A las 10.30 del miércoles del 8A, la periodista Cecilia González, columnista de Tiempo Argentino y corresponsal de la agencia mexicana Notimex posteó en la red Twitter: “Apenas son 10:30 y ya tenemos a: Un presidente que dice que no importa cuál sea el resultado. Un senador (Alperovich) q dice q no quiere hacer política. Una gobernadora (Vidal) que dice que se sentirá aliviada si hoy no se legaliza aborto. El día va a ser largo”. No se equivocaba la colega. El día fue bien largo.
Pero ese inicio de jornada puso en evidencia que los actores secundarios del debate sobre el aborto legal y gratuito –esto es, los que llegaron a él no por propia voluntad, sino por motivaciones lejanas de sus convicciones- buscaron vaciar políticamente un tema que, sin embargo, es profundamente político. Veamos:
Mauricio Macri reveló que se conformaba con que hubiese existido el debate, sin importar el resultado. La anti política en su esplendor: semanas, meses de discusiones en las dos cámaras del Congreso impulsadas a partir de una decisión suya, desfile de especialistas por las comisiones, una media sanción que costó conseguir pero que fijó una posición clara desde el cuerpo que representa al pueblo (Diputados), una sociedad movilizada en las calles y un colectivo militante exigiendo un derecho que se le viene negando sistemáticamente, exigían de parte del primer mandatario un esfuerzo mayor en vez de ese “no lugar” tan cómodo del que nunca toma posición, aunque en el fondo la toma. ¿Sabrá Macri que sin Ley, la que falla es la política que no habrá sido capaz de garantizar un derecho? La gente en la calle dio todo y más. ¿Qué hizo el “feminista menos pensado” para empujar su aprobación? Si no hizo nada –la bancada de Cambiemos del Senado es la que mayoritariamente se opuso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo- ¿cuál fue entonces su motivación? ¿Le traerá beneficios el debate permanente de un tema que segmenta la agenda pública? Quién sabe.
Jorge Alperovich llegó al Senado del brazo de su hija embarazada y soltó una de las frases del día: “No he hablado antes porque no quería hacer política con esto, porque es un tema que divide mucho a la sociedad”. Si el ex gobernador de Tucumán no hubiese hecho política en su momento tal vez su provincia estaría adherida al protocolo por la interrupción legal del embarazo, o habría implementado la educación sexual integral. Y si realmente entendía que el tema divide a la sociedad: ¿cómo explica que la legislatura tucumana declarara a la provincia como “pro vida” arrogándose la representación totalitaria de una sola forma de pensar?
La frase de María Eugenia Vidal confirma lo que siempre se supo del macrismo: lo individual está primero. Su provocador “alivio” por la continuidad del statu quo será la condena de muchas mujeres, pero la gobernadora reaccionó con lógica de clínica privada: ahora no tendrá que destinar un solo peso para garantizar una práctica legal que, por otra parte, en los países donde está habilitada se realiza en el 90% de los casos a través de un medicamento y no quirúrgicamente. Es decir, no tendrá que ejecutar una política pública, que es lo que finalmente se le reclama al Estado. Qué alivio! Gana la democracia.