El presidente inauguró el período de sesiones ordinarias del Congreso Nacional en un tenso plenario en el que defendió la marcha de la gestión, aseguró que el país "está mejor que en 2015" y anunció un aumento del 46 por ciento de la Asignación Universal por Hijo (AUH).
«Hacen bien en recordarme que el año pasado dije que lo peor ya pasó. Y tienen razón», dijo Macri en el tramo inicial de su mensaje ante diputados y senadores.
El presidente volvió a vincular la crisis económica a las «nuevas tormentas» que debió enfrentar su administración cuando el país «estaba asomando la cabeza» y advirtió que la decisión de su gobierno es «no elegir el camino del atajo».
«El país depende de nosotros y nadie más. No hablo sólo de la herencia recibida sino de seguir tapando agujeros. El año pasado nos puso a prueba en muchos sentidos: cuando estábamos viendo resultados y asomando al cabeza aparecieron nuevos desafíos», planteó.
Macri advirtió que «los cambios profundos requieren paciencia», e insistió en que la meta por reducir el déficit fiscal -uno de los ejes centrales del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI)- será «el mejor hecho de justicia social».
El mandatario, que decidió como parte del lanzamiento hacia la reelección confrontar directamente con el kirchnerismo, avivó el enojo opositor cuando contó que una ciudadana le había escrito para contarle que, si bien no había podido irse de vacaciones, estaba realizando obras cloacales en su domicilio. La vicepresidenta Gabriela Michetti pidió en varias oportunidades silencio.
La leyenda «#Hay otro camino» se multiplicó en las bancas de los legisladores de la oposición a quienes el propio Macri cuestionó por objetar su discurso: «Los gritos e insultos no hablan de mí, hablan de ustedes. Yo estoy acá por el voto de la gente, señores», dijo en dos oportunidades. Lo que al Presidente se le escapó, o por lo menos prefirió no ver, era que los insultos provenía de la tercera bandeja de las galarias en donde estaban ubicados asesores oficialistas y funcionarios de tercer nivel.
«Lo que estamos haciendo es enorme. Estamos haciendo crujir estructuras viejas y oxidadas muy arraigadas. No tiene vuelta atrás porque implica vivir de una nueva manera. Ya no aceptamos que nos mientan o que pongan en jaque la institucionalidad», puntualizó. Más allá de referencias vagas y menciones al pasar el Presidente, como en años anteriores, omitió dar datos concretos sobre el devenir económico. Tan sólo volvió a prometer, por tercer año consecutivo, que la inflación bajará.
En ese punto, el presidente destacó que «las transformaciones profundas llevan tiempo» . Y reforzó: «Estoy liderando este camino de largo plazo, los argentinos pudimos avanzar».
Macri, sin mencionarlo volvió a poner sobre la mesa aquella idea del crecimiento invisible que había utilizado el año pasado y dijo: «Hoy podemos decir que la Argentina está mejor parada que en el 2015. Que sea difícil y lleve más tiempo no quiere decir que sea imposible. Lo que estamos haciendo es de verdad y son las bases para construir el futuro».
Macri fue enfático en la defensa de la ley del arrepentido y del DNU de extinción de dominio para «recuperar los bienes de las mafias, el narcotráfico». Y desafió: » El que se oponga, que diga dónde está parado y a quién quiere proteger. Se está acabando la impunidad y, en este sentido, estamos mejor que en 2015″. El estruendoso aplauso que despertó la mención al DNU llamó la atención de los bloques opositores que no podían entender la efervescencia de los legisladores ante la utilización de una herramienta que recorta las facultades del Parlamento.
En materia de anuncios, el Presidente dejó una sola noticia: el aumento en un 46 por ciento de la Asignación Universal por Hijo (AUH). Y puso en términos de deseo y esperanza el manejo de la inflación: «Este año esperamos una baja sustancial de la inflación».
Macri también resaltó el alineamiento de su gobierno con la política de injerencia en Venezuela y renovó las críticas al gobierno de Nicolás Maduro.
El Presidente defendió en varias oportunidades la marcha de la economía a la que vinculó con «cambios profundos para no volver nunca más atrás». Y agregó: «Enfrentamos problemas estructurales».
El mandatario terminó su mensaje con euforia con un claro tono de campaña: «A no aflojar, a no tirar la toalla», gritó.
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