Soy bangladesí, como los 164 millones de paisanos que en mi país despertaron este aciago 25 de noviembre, sobresaltados con la noticia del repentino fallecimiento del astro del fútbol más venerado por el mundo y por nuestra Patria: Diego Armando Maradona a quien el pasado mes de octubre, habíamos dedicado una gran torta por el cumpleaños 60 en Daca, la capital.
Desde entonces Bangladesh no sale de su conmoción; porque es en mi país, distante 17 mil kilómetros de la Argentina, donde se produce el insólito fenómeno de la pasión desenfrenada por el fútbol argentino y la figura emblemática de Maradona.
Es en Bangladesh y no en otra latitud del planeta, donde después de aquel gol histórico que hizo el Diego con una mano, echando a rodar por el piso a los ingleses, que se desató una idolatría que nos lleva a pedirle a Allah por el éxito de la Selección, y cada Copa Mundial que se celebra, y a embanderar de celeste y blanco, las calles, edificios , árboles y tatuarnos el cuerpo con las imágenes del Diego y también de Messi .
Bangladesh amaneció enlutada, y no alcanzaron las palabras de condolencias de nuestro primer Ministro y de nuestra Cancillería para expresar el dolor por esta pérdida a la que se sumó la Liga de Cricket, nuestro deporte nacional, que dedicó un minuto de silencio al astro argentino que ingresa al altar sagrado de mi país-
Porque el Diego no solo nos enseñó cómo se juega el mejor fútbol que jamás se haya visto, sino también cómo se derrota a los adversarios históricos, a los ingleses que nos colonizaron y que hoy persisten en adueñarse de las Islas Malvinas, que son verdaderamente argentinas. En eso nos unió el Diego, y en su amor al pueblo, poniéndose siempre del lado de las causas justas, y de los pobres.
En esa línea, como ciudadano también argentino por adopción, y como presidente de la Cámara de Comercio e Industrias Argentina-Bangladesh en este país austral, ratifico mi compromiso con la memoria del Diego, de seguir sus ideales impulsando un proyecto de desarrollo industrial textil para que encuentren empleo en corto y mediano plazo, miles de jóvenes argentinos, muchos de ellos nacidos en las villas donde surgió gambeteando la pelota, este ícono mundial por quien pedimos, de todo corazón, que Allah mantenga en la gloria.