Es la misma base sobre la que estructuró Macri su campaña en 2015. Las internas opositoras siguen, pero ganan oxígeno ante el nuevo escenario. Los planes de Morales y los cruces en el PRO.
En los dos mayores socios de la alianza opositora sus dirigentes están enfocados en la evolución de la interna del gobierno a partir de la foto política que quedó plasmada este viernes en la Cámara Baja. Algunas proyecciones parecen más cercanas a los deseos que a las realidades, pero JxC volvió a estructurar su funcionamiento en torno a una pieza fundacional: construir sus discursos, programas y alianzas políticas y electorales, en virtud de las debilidades y fracturas del peronismo. Así, Mauricio Macri terminó de definir la estrategia que finalmente lo llevó al poder en 2015. Recostarse sobre una base electoral profundamente antiperonista y ampliar sus fronteras hacia su derecha ha vuelto a ser el eje ordenador de JxC. En ese contexto, los últimos comportamientos de la coalición oficialista solo alimentan la lectura que repitieron las diputadas y diputados de JxC en el recinto. Creen que en 2023 tienen amplias chances de suceder Fernández, aunque los tironeos entre radicales y macristas no cesaron después de las elecciones de noviembre sino que se aceleraron con una fuerza que impacta directamente en las dificultades que tienen los socios opositores para convivir bajo el paraguas de JxC sin pisarse los callos.
Tanto en el PRO como en la UCR creen que solo es cuestión de tiempo para que haya una dura respuesta de Fernández al sector del oficialismo que votó en contra del acuerdo con el FMI. Estiman que eso implicará el despido de funcionarios y una fractura expuesta entre el naciente albertismo, sus aliados internos y el kirchnerismo.
En un sector del PRO analizan que la decisión del diputado Máximo Kirchner de renunciar a la presidencia del bloque del Frente de Todos fue el comienzo de una estrategia de diferenciación electoral. Continuó con la votación negativa de sus diputados y diputadas 40 días después del portazo y es el prólogo de una «futura campaña» contra las consecuencias del acuerdo donde ese sector del kirchnerismo recordará que el pacto fue votado por el albertismo, el massismo y JxC.
Las proyecciones no ocultan el interés de algunos de sus integrantes de que se transforme en una profecía autocumplida. Los retrotrae a los aromas de 2015. Esas ambiciones resultan más cómodas que los platos rotos que quedaron adentro de la coalición opositora ante el examen de votar o no la renegociación de la deuda con el Fondo que pidió Mauricio Macri en 2018, sin siquiera consultarles a sus socios radicales. El expresidente se transformó en uno de los grandes decisores dentro de la coalición opositora. Junto con la titular del PRO, Patricia Bullrich, impulsó con éxito la opción de negarse en forma tajante a todo el pacto y solo encontró un freno en el radicalismo, porque su influencia superó ampliamente a un Horacio Rodríguez Larreta que ha quedado desdibujado en la disputa del liderazgo interno del PRO. El gobernador jujeño Gerardo Morales, empoderado como presidente de la UCR, les volvió a salir al cruce internamente y así lo hizo saber cuando habló ante los integrantes de las comisiones de Presupuesto y Finanzas de la Cámara Baja. El dirigente radical fue más allá de los acuerdos internos de la Mesa Nacional de JxC y reclamó que en ese plenario tenía que salir una ley sí o sí. Un mensaje directo a los más duros, pero también una nueva estrategia para antagonizar con los halcones del PRO, también con el kirchnerismo, pero sin perder la llegada al gobierno, el buen trato con el presidente y la alianza táctica con el titular de la Cámara Baja, Sergio Massa.
El último salto en Diputados de JxC es un bálsamo para las durísimas acusaciones que se tiraron sus socios en otra madrugada memorable: la de la votación del Presupuesto, cuando no se ponían de acuerdo si aceptar un regreso a comisión del texto y negarse tajantemente. Esta vez fue distinto. Después de superar la negativa de Macri, acordaron ir con una posición común que originalmente había propuesto el exministro y diputado de Republicanos Unidos, Ricardo López Murphy. La idea fue apoyada por Elisa Carrió y consistió en una interpretación conservadora de la Ley 27.612 de sostenibilidad de la deuda externa. Recomendaron respaldar solamente las facultades que le otorga el Congreso al Ejecutivo para pactar el endeudamiento, pero no el programa diseñado con el staff del Fondo para cumplir con las metas acordadas. Fue la llave que les permitió imponerle esa condición al oficialismo. Massa resignó el proyecto original, supervisado por el ministro de Economía, Martín Guzmán, y junto con el jefe del bloque, Germán Martínez, aceptó destriparlo, borrar el programa y redactar un artículo único que otorga la facultad para repagar el crédito anterior sin mención alguna a la vigencia de las investigaciones judiciales sobre el origen del préstamo pedido por Macri.
En esa jugada no solo se encolumnó una parte del panperonismo que habita el Congreso, también estuvo la ayuda de Morales, especialmente en la pulseada de Massa con Guzmán, que luego de decir que los artículos de su proyecto eran inseparables, fue enviado a una conferencia sobre Energía en Houston, Texas. Con el jefe del Palacio de Hacienda a 4000 kilómetros del primer cierre legislativo del pacto que negoció durante dos años, comenzó a correr la versión de que siempre estuvo dispuesto a cambiar la redacción del proyecto de ley.
El calibre de esas tensiones fue resuelta en una amplia votación de respaldo en Diputados. Esa foto podría reflejarse en el Senado, que comenzará el tratamiento de la media sanción a partir de este lunes con la presencia de Guzmán y parte del equipo económico ante la Comisión de Presupuesto de la Cámara Alta. Tanto para el oficialismo como la oposición hay chances de un dictamen esta misma semana y una sesión para el próximo jueves.
Si se confirman las especulaciones y poroteos, el pacto con el Fondo contará con la autorización legislativa que impulsó Fernández hace un año, cuando envió la Ley 27.612 para que el endeudamiento soberano tuviera un amplio respaldo legislativo del oficialismo y la oposición. Lograrlo implicó altísimos costos para la coalición que lo llevó a la Casa Rosada. Ponerlo en marcha posiblemente sea el punto de inflexión más importante para su gobierno y quizás una nueva metamorfosis para esta nueva experiencia del panperonismo en el poder. En JxC miran agazapados y ganan tiempo para curarse las heridas.
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