«Todo proyecto inconsulto está destinado a fracasar»

Tres estudiantes, protagonistas del conflicto educativo que desató la reforma que impulsa el gobierno porteño, explican cómo es la escuela secundaria que quieren, hablan de las tomas como herramienta de visibilización y del reclamo por la Educación Sexual Integral.*

La lucha estudiantil visibilizó en los medios la situación que suscitó el proyecto denominado “Secundaria del Futuro” o su versión posterior, la “Escuela que queremos”. El conflicto que se originó por la falta de diálogo con la comunidad educativa derivó en marchas, paro docente y tomas de escuelas, y en diferentes acciones que cada comunidad impulsó para manifestar su desacuerdo ante el avance inconsulto y compulsivo de una reforma educativa que será mascarón de proa para todo el país.

Antonella Giuso, representante de la Escuela Superior de Educación Artística “Manuel Belgrano”; Maite Aguilar, de la Escuela Técnica Nº 6 “Fernando Fader”; y Agustín Prieto, presidente del Centro de Estudiantes de la Escuela Normal Superior Nº 2 “Mariano Acosta”, son protagonistas de este conflicto aún no resuelto. Se reunieron para debatir el futuro de la escuela secundaria.

–¿Cuál es el eje de sus reclamos?

Antonella Giuso: –Un reclamo central es la emergencia en violencia de género. Les estamos exigiendo al Ministerio de Educación de la Ciudad y al de Nación que se aplique un protocolo en casos de violencia de género en todas las escuelas, y que se capacite a nuestros docentes y directivos. La Ley de Educación Sexual Integral, sancionada en 2006, no se está cumpliendo. Y la otra parte del reclamo tiene que ver con la Secundaria del Futuro, con la que no estamos de acuerdo. Creemos que precariza a docentes y a estudiantes. En el último año nos llevan a trabajar gratis a una empresa sin ningún norte educativo. Por eso pedimos la derogación de esta reforma. Creemos que no le va a hacer ningún bien a la educación pública.

Maite Aguilar: –Además de derogar esta iniciativa, pedimos que toda reforma sea consultada con docentes, y estudiantes, en un marco de diálogo entre todas las partes que competen a la educación pública. Sí entendemos que debe mejorar, y por eso reclamamos participación en cualquier reforma que quiera aplicarse.

Agustín Prieto: –Lo que primó fue la falta de información y el carácter inconsulto e improvisado con el que quieren llevar adelante esta reforma. Después de un mes de tomas, se logró tener un documento oficial que es muy vago. Esta violación al derecho a la información pública es uno de los motivos por el cual los  secundarios pedimos la suspensión de la reforma por un año. Tenemos los pdf y los powerpoints que salieron de manera informal, pero ninguna información certera de qué quieren implementar y cómo. Toda reforma está destinada a fracasar si no es consultada con toda la comunidad educativa.

¿Qué escuela secundaria piensan e imaginan ustedes?

AG: –Durante la toma tuvimos tiempo para debatir, lo aprovechamos al máximo. Queremos una educación que esté atenta a los problemas sociales. Creemos que esta reforma marca claramente qué tipo de país se busca, qué tipo de personas se quiere formar; justamente, está planteada sólo para las escuelas de gestión pública, pero las privadas no tendrán que implementarla. Es decir, quienes puedan pagar por su educación, podrán formarse, pensar en la carrera universitaria que quieran seguir luego. En cambio, a los que “caemos” en la educación pública, como dice nuestro presidente, nos tocará ir a trabajar gratis a una empresa. Pensamos que tiene que haber una reforma en nuestra educación, porque los colegios se caen a pedazos, hay pibes y pibas que no llegan a fin de mes porque sus viejos no tienen un laburo bien pago y las viandas que llegan a los colegios vienen en malas condiciones. Pero esta reforma, lo único que hace es ir por otro modelo de país, que no es el que buscamos nosotros y nosotras.

