La Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) celebró sus siete décadas de vida con proyecciones en los edificios de la Ciudad de Buenos Aires para visibilizar la vida de las personas refugiadas. "El mundo es cambiante pero las necesidades son permanentes”, afirma Juan Carlos Murillo, representante del organismo.
De esta forma de comunicación no tradicional busca acercar a la ciudadanía imágenes y mensajes que contribuyan a reflexionar sobre la labor humanitaria que significa salvaguardar los derechos y el bienestar de las personas que se están obligadas a huir de sus países de origen por razones políticas, religiosas o económicas. En la última década, más de 80 millones de personas se vieron obligadas a huir de sus hogares en busca de un lugar seguro dentro o fuera de sus países. “En este mundo impredecible en el que vivimos, también tenemos una certeza: pase lo que pase, en donde sea que pase, ACNUR estará defendiendo los valores de la libertad y la dignidad humana. El mundo es cambiante pero las necesidades son permanentes”, destacó Juan Carlos Murillo, Representante Regional del ACNUR para el sur de América Latina.
En términos de crisis humanitaria en primer lugar está el estallido de la guerra en Siria como principal foco de conflicto, pero la salida de venezolanos hacia América y el Caribe, ocupa bastante su agenda con algo más de 5 millones de personas que han dejado el país. En tercer lugar, los nuevos enfrentamientos e inseguridad en Afganistán lleva tener que movilizar personas desde allí, como también Myanmar es una preocupación para ver qué y cómo hacer con los que quieren salir de allí. Sudán del Sur, es un quinto lugar donde los problemas llevan a que muchos busquen su ayuda, como la movilidad de los centroamericanos hacia el norte. Pero el conflicto en Ucrania, la llegada de refugiados y migrantes a Europa por mar, de Iraq, Libia y Somalia, como los nuevos brotes de lucha y violencia en la República Democrática del Congo, son solo algunos de los movimientos forzados de personas.
“Argentina ha sido de los países más generosos en cuanto a recibir refugiados, por su historia y el calor de su pueblo”, aclara Murillo. “Nos parecía importante conmemorar el inicio de nuestra labor, para dar un homenaje a todos los que hemos apoyado a lo largo de las siete décadas. Este fue un año complejo, ya era difícil antes, en Pandemia y con un cierre generalizado de fronteras tuvimos que doblegar esfuerzos para ayudar a los que sufren persecución, violaciones a derechos humanos, intolerancia o violencia de algún tipo y llevarlos a un país que les brinde protección. Por suerte la resiliencia y determinación de los refugiados nos ayudo a seguir” confiesa Murillo.
Este año, frente a la emergencia sanitaria de la COVID-19, ACNUR enfrenta un desafío sin precedentes ya que las condiciones para las personas refugiadas y migrantes de la región se vieron fuertemente deterioradas. La Oficina Regional de ACNUR para el sur de América Latina ha brindado apoyo a través de asistencia en efectivo, kits de alimento, abrigo e higiene, orientación y alojamiento a 94.369 personas refugiadas y migrantes en Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay entre marzo y octubre de este año.
“Hubo un primer desafío en pandemia que fue encontrar maneras ayudar a los que por falta de trabajo se vieron en situación de calle, dando techo y comida a todos los que se pudiera, pero también prestando atención a las comunidades receptoras para que se diera algo tan importante como es la contención social necesaria. En esto tuvimos que fortalecer la velocidad de respuestas durante estos meses. Hoy estamos abocadados en apoyar la reactivación económica, y para ello estamos implementando proyectos de recuperación socioeconómica, tanto con gobiernos locales, instituciones del estado, como con organizaciones de personas refugiadas para poder insertarse en el mercado laboral, para satisfacer sus necesidades básicas por su propios ingresos” cuenta Murillo.
La experiencia les permita actuar en movimientos masivos de personas, y la oficina de Buenos Aires ayudo a muchos a salir del país durante la época de los gobiernos de facto en el cono sur con un éxodo que con los años se transformó en un agradecimiento, transformando esa experiencia del exilio en una obligación de ayudar a otros. “Eso se nota mucho. La solidaridad reciprocada que se puede ver en esta parte del planeta, es reconocida en todo el mundo. Esto es gratificante” cuenta Murillo que destaca convenios firmados con gobiernos locales como es el caso de Mendoza, Córdoba, Salta como puertos receptivos y espacio de protección para quienes lo necesiten. “Hay cada vez mas políticas públicas y marcos normativos que tienen que ver con la aceptación de refugiados en el cono sur, por lo que es un referente en la materia, eso es para festejar.”
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