Fue asesinado por una patota enviada por el líder de la Unión Ferroviaria, José Pedraza, en defensa de los negocios sindicales con los concesionarios ferroviarios a partir de la tercerización del personal.
Entre un centenar de trabajadores tercerizados se encontraba Mariano Ferreyra junto a sus compañeros del Partido Obrero en el que militaba. Mariano murió allí mismo de un balazo de plomo. Elsa Rodríguez, del Polo Obrero, recibió un disparo en la cabeza aunque pudo salvar su vida.
La protesta exigía poner fin al régimen laboral de la tercerización, al que eran sometidos miles de jóvenes, y mediante el cual las patronales eludían las obligaciones de los convenios y pagaban salarios un 50% menores de los que percibían sus pares de planta.
La patota pretendía barrer con una protesta que ponía de manifiesto el papel de la conducción de la Unión Ferroviaria en el entramado de negocios que sostenían las tercerizaciones en la red de los ferrocarriles privatizados. El mismo sindicato era el que gerenciaba las cooperativas que escondían verdaderas empresas que «brindaban» servicios a las privatizadas del ferrocarril con trabajadores precarizados. De ahí surgía la total pasividad de Pedraza frente a lo que resultaba ser un reclamo legítimo de los trabajadores.
El asesinato de Mariano generó una inmediata reacción. Esa misma tarde, una masiva movilización a la Plaza de Mayo exigió justicia y el esclarecimiento del caso al gobierno de la por entonces presidenta Cristina Fernández.
La incesante movilización popular logró lo que nunca había ocurrido. En solo tres años la Justicia se expidió y encarceló con penas de entre 15 y 18 años de prisión a los autores materiales del asesinato pero también a sus instigadores que, con pruebas irrefutables, identificó en los dirigentes José Pedraza y Juan Carlos Fernández que, sin estar en el lugar de los hechos, habían organizado la emboscada y el ataque criminal actuando como partícipes necesarios. Los comisarios presentes en el lugar también sufrieron penas por liberar la zona en favor del ataque. Hasta allí llegó el hilo de las responsabilidades políticas y estatales que determinó la Justicia.
El impacto inmediato
El crimen produjo una profunda conmoción política. Incluso, por la agudeza de la crisis que se abrió a partir del vínculo estrecho de esas conducciones sindicales con el gobierno de entonces, llegó a atribuírsele la muerte, una semana después, del expresidente Néstor Kirchner.
Además, impactó en el entramado de las privatizaciones y del trabajo tercerizado. En forma casi inmediata, poco menos de 3000 trabajadores tercerizados pasaron a la planta permanente del ferrocarril. Más de la mitad lo hizo en la línea Roca, epicentro de las protestas. El hecho también puso en la mira a las propias privatizadas y los negociados que operaban detrás de ellas. Algo que también se puso de manifiesto brutalmente en la masacre de Once, apenas un año y medio después y que, con el saldo de 51 víctimas fatales, determinó el proceso de traspaso a la gestión estatal de cinco de las siete líneas suburbanas y el desenlace de la Ley 27.132, promovida en 2015 por el entonces ministro de Transporte Florencio Randazzo. Allí se estableció un régimen de gestión de los ferrocarriles bajo un formato mixto, con participación sindical en el directorio y que habilita una forma de privatización del sistema.
Vigencia
Al día de hoy, tanto en el ferrocarril Urquiza como el Belgrano Norte persisten gestiones privadas (Grupo Roggio en el primero y Grupo Romero en el segundo) al igual que en los ramales de carga como Nuevo Central Argentino, en manos de la Aceitera General Deheza, propiedad del titular de la UIA Miguel Acevedo; el Ferroexpreso Pampeano, del Grupo Techint; y el Ferrosur Roca, gestionada por el grupo brasileño Camargo Correa.
Gabriel Solano, legislador porteño, dirigente del Partido Obrero y compañero de Mariano, destacó que «los reclamos fundamentales que llevaron al asesinato de Mariano siguen todos planteados. Tanto la tercerización laboral y la privatización del sistema ferroviario como así también el dominio de la burocracia sindical en los sindicatos».
Para el dirigente, «la estatización de los sindicatos por medio de una burocracia sigue siendo un objetivo fundamental de los gobiernos para aplicar los planes de ajuste».
La ley ferroviaria que impulsó Randazzo, de hecho, habilita «la gestión de los sistemas de control de circulación de trenes y el mantenimiento de la infraestructura ferroviaria por terceros», algo que si bien se discontinuó en un comienzo, reapareció con fuerza a través, primero, de los servicios de seguridad en manos de empresas como Murata y MCM y, luego, para la renovación de vías y durmientes (Edimat), la remodelación de estaciones (Rottio) y el desmalezado (Servisub).
En rigor, el tercerismo es un problema general y está presente en todos los sectores de actividad económica a través de contratistas que actúan con personal encuadrado en convenios con menores salarios y beneficios. Es fuerte en el sector de las telecomunicaciones, donde el 40% de los empleados trabaja bajo modalidades fuera de convenio, en las grandes metalúrgicas del Grupo Techint, en las grandes cadenas de supermercados, en los bancos y las petroleras, entre otros, e incluso en áreas del propio Estado.
Con todo, para la juventud la precarización laboral siempre tiene algo más para ofrecer. De un tiempo a esta parte se impusieron las apps de reparto.
Esquemas viejos y nuevos que ponen de relieve la actualidad de la lucha de Mariano Ferreyra. «
Actos y conmemoraciones artísticas
Los diez años del asesinato de Mariano Ferreyra volvieron a poner de manifiesto la solidaridad con su lucha. El miércoles 7, el Partido Obrero repuso una placa conmemorativa en la estación Constitución. Ayer, bajo la dirección artística de Ivana Zacharsky y Andrés Mangone, se realizó una intervención en 20 parques en varias ciudades del país y en Berlín. Hoy, en un festival conmemorativo, Vicentico presentará una canción dedicada a Mariano. Además, tocarán la Orquesta Fernández Fierro y las Manos de Filippi, entre otras bandas. El martes, cuando se cumplan los 10 años, habrá un acto en la esquina de Luján y Perdriel, donde se produjo el asesinato. La legisladora Lorena Pokoik, del FdT, presentó un proyecto para renombrar la calle Luján como Mariano Ferreyra.
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