El psicoanalista y escritor recibió el reconocimiento de la Legislatura porteña por su libro ‘Horizontes neoliberales en la subjetividad’.
“Es importante para mí esto, como porteño. Yo me siento de este barrio”, confió el intelectual argentino residente en Madrid –se exilió en España en 1976- tras mencionar que era el primer galardón de este tipo que recibía de los legisladores de la ciudad de la que se siente parte y con la que se siente tan ligado. Entonces se inició una charla de una hora en la que se plantearon preguntas y problemas sobre los cruces entre neoliberalismo y subjetividad. Alemán ensayó respuestas pero no recurrió a ninguna salida fácil o tranquilizante. A tal punto fue crudo y, si se quiere, realista que hacia el final de la actividad Santoro lanzó una broma desde el micrófono: “Ah, qué esperanzador”.
El auditorio, uno de los salones más grandes de la Legislatura, se había llenado con un público de conocedores de la obra de Alemán. El psicoanalista, que hasta hace unos meses fue consejero cultural de la embajada argentina en Madrid, estudió al pensador francés Jacques Lacan y trató mucho al teórico postmarxista Ernesto Laclau y la viuda de este, la politóloga y filósofa belga Chantal Mouffe. También argentino, Laclau fue el artífice de todo un desarrollo teórico sobre el concepto de populismo que alcanzó mucha repercusión en lo que va del siglo XXI.
Al referirse a las coincidencias y matices que mantuvo con Laclau a lo largo de los años, el propio Alemán contó una anécdota que desencadenó aplausos y algunas risas. Dijo que una vez Laclau le susurró al oído la consigna “Lacan y Perón, un solo corazón” como una suerte de código compartido entre los dos. Fue en Europa, antes de que Laclau arrancara con una de las tantas conferencias que solía brindar en ese continente.
Este martes, en su disertación sobre neoliberalismo y subjetividad, Alemán estuvo acompañado por dirigentes como Leopoldo Moreau (Movimiento Nacional Alfonsinista-Unidad Ciudadana), Itai Hagman (Patria Grande), Delfina Rossi (Buenos Aires 3D) y Héctor “Gallego” Fernández (Peronismo Militante). La conferencia también fue presenciada por psicoanalistas, intelectuales y artistas, como Nora Merlin, Daniel Santoro y Ricardo Forster; actores como Arturo Bonín; especialistas en comunicación política, como el periodista Carlos Caramello, entre otras figuras. Entre las personalidades se vio además a Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.
Alemán dedicó su intervención a analizar de qué modo impacta el neoliberalismo, en tanto “mutación histórica del capitalismo”, en la construcción de las subjetividades. “El neoliberalismo no tiene exterior y no existe en el interior de su estructura ninguna ley que permita construir su salida. El neoliberalismo no es una etapa más de la historia. Y no tiene exterior porque cuenta con dispositivos que nos vuelven neoliberales a todos en nuestra forma de pensar”, fue una de las primeras definiciones que lanzó, en un tono que inevitablemente sonaba sombrío.
Al hablar de ‘dispositivos’ se refería, por ejemplo, al lenguaje de la autoayuda, propio de la psicología cognitiva o conductista, o a la invitación permanente a endeudarse vía créditos bancarios y tarjetas de crédito.
Según Alemán, el neoliberalismo se encarga de convertir a cada trabajador en un emprendedor de sí mismo, que se explota y autocontrola. Lo hace a partir de la colonización del super-yo, una de las tres caras del aparato psíquico para Freud. El super-yo expresa la instancia moral que permanentemente enjuicia al propio sujeto.
“El neoliberalismo, en su intento de lograr una nueva forma de vivir, transforma a los trabajadores en emprendedores de sí mismos. Y, al mismo tiempo, es una fábrica de deudores”, señaló. Esta situación es la que explica, siguió Alemán, por qué los votantes pueden llegar a sufragar en contra de sus propios intereses materiales.
Alemán también desmenuzó las características de la etapa neoliberal del capitalismo, signada por la desindustrialización y la incorporación de nuevas tecnologías. Todo esto refuerza, en su lectura, la fragmentación de los trabajadores. “Ya no hay una clase social prefabricada para la revolución. El proceso revolucionario ya no es determinado e irreversible. En la historia no hay una teleología, un sentido orientador que construya un objetivo para ir hacia él”, advirtió.
En otro tramo de su charla, el psicoanalista y escritor que reside en Madrid cuestionó algunas definiciones recientes de Guillermo Moreno. El ex secretario de Comercio Interior del kirchnerismo valoró algunas decisiones tomadas por el presidente estadounidense Donald Trump. “El neoliberalismo lleva a la desafección de la política. Y ese escenario de malestar lo capitaliza la ultraderecha. Hoy circula ese discurso del retorno a lógicas identitarias, con los particularismos, el rechazo al Otro y de la lógica secesionista”, planteó.
“Algunos compañeros nuestros, del espacio nacional y popular, ubican a Trump en el marco de una lógica keynesiana, proteccionista, peronista. Expresan un macartismo que quiere ver en esas figuras políticas algo que tenga que ver con nuestros procesos políticos. Yo creo que se equivocan”, cargó Alemán, quien enseguida contó que ese tipo de discurso le hacía recordar a “la matriz narrativa del falangismo” con el que se topó en la España de la segunda mitad de los años ’70. Aunque no lo mencionó con nombre propio, quedó claro que Alemán se refería a Moreno. “Como ya saben de quién estoy hablando quiero aclarar que no lo estoy juzgando como funcionario, que puede haber sido excelente”, matizó luego.
Por último, Alemán aseguró que el neoliberalismo profundiza cada vez más sus rasgos autoritarios y represivos, acciones que lo alejan del ejercicio pleno de la democracia. “Yo vengo diciendo que avanzamos hacia un Estado de Excepción, como advierte (el filósofo italiano) Giorgio Agamben. El neoliberalismo no es compatible con la democracia”, aseguró.
Antes de terminar la charla y de compartir el catering de sándwiches de miga, masas secas y gaseosas, el psicoanalista resaltó que al neoliberalismo le sigue molestando la aparición de fenómenos políticos que se escapan o sustraen de sus lógicas y normas. “Al populismo se lo ve como un exceso espúreo, como algo loco, como ‘lo otro’, un exceso que está guiado por pasiones plebeyas y momentos que están fuera de las normas”, señaló.
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