AP: –La educación no es como debería ser pero tampoco es un desastre. La escuela no es sólo un espacio de introducción al mundo laboral. Debería ser una herramienta emancipadora, un factor transformador donde los estudiantes y las estudiantes construyan conocimientos con los docentes, y que a partir de esa construcción colectiva puedan elaborar nuevas herramientas para transformar la sociedad. Esta reforma, por el contrario, plantea la introducción a un mundo del trabajo flexibilizado, no el trabajo digno al que todos y todas tenemos derecho.

MA: –La tecnología evoluciona y el colegio no tiene que quedarse atrás. Es esencial que los estudiantes tengan proyector en el aula, computadora en sus casas y que en la escuela  puedan trabajar con las nuevas tecnologías. Pero hay que contemplar la realidad de cada uno: hay pibes que llegan a su casa y no tienen para comer  porque su padre o madre no tiene un buen ingreso o se quedó sin laburo. Quieren vendernos esta reforma  como una manera de llenar de tecnología las escuelas, mientras cierran el programa Conectar Igualdad. Además, no se puede plantear una escuela llena de tecnología cuando enchufás dos cargadores y saltan los tapones. Partamos de lo básico: asegurarle al pibe que va a tener lugar en el colegio, que no va a tener que esperar a que otro compañero no pueda ir. Muchos vemos el colegio como un segundo hogar: en el caso de las técnicas o las artísticas, pasamos ahí la mayor parte del tiempo. A veces entrás y te dicen: “No tenés clase porque se te inundó el aula”. Hay agujeros en las paredes, en el techo. Nos hartamos de eso y arreglamos el aula. Pero no queremos ser el ejemplo por eso, queremos que el Estado se haga responsable. Venimos reclamando un  plan de obras que nos vienen prometiendo hace rato. Y el dinero está, hay un presupuesto, pero no se aplica, no se invierte. 

–Las tomas generaron opiniones encontradas. ¿Cómo las evalúan en perspectiva y hacia adelante?

AP: –Hay que desmentir que las tomas no sirven; son una herramienta totalmente válida para visibilizar que hay un problema. Este conflicto tuvo su punto más alto en las tomas y creemos que estuvo bien manejado por parte de los y las estudiantes.

AG: –El conflicto tuvo distintos planteos: uno a la interna de los estudiantes secundarios, otro de cara a la sociedad y otro para el Gobierno. Demostró una madurez de parte de los estudiantes, que somos un sector dinámico, somos jóvenes. Se nos vio durante todo septiembre en todos los medios de comunicación, marcando agenda política, no hubo funcionario que no haya hablado de la reforma educativa. Tomar los colegios fija una postura: que los y las estudiantes no vamos a dejar que ningún Gobierno de turno nos pase por encima, que decida por nosotros y nosotras, y mucho menos que nos criminalice. No sólo los sindicatos docentes sino distintos sectores de trabajadores se solidarizaron con nosotros. Somos parte de la lucha contra las políticas neoliberales. Al Gobierno le dejamos claro que no nos vamos a quedar quietos, que hay una nueva generación que está politizada, que nos importa la política, que no creemos que sea algo malo, sino todo lo contrario.

MA: –La ministra tuvo que dar la cara, tuvo que decir que hace un año y medio se estaba planteando esta reforma, que había hecho esas famosas consultas a los docentes y directivos, cosa que no pasó. Con las tomas logramos que se debata, que se ponga en pie el protocolo ante casos de violencia de género, que fue un pilar de nuestras reivindicaciones durante toda la lucha estudiantil. La Defensoría del Pueblo nos esta ayudando para que tengamos la participación que tenemos que tener dentro de este protocolo, y eso es una gran victoria. Le hicimos llegar a nuestros padres la verdad de la información, y que se dieran cuenta de que la reforma realmente nos afecta. Y creo que hacerlos partícipes también a ellos, tanto que se organizaron para acompañarnos en nuestra lucha, también es una gran victoria. «

*Contenido no editorial

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