El ex secretario general de la Presidencia Oscar Parrilli presentó un escrito ante el juez Claudio Bonadio en el que negó los cargos que le imputan en la causa de los cuadernos y le recordó al magistrado que lo recusó y pidió la nulidad de la causa, decisiones ambas que -pese a que fueron rechazadas en primera instancia- están apeladas ante la Cámara Federal.

Parrilli declaró y se fue de tribunales, desalentando alguna especulación de la víspera sobre una eventual detención. El juez Claudio Bonadio se retiró de los tribunales federales de Comodoro Py 2002 a las 13.30 tras anunciar que “se terminó por hoy”. Estaba de buen humor, ataviado con un saco azul, una camisa blanca sin corbata y un chaleco tipo campera inflado. “Ustedes pueden preguntar, pero yo no voy a responder”, dijo a un grupo de periodistas que lo esperaba en el cuarto piso del edificio.

Parrilli se negó a declarar pero el trámite de la indagatoria quedó cumplido. Después de la presentación de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, prevista para el próximo lunes, correrán los plazos procesales –diez días hábiles- para la resolución de la situación de todos los imputados.

Más temprano, el ex juez federal Norberto Oyarbide sí aceptó preguntas y en su indagatoria negó haber recibido dinero por parte de algún funcionario del gobierno.

Oyarbide aparece en las fotocopias de los cuadernos del chofer el ex secretario de Coordinación del Ministerio de Planificación Roberto Baratta como receptor de al menos un pago por sumas de dinero, presuntamente para brindar una suerte de protección legal a la supuesta operatoria ilegal.

«Jamás he recibido absolutamente nada», replicó. Pero en una tumultuosa declaración pública deslizó que podía describir quien lo “apretó del cogote” en el marco de la causa por el presunto enriquecimiento ilícito en el que sobreseyó al matrimonio Kirchner. ¿Acaso otro imputado en la causa? ¿Tal vez alguien que ya declaró?

Oyarbide se comprometió a “ir aportando prueba” (tal vez allí haya respuestas) y se retiró apoyado en un elegante bastón y con un sombrero que completaba su pulcro atuendo.

Parrilli, por su parte, calificó de “invento absolutamente armado” toda la causa de los cuadernos.