Un informe de la Bolsa de Cereales de Rosario estima que en la zona núcleo (que comprende el sur de Santa Fe, el norte bonaerense y el sudeste de Córdoba) casi la mitad del trigo de la región está entre regular y malo. Se necesitan como mínimo 25 a 30 milímetros de lluvia para frenar la caída. Y no parece que eso vaya a suceder.

“En plena definición, la pérdida del rinde potencial supera el 10%. Además, se advierte que, con esta sequía, con un marcado estrés térmico y en esta etapa del cultivo, el trigo está muy expuesto ante una helada o un golpe de calor”, dice el informe realizado por Marina Barletta, Florencia Poeta y Cristián Russo.

El Servicio Meteorológico Nacional dio a conocer la actualización del pronóstico climático para el trimestre de la primavera en Argentina y las noticias no son favorables para la producción agropecuaria. La sequía ya afecta a grandes extensiones del territorio nacional y, según esa fuente, durante los meses de septiembre, octubre y noviembre, las lluvias seguirán siendo escasas e inferiores al régimen habitual en la mayor parte del área productiva del país. A eso se suma el regreso del fenómeno climático La Niña, que podría aumentar este estado del clima.

En los territorios

“Estamos acá, en Pergamino, desde el mes de agosto que no cae una lluvia significativamente. Trigo, cebada, avena, centeno y arveja están en un estado crítico. Están justo en llenado de grano, en floración, necesitan sí o sí el agua. Además, por el frío que se extendió hasta la primera quincena de septiembre, muchos decidimos no sembrar grandes cantidades”, cuenta Sebastián Campos, de Bases Federadas.

“En línea general se avizora un año de sequía; el invierno, si bien en algunos lugares ha habido algunas lluvias parejas, creo que una sola fue en promedio para el centro y sur de Córdoba, Santa Fe, de 20 milímetros promedio, allá por fin de julio”, relata Isaías Ghio, parte de la Cooperativa Agrícola-Ganadera de Camilo Aldao, en el sureste de Córdoba, y de la Federación de Cooperativas Federadas (Fecofe).

“Los trigos venían bien y ahora estamos en una situación de que cada día algunas variedades empiezan a perder macollo y potencial de rendimiento. En cuanto a la siembra de maíz, además de la chicharrita, que hizo que mucha producción se pase para futuro para ver si aparecen variedades resistentes, si se puede organizar algún control más efectivo o menos costoso de esta plaga”, agrega.

“La problemática de la sequía tiene varias aristas. La primera es que muchos científicos reconocen que más allá de las actividades humanas hay periodos importantes desde la naturaleza que son cíclicos y que son milenarios. Pero también esos mismos científicos proponen que esos eventos que pueden llegar a ser naturales, con la acción del hombre pueden exacerbarse. Claramente en esta etapa del capitalismo viene de la mano con una profundización de los modelos extractivistas de generación de riqueza y exageran a puntos extremos estos acontecimientos”, opina Martín Montiel, productor de trigo en Rosario y parte de la Red de Comercio Justo del Litoral.

“Hoy la sequía ya empieza a tornarse un problema de doble vara. De coyuntura, por los tremendos desmontes e incendios provocados para la expansión del modelo productivo que debilitan el normal ciclo del agua. Y también estructural, por su consecuencia. La sequía llegó para quedarse. Porque no vamos a poder volver atrás en la devastación de nichos ecológicos y sociales que va a costar cientos de años regenerar”, vaticina.

Cambio climático

La devastación del Amazonas determinó una postura firme de Brasil en la última reunión del G-20 acerca de la discusión del cambio climático y sus consecuencias. Los incendios han aumentado, agravados principalmente por la acción humana, con graves impactos en el medio ambiente, la economía y la salud pública.

La Organización Meteorológica Mundial ha informado de que existe un 47% de probabilidades de que la temperatura media mundial durante todo el quinquenio 2024-2028 supere en 1,5 °C la de la era preindustrial, frente al 32% del informe del año pasado para el periodo 2023-2027. Señala que hay un 86% de probabilidades de que al menos uno de estos años establezca un nuevo récord de temperatura, superando al año 2023 (el actual récord histórico). De hecho, esto es lo que ha ocurrido en los últimos doce meses, ya que la temperatura media mundial de junio de 2023 a mayo de 2024 fue la más alta registrada, con 1,63 °C por encima de la media preindustrial de 1850-1900.

“Cuando hacemos un análisis de los últimos 10 años de los regímenes pluviales argentinos en general y de la zona núcleo en particular, son situaciones muy complejas, con lluvias copiosísimas en escasas horas y tres años de sequía que le continúan. Vamos a tener que modificar algunos esquemas en los diseños de producción, aún en los diseños de producción en horizonte de soberanía alimentaria”, opina Montiel. Y agrega: “Eso frente a una devastación del Estado, donde ya no va a haber más fondos para sequía. Y la respuesta es el H1N1 que es resistente a la sequía. Y ahora no es solo el trigo HB4, es la soja HB4, es el girasol, es el algodón. Es decir, van a empezar a modificar genéticamente un montón de cultivos para la sequía, porque ellos creen que ese es el mejor modo de responder. Lo que nosotros planteamos es otra cosa: hay que modificar bruscamente los sistemas agroalimentarios, porque no vamos a zafar de este daño que ya es estructural”.

“Producto de la sequía han desparecido miles y miles de pequeños productores, que por ahí no venden su tierra, pero han decidido alquilarla. Al no tener una ley de arrendamientos y estar el 70% de la tierra alquilada, hoy los productores hacemos lo que podemos. La rotación con la ganadería prácticamente se ha perdido, y la rotación de la agricultura debería ser muy superior”, explica Campos. “Desde Base Federadas decimos que eso es minería. Porque cada vez que se va un buque con soja o maíz lo que se lleva es el nutriente de nuestros suelos. Hace 50 años que nadie lo cuida. Hay trabajos del INTA acerca de cómo se han degradado nuestros suelos por la ausencia de políticas agropecuarias en beneficio de la tierra”. Según el Instituto de Suelos del INTA Castelar se pierden en Argentina 200.000 heectáreas al año producto del monocultivo y del uso de agrotóxicos.

“De no llover en octubre, lo que es el trigo de pampas de Córdoba y Santa Fe, no va a llegar a lo esperado, que es promedio de 4 o 5 mil kilos, cuando se siembra para aspirar a 6 mil kilos”, pronostica Ghio. “En la ganadería, no se van a recuperar las praderas, las cañadas o las pasturas, las cuales son más que necesarias en este momento porque estamos entrando en el mes donde en general se ponen a trabajar los toros para hacer las preñeces para lo que es la ternerada 2025”, agrega Campos.