Un operativo de seguridad inédito que no impidió el ingreso de una mujer que no era diputada al recinto, la habilitación total de las galerías por primera vez desde 2015 para la barra propia y la decisión de confrontar con el kirchnerismo le dieron marco a la apertura de sesiones ordinarias.
La oposición, como ya es habitual, recibió al Presidente con carteles. Los legisladores peronistas tapizaron sus bancas con el mensaje fue #HayOtroCamino. Por su parte, Araceli Ferreyra, de Movimiento Evita, ingresó al recinto con una planta de Cannabis y un cartel para fortalecer el reclamo por el autocultivo. Por su parte, la izquierda montó sobre sus bancas reclamos contra el FMI, los despidos y la intervención de Estados Unidos en Venezuela.
El propio discurso del Presidente con las referencias a la corrupción y la constante alusión a los gobiernos del kirchnerismo en particular y del peronismo en general se encargaron de caldear el ánimo. La decisión de habilitar las galerías también hizo lo suyo.
Ante cada cuestionamiento que se hacía a viva voz desde las bancas opositoras un coro de asesores contestaba desde la tercera bandeja con un entonado “no vuelven más/no vuelven más”.
El momento más caliente de la Asamblea Legislativa fue cuando Johanna Picetti, una diputada electa a la que se impidió asumir tras ser acusada de maltrato infantil, ingresó al recinto y comenzó a gritarle al Presidente.
El fuerte y desmesurado operativo de seguridad dejó ver su fragilidad cuando Picetti bajó las escaleras del recinto rumbo al estrado que ocupaba Macri. La dirigente que había integrado las listas del oficialismo se refugió entre las bancas opositoras. Ni la vicepresidenta a cargo de la Asamblea ni la seguridad la pudieron sacar. Se quedó parada y vociferando hasta que terminó el discurso del Presidente.
A lo largo de su alocución, Macri despertó más de un aplauso de su propia bancada. Lo llamativo es que los diputados, entre otras cosas, aplaudieron a rabiar la mención del DNU que impone la extinción de dominio. Un acto que va en desmedro de la actividad legislativa.
Además, fieles a su mirada ideológica, fueron más efusivos ante las críticas hacia el gobierno de Venezuela que ante el aumento de la Asignación Universal por Hijo (AUH), el único anuncio en los casi 60 minutos de mensaje.
Las ausencias fueron muchas. El recinto estuvo lejos de estar colmado. Pero más allá de las ausencias de los legisladores, el dato que quedó flotando en los pasillos del Congreso, casi como una señal de los tiempos que vienen, es que tan sólo tres gobernadores asistieron a escuchar el discurso del Presidente. El entrerriano Gustavo Bordet, el jujeño Gerardo Morales y la bonaerense María Eugenia Vidal fueron los únicos madatarios, junto al jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, que se animaron a sentarse junto a Macri.
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