101 días de cuarentena, siete prórrogas y una obligada marcha atrás

La noche del jueves 19, Alberto Fernández dispuso por decreto el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio para contener la pandemia de Covid-19. Lo hizo flanqueado por dos gobernadores del oficialismo (Kicillof y Perotti) y dos de la oposición (Rodríguez Larreta y Gerardo Morales). La medida inicial regía desde esa medianoche hasta el 31 de marzo inclusive, pero el DNU le otorgaba al presidente la facultad de prolongar la cuarentena “el tiempo que se considere necesario en atención a la situación epidemiológica”: desde entonces se prorrogó siete veces.

Había el día del anuncio 128 casos de coronavirus en todo el país. El primero, un hombre de 43 años recién llegado de Milán, se había confirmado el martes 3 de marzo. Y el sábado 7, el primer fallecimiento por Covid-19: un hombre de 64, con patologías preexistentes, que murió en el Hospital Argerich tras regresar de Francia.

El gobierno nacional ya había otorgado licencias excepcionales a trabajadores que hubieran estado en países con circulación viral, había suspendido los espectáculos masivos y las clases, cerrado las fronteras y establecido restricciones al transporte, pero la curva creciente de contagios obligó a dictar la cuarentena.

El 23 de marzo se anunció la primera medida fuerte para paliar los efectos económicos de la crisis sanitaria: la implementación del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).

Alberto Fernández anunció la continuidad del aislamiento social hasta el 13 de abril, tras la Semana Santa. Ya había 820 casos y 22 fallecidos.

El 3 de abril, las colas frente a los bancos de jubilados y beneficiarios de la AUH pusieron en crisis la distancia social.

El presidente prorrogó el aislamiento hasta el 26 de abril en los grandes centros urbanos, habilitando nuevas actividades e ingresando en una fase de cuarentena “administrada” en las provincias sin circulación viral, donde cada gobernador debía establecer protocolo para que se aprobaran las medidas de flexibilización. Los infectados sumaban 1975, con 82 muertes.

Alberto mostró esa noche gráficos que indicaban que la tasa de duplicación del virus ya se daba cada 10 días, cuando al principio de la pandemia ocurría apenas cada tres días. Reiteró que el objetivo era achatar la curva de contagios, aminorar la velocidad de expansión del virus y ganar tiempo para reforzar el sistema de salud y así evitar su colapso.

El 21 de abril se detectó el primer caso en una villa porteña, en el Barrio Mugica, una situación que se agravaría rápidamente.

Un día después, el 22, la evacuación de un geriátrico en Belgrano puso el foco en los contagios dentro de esos establecimientos.

Alberto anunció una nueva prórroga del aislamiento hasta el 10 de mayo en todos los aglomerados urbanos de más de 500 mil habitantes. Las ciudades y pueblos más pequeños sin transmisión local quedaron exceptuados, siempre que su tasa de duplicación de casos fuera inferior a 15 días (la media para todo el país era en ese momento de 17 días) y su sistema de salud estuviera capacitado para dar respuesta adecuada a un brote.

Ese día se presentó un cronograma de administración de la cuarentena. Tras las fases de aislamiento “estricto” y aislamiento “administrado”, se entraba en la etapa de “segmentación geográfica” por criterio epidemiológico, con excepciones provinciales y la restricción de movilidad hasta un 50% de la población. Las siguientes fases, para las que todavía no estaban dadas las condiciones , eran la “reapertura progresiva” y la ansiada “nueva normalidad”.

Para ese momento, el fortalecimiento del sistema sanitario ya entregaba datos alentadores. Al día de hoy se sumaron al sistema de salud más de 11.500 camas de terapia intensiva, unos 2000 respiradores y más de 4000 médicos, enfermeros y técnicos, además de 12 nuevos hospitales modulares. Los positivos confirmados al 25 de abril eran 3780 y los fallecimientos, 185.

El 6 de mayo se dio a conocer el primer gran aporte de la ciencia argentina a la lucha contra la pandemia: un test serológico desarrollado por investigadores del Conicet y el Instituto Leloir para detectar anticuerpos del SARS-CoV-2. Llegarían otros más resonantes, como los test moleculares de detección del virus creados en el Instituto Milstein y en las universidades de Quilmes y San Martín, y un suero híperinmune que neutraliza el virus, todo financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología a partir de la conformación de la Unidad Covid-19.

