El diputado nacional de la UCR y exgobernador mendocino analiza la situación de Juntos por el Cambio, la presentación de Guzmán en el Congreso y la relidad económica del país.
–¿Cuál debe ser el rol de la oposición en este contexto?
–Veo que este es el momento de la luna de miel del Frente De Todos y Alberto Fernández lo cual es lógico y útil, ya que todo gobierno merece una luna de miel. Creo que hay que saber aprovecharla bien y cada gobierno debe llegar con un plan, algo que no se ve ni percibe. Paralelamente, en medio de esa luna de miel, la Argentina necesita que la oposición exija un buen gobierno, pero que haya una buena oposición, algo que en el gobierno de Macri no hubo. Que sea colaborativa. Nosotros creemos cumplir ese papel, pero también de equilibrio, que son dos cuestiones que no tienen por qué ser contradictorias.
–¿Quién lidera actualmente Cambiemos?
–En este proceso no se puede tener un liderazgo único. Yo creo que hoy el liderazgo está alrededor de los gobernadores radicales, del jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, y de los presidentes de los partidos que conforman el espacio.
-¿A la oposición le conviene un Macri en escena?
-Creo que en esta primera etapa su prudente silencio ayuda a la unidad de Cambiemos y también le ayuda a él a que su figura pueda ser evaluada con menos prejuicios. Con respecto a su nuevo cargo (en la FIFA) me parece coherente con su trayectoria en el fútbol y no veo por qué algunos dirigentes del fútbol han sido tan críticos con él, ya que no es contradictorio con su Curriculum.
-Dentro de Juntos por el Cambio, ¿cuál debería ser el rol de la UCR, teniendo en cuenta que durante el gobierno de Macri se los vio más relegados?
-Yo creo que en los cuatro años del radicalismo en Cambiemos cumplimos en no desdibujar el presidencialismo de nuestro diseño constitucional y le hemos dado fortaleza a Macri, incluso en oportunidades en las que no estábamos a favor, y hasta quizás pecamos de haber estado más retraídos de lo necesario. En mi caso, en los dos años que fui presidente en el Comité Nacional, siempre en privado aporté críticas, y cuando no tuve resultados en privado las hice en público. Ahora como oposición, el radicalismo tiene que ser el garante de que la coalición se mantenga unida, ya que es clave para la alternancia en el país, para que el sistema republicano tenga equilibrio. Además dentro de los tres partidos que componen la alianza, el radicalismo es el que tiene mayor y mejor desarrollo territorial. No hay pueblo, ni ciudad en el país que no tenga un simpatizante o dirigente que no sienta orgullo de ser radical.
–¿Qué opinión le merece que Ricardo Alfonsín sea nombrado por el gobierno de Alberto Fernández embajador en España?
–(Risas) Raúl es una cosa y Ricardo es otra y ha tenido una conducta puramente individual. Él dice haber consultado, pero no ha consultado a ningún dirigente del Comité. Lo hace a título personal y no involucra al radicalismo. Su apellido, ilustre para el radicalismo, no implica que lo que haga represente al partido.
-Con respecto a la situación de la deuda externa, ¿cómo vio la presentación de Martín Guzmán en el Congreso?
-Veo positivo que se dé un informe en el Congreso. Ahora, en el gobierno pasado también se dio un informe sobre el tema. Lo que no queda muy claro es cuál es el plan, no sólo para pagar deuda sino para crecer, que es nuestro problema. Argentina tiene un problema productivo que ha derivado en que cada vez tengamos más deuda, entonces no es el huevo y la gallina. Desde 2010 que no crecemos, objetivamente en los números fríos, y los números no mienten. Desde el primer gobierno de Cristina Fernández que tenemos el mismo PBI y en 2010, según el censo, éramos 40 millones de argentinos y hoy se estima que somos 44 millones. Tenemos 4 millones de argentinos más y la misma riqueza. Y en el medio ha habido inflación, desvalorización de la moneda, pero el problema final es que no crecemos.
–¿Les da confianza lo que expuso el ministro?
–La verdad que no. Quiero tener confianza porque una sociedad, como en la vida, para vivir requiere tener esperanza. Pero no hay un horizonte de crecimiento, sólo se dio lo que el ministro definió como senderos, esos senderos tenían dos escenarios: uno no hacer nada, es decir, entrar en default, y el otro era equilibrio fiscal en 2023 y superávit fiscal en 2024. Pero no dijo cómo se va a dar eso y en la medida en que no se diga el gobierno no sólo va a tener problemas con los acreedores sino también con los actores económicos. El ministro no dio horizontes. Sin duda es preocupante porque es probable que termine la Argentina en una cesación de pagos, en un default y eso va a tener consecuencias negativas. «
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