Hastío, cansancio o descreimiento: ¿dónde surge el voto popular antipolítica? En esta coyuntura, quienes estudian las acciones sociales a lo largo del tiempo hacen foco en los años en que el macrismo llegó a la presidencia y consideran que fue ahí donde, abiertamente, se profundizó una especie de revanchismo contra quienes piensan distinto. Presos políticos, sindicatos y todo aquel que se resista a caer en la indigencia: enemigos imaginarios creados desde “el poder” a los que oponer una resistencia conservadora.
Entonces llegó el ”efecto encierro” de la pandemia y la aparición de discursos de odio contra los funcionarios que intentaban evitar una catástrofe social. ¿Fue esto, sumado al fracaso de respuestas más efectivas en lo económico y social, la cepa que generó el 30% de votos a favor de La Libertad Avanza?
Tiempo dialogó con Leandro Barttolotta y Hernán Vanoli, dos sociólogos que, a través de dispositivos distintos, se dedicaron a estudiar el advenimiento, desarrollo y conformación del grupo social que arremete contra “la casta política”. Un sector que consagró a Javier Milei en la disputa electoral y que en las últimas horas recibió el apoyo político de un sector reducido de Juntos por el Cambio, representado en este caso por Mauricio Macri, Patricia Bullrich y algunos pocos referentes más.
Clases populares y política, asuntos separados
“Había una sociedad que estaba en la suya, específicamente una mayoría hipermovilizada, cansada en la gestión de todas esas variables y esos vectores para llegar a fin de mes, pero no solo al fin de mes o al final de la quincena, sino también al final del día. Por otro lado, la agenda política estaba en cualquiera”, analiza Barttolotta, integrante de Colectivo Juguetes Perdidos. Acaba de publicar Implosión. Apuntes sobre la cuestión social en la precariedad (junto a Ignacio Gago en la editorial Tinta Limón, 2023).
Barttolotta considera que había una especie de decisión en dos planos diferentes: lo que muchas veces se leía como antipolítica, eran esos dos planos que en ningún momento se tocaban.
“En las mayorías populares ni siquiera había lugar para la política. Aparecía más como un vector de molestia, como un zumbido bien lejano. Incluso discursos que se presentaban como antipolítica no dejaban de ser leídos muchas veces como política también. Nos parece que muchos de los análisis rápidamente ideologizaron o electoralizaron poniendo categorías como sociedad derechizada, voto castigo, o voto antipolítica. Pero en verdad lo que no se estaba investigando previamente es que hay es una sociedad cansada antes que derechizada”, suma Barttolotta.
Democracia y antipolítica
Para Hernán Vanoli, director de la consultora de análisis de opinión Sentimientos Públicos, «el voto popular antipolítica existe y es importante. Ese voto siempre encuentra una forma de canalizarse. A veces son propuestas de cambio y otras son propuestas de prender fuego todo. Pero lo que quiere ese voto popular antipolítica es afirmar la soberanía destituyente de la gente. Jamás la mayoría de la gente quiso a los políticos, eso es algo que sólo pasa en las tradiciones militantes y en los spots audiovisuales”, dice.
Según Vanoli, Javier Milei basó sus consignas de campaña en razones históricas. “La democracia fracasó en términos de mejorar las formas de vida, ayudando a crear la idea de que existe una casta política corrupta que no piensa en el bien común. En paralelo, el Estado no funciona en casi ninguna de sus áreas y durante la pandemia hubo mucha gente que se sintió abandonada y no pudo ir a ganarse su pan”, enumera el especialista.
“Lo extraño”, sigue Vanoli, “no es que hayan votado a Milei. Lo extraño es que Milei no gane tranquilo. Pero esa es otra historia. Milei es un terrorista simbólico que hizo una apuesta altísima con un trotskismo anarcocapitalista de ultraderecha y aún así sacó un 30%. Ahora se está desdiciendo de todo lo que dijo y convocando a la casta a que lo ayude. Uno podría sospechar que es más por narcisismo que por ideales”.
Interpretaciones apuradas
Por su parte, Barttolotta reflexiona que hay que correrse de los análisis vertiginosos el voto bronca. “Si partís de esa investigación de la mayoría popular y te corrés de los diagnósticos rápidos, lo que estás viendo es que la política nunca ingresó de manera concreta en esas mayorías populares. Una de las formas de ingresar es lejos de lo discursivo y de toda una especie de conversación de burbuja”, afirma.
El integrante de Juguetes Perdidos precisa un programa de estudios sobre lo popular: “Una de las maneras podría ser extrayendo, sacando, quitando vectores o variables de cansancio de ese cuerpo social y de esas mayorías populares, en vez de pedir movilización o de sobreexigir escucha a un discurso político que claramente era lejano a lo concreto y a lo cotidiano de esas vidas populares”.
Por último, Hernán Vanoli analizó algunas de las propuestas electorales del candidato de extrema derecha que aunó fuerzas con el ala dura del cambiemismo. “Occidente se organiza alrededor del Estado. Nadie puede creer en las fantasías de Milei de recortarlo hasta casi eliminarlo. Lo mismo pasa con la dolarización, ningún país con autoestima o perspectivas soberanas deja de acuñar su moneda».
«Milei es un atajo que propone soluciones fáciles, infantiles y demasiado teóricas para problemas complejos que deja una casta política que no está a la altura de los desafíos y responsabilidades que implica el voto popular. Sigue sosteniendo que va a dolarizar sin dólares y desconoce el Estado, se contradice en forma permanente, también invitó a la izquierda a formar parte de su gabinete. Su virtual gobierno es una verdadera incógnita”.