El sargento Mariano Ballarino había dicho que se le escapó un tiro. Las pericias y el testimonio de una mujer policía que lo acompañaba demostraron su culpabilidad.
El caso de violencia institucional ocurrió la noche del 23 de febrero de 2017. Lucas estaba con un grupo de amigos en la esquina de Bulnes y Costa, en Merlo. Escucharon tiros y, minutos después, apareció un patrullero de la Bonaerense, que había recibido el llamado de una vecina. Los otros seis jóvenes que estaban con Lucas salieron corriendo, y a él, que caminaba de espaldas al móvil, le gritaron la voz de alto. Cuando se dio vuelta, fue asesinado de un tiro de la pistola reglamentaria de Ballarino. Los jóvenes que se alejaban pudieron ver cómo el sargento pateaba el cuerpo. Décima murió antes de entrar al quirófano del hospital Héroes de Malvinas.
La propia versión policial dice que Ballarino tropezó con el arma desenfundada, sin seguro, y que se le escapó un tiro. Detenido en la seccional 9ª de Tres de Febrero durante 30 días, fue liberado luego. Sin embargo, durante el juicio, la Justicia de Morón ordenó su inmediata detención. En una de las audiencias, la policía Nélida Clara Valor, quien prestaba servicio junto al sargento esa noche, declaró que nunca existió una situación de peligro y que ella no consideró necesario desenfundar su pistola.
«Nuestra posición como familia es que la Justicia condene a Ballarino con la pena máxima. Que el Tribunal haya dicho que habrá un fallo condenatorio y que esté preso ya es un triunfo contra el gatillo fácil. Quiero que el caso de mi hijo marque un antes y un después, por todas las víctimas de la violencia institucional», dice a Tiempo Ismael Décima, profesor de Historia y militante del Movimiento Evita.
«Estamos esperando el fallo para conocer el monto de la pena –agrega el diputado nacional Leonardo Grosso, referente de esa organización–. Lo que hicimos en todo este tiempo fue construir justicia. Se logró porque la familia se movilizó junto a parientes de víctimas de violencia institucional. Esto permitió llegar a la instancia de juicio bastante rápido. Esta idea de que había sido un accidente fue desmentida por las pericias y por el testimonio de la mujer policía durante el debate oral».
En el juicio se demostró que el imputado –un policía con once años de experiencia– montó su arma, sacó la mano por la ventanilla y le disparó a Lucas. Violó el protocolo de procedimiento de las fuerzas de seguridad: le disparó a medio metro de distancia, lo que la norma reconoce como una ejecución. «Ballarino entró al barrio Parque San Martín como un pistolero y se cobró la vida de Lucas, que fue asesinado a quemarropa –concluye el abogado de la Campaña contra la Violencia Institucional, Nahuel Berguier–. Lo que quedó claro es que hubo un exceso de parte del policía, que es quien debería brindar seguridad». «
Celeste López y Mariano Gorini serían los nombres de los agresores.
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