El próximo 10 de diciembre encabezará un acto para anunciar formalmente el nacimiento del nuevo partido político que busca unir al socialismo a nivel federal.
Rivas, abogado especializado en Derechos Humanos y Asuntos Constitucionales dialogó con Tiempo Argentino y durante la charla realizó una recopilación histórica sobre la política argentina. Anticipó sus ideas para darle batalla a la ultraderecha que está de turno y detalló las diferencias que existen hacia adentro del socialismo argentino.
– ¿Cuál es el objetivo de lanzar Unidad Socialista?
-Surge de la confluencia de distintos partidos socialistas provinciales, lo que le da un sesgo marcadamente federal a la organización. La historia del socialismo está plagada de fragmentaciones y de divisiones desde antes de que surgiera el peronismo en el escenario político. Pero después de que apareció el peronismo esas divisiones se multiplicaron hasta el infinito. El peronismo atravesó a todos los partidos políticos argentinos preexistentes a su surgimiento, pero particularmente atravesó al socialismo porque en ese momento, a nuestro juicio, el partido socialista hizo una lectura equivocada sobre las causas del surgimiento del peronismo, que se profundizó después que Juan Perón llegó al poder, ya que su posición antiperonista fue más visceral que racional.
– ¿Cuáles son las diferencias, por ejemplo, con el socialismo santafesino?
-Hay que pensar que al peronismo, el partido socialista le brindó toda la representación parlamentaria de cuadros de primera línea de sindicatos históricamente socialistas. Es decir, que fueron décadas de diáspora socialista. En el año 2002 participé activamente del proceso de fusión que desembocó en el partido socialista que, entre otros objetivos, tenía el de incorporar a la organización distintas patrullas distribuidas por todo el país. Pero el sectarismo del socialismo de Santa Fe era una máquina de bloquear a todo grupo que se acercaba, situación que se agudizó pocos años después. Lo que tensionó la convivencia interna hasta 2007, cuando Néstor Kirchner convocó a la transversalidad a la mayoría de las provincias y aceptamos sumarnos al proyecto nacional y popular. Pero el socialismo santafesino no aceptó y se embarcó en el proyecto del gobernador, que fue un éxito a nivel provincial, pero implosionó al partido a nivel nacional. Con la muerte de Alfredo Bravo -en 2003- el partido perdió gravitación nacional y con la gobernación de Santa Fe el partido nacional se puso a disposición del gobernador. Y el resto de las provincias nos arreglamos como pudimos. Armamos partidos provinciales, municipales, algunos se refugiaron en partidos sociales y otros espacios.
– ¿Por qué esta experiencia debería funcionar respecto de las anteriores?
-Estoy convencido que esta nueva experiencia va a funcionar mejor que la de 2002, porque aquella fue una decisión de superestructura y la de ahora tuvo un debate más horizontal y participativo. Los que nos lanzamos el próximo 10 de diciembre somos muchas de esas expresiones que estábamos atomizadas, es como un rompecabezas sin el partido socialista de Santa Fe. Además, en esa provincia contamos con el partido Iniciativa Popular (IP); es probable que después de nuestro lanzamiento se sumen otras expresiones socialistas de esa provincia, con las que también estamos hablando. Por eso, este lanzamiento es muy importante para nosotros, porque ha sido un trabajo artesanal durante años. El hecho de construir confianza en el mundillo socialista no es tarea sencilla, sumado al otro hecho difícil de conseguir, que es que cada uno abandone el lugar que conforma cuando hay personería de por medio.
– ¿Cuál es el rol del socialismo en la etapa política actual?
-Creo que nos toca dar la batalla ideológica, para que en la conciencia de nuestra sociedad no se imprima el mensaje canallesco de que el socialismo fuese una peste que ha enfermado al mundo como pretende estigmatizar el neoliberalismo; sino todo lo contrario. Ni de que la justicia social es una aberración, sino la más genuina de las aspiraciones colectivas. Es por eso que valoro como muy importante la creación de la Unidad Socialista. Porque el primer paso para ganar esta batalla es con organización, para ir forjando un sujeto social emancipador imprescindible que empuje un programa de ruptura con el neoliberalismo. Y así, salir del lugar defensivo, que es donde pretende enconarnos la ultraderecha poniéndonos en la agenda temas ya superados por nuestra imperfecta democracia. Debemos asumir que el presente es un tiempo muy difícil, donde se confunde la libertad para emprender con la configuración de un nuevo sentido común de época, que identifica a la libertad con la arbitrariedad. En la que ser libre, se convierte en la posibilidad del ejercicio de un poder personal ilimitado, donde los otros o las instituciones se vuelven un obstáculo.
