En primera persona, jóvenes militantes y presentes en la marcha por el Día de la Lealtad explican cuál es la promesa y la esperanza del movimiento justicialista hacia el futuro.
Los diálogos que en este texto se reproducen ocurrieron mientras las y los oradores sobre el escenario central se alternaban para tomar la palabra y pedían, por desgracia más de una vez, un médico a derecha e izquierda. No es que estos chicos y chicas no prestaran atención: los discursos se graban, se suben a las plataformas, se escuchan todas las veces que hagan falta. Ellas y ellos lo saben, y por eso se permiten el diálogo con Tiempo. Lo importante es estar presente, en la calle, romper por un rato y de cientos de miles el orden que manda a las personas por la vereda y los autos sobre el asfalto.
Dos preguntas para cada quién: ¿por qué estás acá? y ¿qué futuro ofrece el peronismo hoy en día?
María es interceptada cuando hacía vanguardia de un grupito para serpentear hacia adentro de la Plaza. Viste camisa de flores rojas y verdes y una túnica invisible hecha a base de resolución. “Es una fecha emblemática y cada uno viene a través de su propia lucha. No podemos dejar de protestar por la especulación que hay con los alimentos. Las empresas alimenticias en año y medio de pandemia aumentaron sus ganancias mientras suben los precios por encima de los salarios. Es una extorsión muy grande, yo vengo por eso”.
“El peronismo en el futuro tiene que ser conciliación, seas o no compañere, porque la suerte de la patria depende de todos los compatriotas”, remarca María, y sigue su camino preguntando a qué hora sale este texto.
Unos pasos más allá, a la sombra del Cabildo, otro grupo se pasa la pelota de vergüenza frente al grabador de este medio. De improviso emerge una señora, bastón en mano, largos setenta. Queda uno solo de ellos, rodeado entre el periodismo y la experiencia.
La doña quiere decir sus verdades y le habla directamente al chico: “Con un gobierno democrático que se dice peronista nos chorearon la mitad de la Plaza. El peronismo es un sentimiento, nació de la clase de abajo. El peronista está para acompañar a los otros, no hacemos oídos sordos. El único que siempre te va a dar una satisfacción es el peronismo. Acá entran todos: los menemistas, los kirchneristas, todos salieron del peronismo. Hoy muchos te dicen que son de La Cámpora: ¿quién carajo te votó si no es el peronismo?”.
La señora se disculpa. “Tengo nietos así jóvenes como él, por eso me cuesta quedarme callada”. Se aleja.
El chico, Mauro, se recompone, también tiene algo para decir. Tiene 19 años, es de Quilmes, subraya que estudia para contador público en La Plata. “La señora tiene razón. No estoy de acuerdo con el supuesto peronismo que está gobernando. Alberto Fernández es más radical que peronista, le hace falta más presencia del peronismo verdadero. A mí en lo personal me gusta más Guillermo Moreno. Perdón por cómo lo voy a decir, pero le faltan huevos a Alberto, no aparece, nadie habla de él”.
Sobre el peronismo y el futuro, Mauro propone “apoyar mucho la educación de cara al futuro y para el progreso del país. Hay que transformar los planes sociales en planes educativos y de trabajo”.
Lucas integra Camioneros hace tres años: tiene 22. Luce el chaleco verde junto a la reja que protege la esquina de la vieja jefatura de gobierno de la Ciudad. No está cómodo con el micrófono encendido, pero en la charla algo, de a poco, se enciende en él. “Para los empresarios hoy somos solo números. Si vuelve la derecha al poder, directamente vamos a ser descartables”. El aplomo crece cuando su discurso gira hacia la familia. “Mis viejos son auxiliares en una escuela. Con Néstor y Cristina nos fuimos por primera vez de vacaciones, tuvimos auto. Ahora se pelean por ver quién promete sacar más derechos laborales”, dice preocupado.
También se le transforma la cara para hablar de Milei: “El tipo le habla a los pibes más tibios por redes sociales, es un desastre lo que está haciendo. Yo me fui de todas porque me peleaba mucho. Solo uso TikTok”, mientras a su lado un parrillero labura con una casaca de Marcelo Gallardo para un homenaje envuelto en humo.
A pesar de toda insistencia y diplomacia, en las columnas de La Cámpora nadie se sintió autorizado a decir nada de manera pública. “Nosotros no damos entrevistas”, explican de primera, pero luego llega la verdadera razón: hoy habla Máximo.
Sin embargo, Juan Martín sí se permite hablar sin dejar de avanzar con una larga caña para la bandera en ristre. Tiene 24 años, viene de La Plata. “Con la llegada del neoliberalismo el ser humano se volvió más individualista, cada uno piensa solo en los suyos. Y la pandemia agudizó más esa individualidad. Hay que volver a unificar un pensamiento nacional, que no tiene que ser necesariamente de centro, como hicimos en 2019 con Alberto. No sé si es de centro, de izquierda o de derecha. Hay que entender qué le pasa a la Argentina hoy en día. Entender a la clase baja, a la clase media, también a quien es de clase alta. Suena paradójico, pero hay que entender qué necesita para que el resto pueda crecer. Es con todos porque comunistas no somos”, dice Juan Martín en una conversación que se cortó de manera abrupta cuando vio que su columna de banderas había quedado bastante lejos de él.
Ahí nomás, sobre el pasto aplastado de la Plaza están Lucía (22), Agustina (23) y Manuel, militantes del Partido Comunista Congreso Extraordinario, que aclaran que vinieron a bancar a Cristina. “Entendemos que el camino es un proyecto común. Como comunistas nos sentimos parte de esta Plaza por la soberanía económica y la justicia social. Son banderas que compartimos con el resto de los compañeros que estamos acá”.
Catalina es parte de Nuevo Encuentro y cuenta 19 años. Recién pasó al trote Martín Sabbatella por donde ocurre esta entrevista, sin comentarios. Sus palabras resuenan porque quizás pertenezcan a una nube de sentido poco habitual para la política argentina del presente: “Una punta de lanza para el futuro tiene que ser la capacidad para reinventarse y ofrecer algo distinto. El peronismo es el único movimiento que supo contener valores que siento que son importantes, como son el compañerismo, la solidaridad, el amor por el otro. El país tiene que volver a eso”.
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Mucho trosko y solialiste progretude encubierto en la Plaza de Mayo desde el mediodía me contaron, lleno de trapos multicolores (a rayas o cuadradito) y banderas blancas con la estampa del Recaudador. También unos cuantos burgueses izquierdozos metralletas hoy disFuncionarios ineptes de la gerencia pública del Gobierne. Como Peroncho me fuí con mi Bandera Nacional a Obras llevando a Rosas y Perón en mi sentimiento…fin.