Este libro fue escrito por Néstor Espósito pero nunca fue publicado en papel y sólo circula de manera digital. Es una investigación minuciosa sobre la muerte sospechosa de Lourdes Di Natale. Compartimos algunos fragmentos del trabajo de nuestro colega y un enlace de descarga para acceder al libro completo.
Lourdes Di Natale fue una bella mujer que llegó de casualidad al entorno íntimo de Carlos Menem, cuando el riojano soñaba con perpetuarse en el poder (delegado por el verdadero poder) casi como un emperador. Conoció, palpó, vio, supo y anotó lo que veía desde su privilegiada atalaya. Hasta que algo se quebró. Y se convirtió en la “arrepentida” de lo que ella creyó que era una gigantesca maquinaria de corrupción, pero murió sin poder probarlo.
Este libro cuenta, literalmente, la caída de Lourdes Di Natale. Desde la cima de los entresijos del poder, pero también desde una ventana en el barrio porteño de Palermo.
Esta es una investigación periodística, tal como entiendo, siento y vivo este oficio que elegí hace más de 30 años. Toda la información que aparece en este trabajo fue extraída de los expedientes judiciales.
Lo que sigue es parte de una historia trágica. Pero también es una invitación a entender cómo actúa (y no actúa) la Justicia.
Lourdes Di Natale es apenas una muestra.
Su muerte parecía un accidente. Este libro revela la verdad.
Néstor Espósito
-Lourdes, vení un momento.
-Ahora no puedo, estoy ocupada.
-Dejá eso un segundo, vení.
María de Lourdes Di Natale levantó su metro y medio de estatura de su escritorio, siempre abarrotado de papeles. Cansinamente y con gesto de fastidio se acercó a la ventana del tercer piso de las confortables oficinas de la peatonal Florida 981, muy cercanas a la Plaza San Martín, en el corazón de Buenos Aires.
-¿Qué pasa?
-Ya vas a ver…
Pasaron unos diez segundos, tal vez menos, y de pronto un ruido seco seguido de un estruendo y una vibración como un pequeño terremoto comenzó a insinuar una columna de humo gris y negro que poco a poco se fue levantando hacia el cielo.
Lourdes (todos los que la conocieron la llamaban simplemente “Lourdes”) abrió muy grandes sus ojos claros. Faltaban diez minutos para las tres de la tarde del 17 de marzo de 1992. A menos de 500 metros de ese ventanal, acababa de estallar la Embajada de Israel.
Lourdes Di Natale fue una convidada de privilegio de gran parte de la historia argentina que se escribió después de la primavera democrática que encabezó Raúl Alfonsín.
Llegó a la Casa Rosada de la mano de Carlos Menem, en julio de 1989. En esos primeros años, en que el ex gobernador de La Rioja amasó poder, Lourdes estaba instalada a unos pocos metros del despacho presidencial, en el primer piso de la sede gubernamental.
Aquella escena lejana del primero de los dos atentados antijudíos en la capital argentina, la voladura de la Embajada de Israel, con sus más y sus menos, fue relatada al difunto fiscal federal Alberto Nisman el 10 de julio de 2008 por Paula Judith Kohan, una vecina del séptimo B del edificio ubicado en Mansilla 2.431.
Del departamento Décimo C, por una pequeña ventana de un cuarto pensado como habitación de servicio, Lourdes Di Natale cayó el 1º de marzo de 2003 y encontró la muerte.
Paula Kohan conocía a Lourdes desde 1996 o 1997, por una circunstancia casi familiar. “Yo inscribí a mi hijo en una escuela llamada Arco Iris, él tenía tres años y era compañero de la hija de Lourdes”. Poco después se mudó al edificio de la Calle Mansilla y trabaron relación.
“Ella me contaba algunas cosas, pero yo no entendía nada de lo que hablaba. Mencionaba muchos nombres de jueces, de gente que estaba involucrada… Sí me habló de algo que pasó al momento de producirse el atentado a la Embajada de Israel. Que ella estaba trabajando en la calle Florida y que al momento del atentado le dijeron que se acercara a la ventana e instantes después se produjo la explosión. Como que sabían que eso iba a ocurrir. En ese momento ella trabajaba con ‘la cúpula’ de lo que era el gobierno de Carlos Menem y me aseguró que sabían lo que iba a pasar. Le dijeron ‘vení, asomate’, como que ya estaban avisados de que iba a haber una explosión. Eso pasó en las oficinas de la calle Florida, era un lugar donde funcionaba lo que ella identificaba como la secretaría privada de Menem”. La cita es textual de lo que consta en el expediente.
Kohan no fue la única que escuchó de boca de Lourdes ese relato. El periodista Felipe Yapur entrevistó a la diputada Elisa Carrió cuando ésta encabezaba una comisión investigadora del Congreso sobre lavado de activos, a principios de este siglo. En un tramo del reportaje, Carrió dijo: “Hay un dato de lo que nos dio Lourdes Di Natale. Cuenta que fue muy raro lo que ocurrió el día del atentado. Siete minutos antes de que explotara la bomba llegó Yabrán. Cuando estalla, todos se acercaron a las ventanas. Ellos, muy tranquilos, dijeron: ‘Mirá, un hongo en el rulero’, y luego siguieron hablando”. El “rulero” es un edificio emblemático de la capital argentina. Se lo denomina así porque tiene la forma de uno de esos elementos de peluquería que utilizan las mujeres (y algunos hombres) para darle a sus cabellos forma de bucles.
A principios de este siglo, Lourdes Di Natale cobró notoriedad como una “arrepentida” de la supuesta corrupción de la década de gobierno de Carlos Menem (1989-1999).
El cadáver de Lourdes Di Natale fue oficialmente hallado en el patio interno del edificio de la calle Mansilla por el sereno del lugar, Yaroslaw Mocinczuk, un paraguayo domiciliado en la localidad bonaerense de Adrogué, a las 20:30 de aquel 1º de marzo de 2003, cuando llegó y comenzó a encender las luces de los pasillos y el pulmón de aire y luz del edificio.
La expresión “oficialmente hallado” no es casual: a lo largo de la causa judicial hay reiterados indicios de que alguien supo que el cuerpo sin vida de Lourdes estaba allí bastante antes de esa hora.
(…) Cuando la Policía Federal fue anoticiada del deceso de Lourdes Di Natale, en el sumario que se inició en la Comisaría 19 de la Capital Federal quedaron registradas las actuaciones como “Muerte sospechada de criminalidad”. Sin que del expediente se desprenda explicación alguna, en la foja 11, cuando el cuerpo sin vida de Lourdes fue enviado a la morgue judicial para la autopsia correspondiente, la remisión fue acompañada de un escrito que hablaba de “hecho caratulado Av. (averiguación) Suicidio”. Es decir que un hecho de sangre inicialmente “sospechado de criminalidad” mutó un rato más tarde en un supuesto “suicidio”. En el medio están esos 50 minutos vacíos y sin respuestas en el expediente. «
https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2024/11/PARECIA-UN-ACCIDENTE-2.pdf
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