– ¿Qué piensa sobre la construcción de la Libertad Avanza en la sociedad?
-Pienso que esta distopía libertaria que vivimos estableció una lógica artificial entre los principios de la libertad y de la igualdad. Es decir, en vez de considerar que se trata de dos principios en tensión, cuyo déficit de equilibrio expresa el equilibrio de la vida democrática, se determinó una dicotomía irreconciliable entre ambos que obliga a sacrificar la igualdad en nombre de la libertad. O, dicho de otra manera, el principio de igualdad pasó a ser considerado una especie de amenaza para el ejercicio de la libertad individual. Es ostensible cómo algunos referentes libertarios mundiales, de peso guiados al desarrollo tecnológico, se han animado a decir sin eufemismos que si la democracia se convierte en un obstáculo para el desarrollo de la libertad, sin duda se debe prescindir de la democracia. Nosotros somos los verdaderos defensores de la libertad. Porque la pretendemos para las mayorías populares, no para una selecta minoría privilegiada. Los socialistas no optamos entre igualdad y libertad, sino que convivimos con los dos principios democráticamente y le sumamos el principio de fraternidad; que es tan necesaria para la convivencia civilizada. Libertad, igualdad y fraternidad, son posibles solo en una democracia socialista.
– ¿Cuál es su balance sobre el gobierno de Javier Milei?
-A poco menos de un año de haber empezado el experimento anarcocapitalista de Milei, la situación por la que atraviesa el país es espantosa para nuestro pueblo pobre al que se le hace imposible cubrir sus necesidades básicas. Y horrible para la clase media que se ve obligada a restringir sus gastos. Mientras que su contracara es el sector financiero que nada en la abundancia de sus rentables negocios completamente desregulados. A pasos agigantados se desmantela el estado social y el Estado nacional de garantizar los derechos básicos de la ciudadanía. Hoy, después de casi un año, los ricos son más ricos y los pobres son más pobres. Es algo absolutamente previsible para un gobierno de ultraderecha. Los que se sorprenden con esta situación, son aquellos que lo votaron desideologizadamente pensando que era una nueva alternativa novedosa ante la política tradicional de los partidos populares. Así, vaciaron de contenido la democracia republicana alimentando la insatisfacción democrática social. Pero de ninguna manera podemos hacernos los sorprendidos con Milei los que ya sabemos lo qué nos espera cuando gobierna la ultraderecha. Es más, a mí me sorprenden los compañeros del campo popular que señalan como novedoso ver discursos de odio, clasistas y protofascistas; si como estos trogloditas que nos gobiernan hubieran inventado algo nuevo. A todos ellos habría que recordarles que el odio de clase inspiró el bombardeo a Plaza de Mayo en el ‘55, que dejó más de 300 personas asesinadas y más de 1.200 heridas. Y en el ‘52, mientras la mayoría del pueblo lloraba la agonía de Evita Perón, manos anónimas hacían pintadas diciendo “viva el cáncer”. O, que la última dictadura torturó y desapareció a más de 30 mil personas, además de robar a los bebés que todavía seguimos buscando. De esta Argentina venimos, la novedad es que este gobierno de la crueldad lo institucionaliza para fidelizar su clientela electoral, sobreactúa la maldad porque el odio sedimenta su núcleo duro. Suponíamos que la imperfecta democracia que tenemos estaba consolidada, pero personalmente, creo que se encuentra seriamente en riesgo, porque las instituciones republicanas son vistas como un estorbo para desarrollar las fuerzas del mercado. Ni que hablar del retroceso general en materia de Derechos Humanos y violencia institucional.
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