El bandoneonista encabeza el flamante grupo Tangology, una apuesta que articula el lenguaje de la música de Buenos Aires y el jazz. El jueves 16 presentarán oficialmente “Potrero”, su disco debut.
“Es proyecto que nació de casualidad. La verdad es que compre un disco rígido por la plataforma de compras online más famosa de la Argentina, y el vendedor era un bajista, Gonzalo Aldás, que me comentó de la idea de Tangology y me sumé. Ahí conocí al ideólogo que era Juan, y a los dos días ya nos juntábamos a hacer los arreglos, a dar formas unas composiciones que tenían”, comenta Adrián Ruggiero, hijo de Osvaldo Ruggiero, bandoneonista mítico de la Orquesta de Osvaldo Pugliese. Adrián también es parte de Violentango (agrupación con la que ya cumple 20 años de carrera, cinco discos y giras por innumerables escenarios internacionales), entre otros proyectos como su quinteto Ruggiero Tango y la asociación Civil Fábrica Argentina de Tango, junto a su hermano, donde trabaja proyectos de inclusión, tratando de abrir la cancha para la luchar por este género al que no piensa soltar la mano. “El tango es un estilo de vida”, sentencia.
-¿Cómo fue el armado de este disco debut?
-La dinámica fue natural y bastante directa. Nos juntábamos con Juan (Corrao) a escribir directamente, con una instrumentación básica, guitarra, piano y su percu. Lo hicimos desde la imaginación total, tratando de ver qué salía, armonizando, dándole forma a las melodías, sin ponernos freno. Armamos las partituras, que es algo que nos llevó bastante tiempo. Fueron como dos años de juntadas. Cuando tuvimos todo, convocamos al resto de los músicos y luego de un par de ensayos nos decidimos a grabar. Ahora queremos empezar a tocar, a mostrar donde podamos estos temas y versiones. El proceso creativo está bueno, pero salir a mostrar y crear esa atmósfera que se da cuando tocas en vivo es algo que queremos hacer.
-¿Que le suma el tango al jazz y viceversa?
-Creo que se enriquece el lenguaje. Es una manera de unir dos mundos que en realidad no son tan distintos, o no están tan lejos. La fuerza sentimental del tango, unida con las libertades del jazz se elevan. Y para los jazzeros esa forma de tocar prolija y ensayada que es lo típico de los grupos tangueros, también le da matices únicos. Está genial porque podés tener más matices. Lo propio del tango dicho distinto forma algo nuevo y eso es interesante. Los sonidos o las formas de tocar, van en paralelo y se van enriqueciendo. No hay que temer y dejar atrás las fronteras musicales. Hay que salir cada vez más de los cajones.
-¿Aunque tengas el peso de la tradición por el lado de tu padre?
-No nos van a abandonar porque es parte nuestra y me encantan los sonidos tradicionales. Pero como músicos creo que estamos obligados a buscar ampliar horizontes, nuevos caminos, nuevas formas de transmitir, como te dije, ampliando el lenguaje y utilizar todas las herramientas como formas de creación. Hoy es común que muchos músicos toquen varios estilos. Y que lo hagan muy bien. Antes tocabas jazz o tango, era uno o el otro. Tocabas toda la vida dentro de ese corsé, siempre lo mismo. Hoy eso no pasa. Todos los músicos son más versátiles, hay más accesibilidad para estudiar distintas cosas, para escuchar de todo. Es decir, uno está influenciado por más sonidos. No hay que cerrarse, ya que hay más tecnologías para unirlas de manera que quede bien, sonidos que parecían lejanos. No hay una sola forma de ver y sentir la música. Cada uno de esos detalles característicos de cada género, en realidad no son diferencias: son herramientas que nos ayudan a pintar nuestro cuadro de la mejor forma.
-¿Es el legado de tu padre y los grandes músicos referentes del tango?
-Todo el legado de esos monstruos es no aflojar, ni achicarse, sino ir para adelante. Toda esa generación dejó algo atrás para ir hacia algo nuevo: Pugliese, Piazzola, Troilo, cada uno hizo la suya. Marcaron una época por explorar nuevos territorios. Algunas más, otros menos, el tema es disfrutar de esos sonidos y de la música en general. Esa es la principal enseñanza. Yo creo que tendría que tener dos vidas para estudiarme las variaciones de bandoneón que hacía mi viejo. Nada para mí fue orgánico, ni para mí ni para mi hermano, que también es compositor, laburamos para tener nuestra forma. No tiene sentido tratar de imitar o continuar donde dejaron esos gigantes. Sería una batalla perdida y sobre todo porque se perdería lo que tengo para decir yo en mi tiempo. Pero obvio que nos marcaron el camino.
-¿Cómo ves la escena de cara al futuro?
-Creo que hay un montón de propuestas que desde el tango se vinculan naturalmente al jazz o al rock, o a lo electrónico. Creo que estamos en una época de florecimiento del género. Lo socioeconómico y lo político no nos está ayudando, claro está. Todo anda mal en general y un amplio sector cree que no hay que apoyar nuestra cultura y eso entristece. Pero son momentos de resistencia. Debemos estar más fuertes que nunca. El tango nunca fue de cortar muchos boletos, sino lo contrario. Vienen artistas internacionales a llenar estadios, a meter toneladas de personas, con mucha difusión, mientras que nosotros tenemos que remarla para lograr que nos acompañe un puñado de personas. Pero es así. En eso estaremos.
-¿Cómo será el show del CAFF?
-Van a sonar las composiciones tal cual como fueron grabados, en su totalidad. Vamos a contar con la presencia de invitados, entre los que puedo destacar a Abel Rogantini, un astro en el circuito local, que estará reemplazando en el piano a Dante Picca que no podrá estar en esta fecha. Va a ser divertido y es algo que queremos difundir, a manera de servicio a la comunidad. Porque a pesar de tener una dura pelea por delante creo que es sano poder meterse en estos mundos abstractos que la música nos permite explorar. Hay que continuar propagando el virus del tango, y destacando lo que podemos hacer, mostrándonos nuestra propia potencia cultural. Algo que afuera saben apreciar pero que a veces nosotros mismos no le damos el lugar que se merece.
-Con Violentango estuviste en Brasil.
-Sí. Hicimos tres fechas, en San Pablo y Belo Horizonte, todo lleno hasta las manos, la gente re entusiasmada. Y uno se dice: “¿Por qué esto no pasa tan seguido acá en casa?” Hay que hacer fuerza para romper ese parámetro de comportamiento autodestructivo que tenemos que no nos hace bien. Lo bueno es poder emocionar al otro, como si las canciones fueran una obra de teatro. Si haces algo instrumental, pero alguien llora o se ríe o le generas algo, es un camino. Allá pasa, o en las giras, la gente curiosa que se acerca, quizás sin hablar el idioma, pero nos permite contarles algo. Eso es buenísimo. En la Argentina tenemos que darnos cuenta de lo que podemos hacer.
El quinteto presenta su álbum debut, Potrero, este jueves 16 de mayo a las 21 en el CAFF, Sánchez de Bustamante 772.
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