Don Parisini, (a) “El Gordo Dan”, es uno de los más entusiastas en dejar de lado la discreción y el secretismo.
Es que la estética fascista de su puesta en escena, durante la tarde del 16 de noviembre en la Sociedad Italiana del partido de San Miguel, cuyo pequeño teatro lucía banderolas de color bordó con inscripciones alusivas al imaginario de los presentes –unos 100 tipos vestidos de negro–, era más que una casualidad.
Hablando de casualidades, hace apenas dos semanas, Tiempo publicó, en referencia al entredicho protagonizado por el rapero Dillom y el troll libertario Juan Carlos Siber Guerrero –quien se presenta en X (antes Twitter) cómo “La Pistarini–, un artículo en el cual se comparaba a la milicia digital de La Libertad Avanza (LLA) con la Surmabteilung (SA), el “brazo armado” del Partido Nazi.
Creada en 1921 por una alegre muchachada, entre la que se destacaban Ernst Röhm, Emil Maurice y Hermann Göring, esta organización tuvo un rol de suma importancia en el ascenso del Füherer al poder. Y en sus momentos de esplendor llegó a tener unos 3 millones de miembros, muchos de los cuales participaron en la Kristallnacht (“La noche de los cristales rotos”), una oleada de ataques vandálicos contra tiendas y hogares de la comunidad judía.
Después tuvieron otra noche memorable. Pero vayamos por partes.
En tanto, abordemos la falange –originariamente secreta– del régimen de LLA, creada por el asesor estrella del régimen libertario, Santiago Caputo, con sede en la mismísima Casa Rosada, y que controla en las redes sociales unas 50 mil cuentas apócrifas, amplificadas con boots y granjas de trolls.
Pero ese gran secreto tuvo patas cortas.
Es que, gracias a un pedido de Acceso a la Información Pública se pudo conseguir una lista de ingresos al edificio de Balcarce 50. Allí no solo figuraban sus peces gordos (Fernando Cerimedo, el hacedor técnico de aquella estructura; Juan Pablo Carreira, el jefe de Comunicación Digital del Poder Ejecutivo, y el ya mencionado Gordo Dan) sino algunos matones virtuales del montón, como el que administra en X la cuenta “Traductor Te Ama” (Esteban Glavinich), entre muchos otros. La omertá había estallado en mil pedazos.
Tal desgracia involuntaria, junto a la angurria de algunos por integrar las listas de candidatos para las elecciones de 2025, hicieron que sus identidades quedaran a la intemperie. Don Parisini es uno de los más entusiastas al respecto.
Éste, por cierto, fue el primero en quebrar la sagrada regla de la discreción, alternando su changa de troll con la de streamer, desde la cual se jacta de ser el comisario político del oficialismo, con atribuciones que incluyen toda clase de ataques cibernéticos a opositores, impulsando auditorías ideológicas a funcionarios de alto rango, sin eludir su arbitraje en internas partidarias.
Había que verlo en el lanzamiento de LFDC. Empapado en sudor, ancho como nunca y tragando el aire que siempre parece faltarle, desenvainó con voz trémula su cuchillo de claridades. Y al concluir, hizo que el público declamara, en tono de rezo, una cita de Milei. Apoteótico.
En la ocasión, también subieron al tablado otros referentes de la flamante “guardia pretoriana” (dixit Parisini); a saber: el puntero de San Miguel, Joaquín de la Torre; el director de Intercargo, Lucas Luna (a) “Sagaz”; el secretario de Culto y Civilización, Nahuel Sotelo; el subsecretario de Políticas Universitarias, Alejandro Álvarez; los diputados provinciales Agustín Romo y Juan José Esper y el ya mencionado Carreira, junto al influencer Agustín Laje, quien presume ser el guía filosófico de la “batalla cultural”.
De hecho, sus palabras concluyeron con un academicismo notable: “De un lado estamos los que defendemos la dignidad humana. Y del otro lado están los zurdos hijos de puta”.
Cabe resaltar que, tres días antes, en el Yacht Club de Puerto Madero fue presentada la Fundación El Faro, ante 500 invitados del “círculo rojo”, quienes oblaron 25 mil dólares por cabeza. Se trata, en apariencia, de un think tank para formar cuadros políticos y futuros dirigentes, aunque, en realidad, es la fachada de una estructura recaudatoria para campañas proselitistas, además de financiar otras cuestiones menos transparentes, como las tareas del “brazo armado”. Pues bien, su titular no es otro que el bueno de Laje. Cartón lleno.
Más allá de eso, ¿acaso los organizadores de este combo cavilaron sobre la diferencia entre anonimato y clandestinidad? Porque en el salto del terrorismo digital a los “aprietes” contantes y sonantes, la task force de Caputo extravió el anonimato y ahora se recicla sin posibilidades de abrazar la clandestinidad. Un verdadero problema que se extiende hacia funcionarios de primer orden.
Sin ir más lejos, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, se expresó en tal sentido con las siguientes palabras: “Ha sido exagerada la repercusión sobre ese acto de un grupo de militantes que decidieron trabajar en conjunto ¿Quien habló de armas? El señor Parisini se refirió a las armas de la democracia, el uso de la palabra a través del celular y de Twitter”.
Quiso el destino que, justamente mientras Francos pronunciaba tan sabias palabras, dos sujetos de mala traza, y con sendas facas, acudieron con fines de intimidación al domicilio de quien administra en X la cuenta “Arrepentidos de Milei”. Pero no lo encontraron.
Lo curioso es que se filmaran en semejante circunstancia.
–Venimos a buscar al chabón, pero no aparece –musitó uno de ellos, sin dejar de tocar el timbre.
–Ya va salir –afirmó el otro, antes de que ambos se dieran por vencidos.
¿Acaso son dos orgánicos del nuevo “brazo armado” o sólo ciudadanos comunes influidos por los mensajes de odio? Quien lo sabe.
En este punto, bien vale retomar el tema de la otra noche memorable de las SA, la de “Los cuchillos largos” (Die Nacht der langen Messer).
En pocas palabras, cansado del insistente reclamo de Ernst Röhm para que las SA reemplazaran a las fuerzas armadas alemanas (la Reichswehr), Hitler decidió cortar por los sano. Entre el 30 de junio y el 1 de julio de 1934, mientras se realizaba un cónclave de los “camisas pardas” en el hotel bávaro de Bad Wiessee, la súbita irrupción de tropas de la SS y la Gestapo sofocó esa exigencia, ametrallando a todos los presentes.
Los muertos de las SA superaron el centenar. Röhm, detenido allí mismo, fue fusilado al día siguiente.
Una paradoja política de la que el Gordo Dan debería tomar nota. «
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