julio tendrán lugar. «Es un momento parteaguas. En Ecuador, Noboa puede ingresar en la embajada de México con la autorización de EE UU, Israel puede masacrar a los palestinos ignorando las órdenes de Naciones Unidas. Tras la crisis económica mundial de 2008, hay un sector de las élites que decide radicalizar el discurso neoliberal. Hablamos de hiperimperialismo», señaló.
Monedero extiende su análisis. «Todo parece indicar que la guerra va a ser una de las formas preferidas por el statu quo para solventar los conflictos. El análisis nos lleva a pensar que las propuestas de Trump, Bolsonaro y Milei desembocan en violencia. Y Venezuela, que siempre ha sido un espacio de alternativa al neoliberalismo, es una de las piezas a batir».
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