Ante los embates anticuarentena de los medios corporativos y parte de la oposición, el presidente anunció una nueva extensión del aislamiento, ahora junto a Rodríguez Larreta y Kicillof, acompañados por parte del grupo de epidemiólogos que asesoran al Poder Ejecutivo. La duplicación de casos en el país había llegado a los 25,1 días, pero el AMBA seguía con una curva pronunciada. Mientras casi todas las provincias pasaban a la Fase 4, la Ciudad y el Conurbano se quedaban en Fase 3 hasta el 24 de mayo inclusive. Ese 8 de mayo, la Argentina ya tenía 5371 casos y 282 muertes por Covid-19. La comparación que hizo Alberto con Suecia, que no impuso una cuarentena estricta, generó polémica. Un mes y medio después, las autoridades sanitarias suecas dicen arrepentirse del costo en vidas de esa medida.

Desde el sábado 16, los chicos porteños pudieron hacer salidas recreativas los fines de semana, durante una hora y en un radio de 500 metros, en días pares o impares, de acuerdo al DNI del adulto que los acompañara.

Ese mismo sábado murió Ramona Medina, la militante de La Poderosa en la Villa 31 que dos semanas antes reclamaba por la falta de agua en el barrio. Sin un protocolo de acción del gobierno porteño para los barrios vulnerables, los contagios explotaron primero en Retiro y luego en la Villa 1-11-14, de Flores.

La quinta prórroga del aislamiento –hasta el 7 de junio– puso el foco en los contagios crecientes en los barrios populares. Para entonces, eran casi el 40% de los casos en la Capital. Larreta y Kicillof volvieron a compartir el escenario con el presidente, pero la tensión por las medidas de flexibilización por las que abogaba el jefe de gobierno porteño y la demanda de más restricciones a la movilidad interjurisdiccional de parte del gobernador bonaerense iban en aumento. Impulsados por los casos registrados en las villas por el operativo Detectar, la Ciudad había pasado en una semana de 80 casos diarios a 400. En Provincia, el principal foco era Villa Azul. El total de contagios en el país ya sumaba 11.353, con 445 muertes. Esta vez, la comparación en las “filminas” fue con los países de la región, en particular EE UU, Brasil y Chile, cuyas autoridades demoraron las medidas sanitarias, sumando millones de casos y el colapso de sus sistemas de salud.

Alberto aprovechó esa conferencia de prensa para repasar los números de la ayuda económica del gobierno nacional destinada a empresas, trabajadores y familias afectadas por la pandemia: el IFE, que ya alcanza a 9 millones de personas, los créditos a tasa cero que ya tomaron 500 mil monotributistas y autónomos, y el programa de Asistencia al Trabajo y la Producción, que cubrió parte del salario de 240 mil empresas y dos millones de trabajadores.

El 25, en la Plaza de Mayo, un centenar de personas realiza la primera movilización anticuarentena.

Localizada en el AMBA, Chaco y un puñado de distritos, la pandemia dividió al país en dos. AF anunció que 18 provincias podían levantar la cuarentena en todo su territorio, pasando a un régimen de “distanciamiento” con estrictos protocolos sanitarios: reuniones de no más de 10personas y distancia de dos metros en eventos y actividades.

Prolongado hasta el 28 de junio (es decir, mañana), el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio quedó restringido a la Ciudad de Buenos Aires, el Conurbano Bonaerense, el Gran Resistencia (Chaco) y los departamentos de Rawson (Chubut), Bariloche y General Roca (Río Negro), donde siguió rigiendo la obligación de permanecer en los domicilios, salvo para hacer las compras básicas, realizar trabajos exceptuados o tareas especialmente autorizadas.

Al 4 de junio, el AMBA ya registraba el 90% de los contagios confirmados. En el resto del país, la tasa de duplicación de casos era de 43,8 días. La cantidad de infectados superó ese día los 20 mil, con 608 víctimas fatales.

Sin embargo, la flexibilización siguió en CABA. La noche del lunes 8 vio un aluvión de runners corriendo por parques y plazas porteñas, sin respetar la distancia social.

El 16 de junio, por primera vez, la cantidad de casos atribuidos a circulación comunitaria superaron a los contagios por contactos estrechos.

El 19, los contagios confirmados en un solo día perforaron el techo de los 2000 (llegaron a 2060). El 20, el “banderazo” por Vicentin se convirtió en una marcha anticuarentena. El 24, un nuevo récord: 2635 casos.

Con más de 55 mil casos confirmados y una curva de contagios en alza, que en un mes podría hacer colapsar la capacidad de camas de terapia intensiva, Nación, Provincia y Ciudad anuncian restricciones a la flexibilización del aislamiento. «