La relación entre General Lamadrid y la cárcel de Villa Devoto alcanzó el pico más alto de odio en 1963 (porque también hay amor, y no sólo porque Lamadrid es conocido como el Carcelero, porque una calle separa el club de la prisión). Aquel año, el Servicio Penitenciario le arrebató un sector a Lamadrid: un grupo de penitenciarios se presentó en el club, los socios se atrincheraron y resistieron cuatro días en la sede de Desaguadero 3190, el sacerdote del barrio medió y la cárcel se quedó con el terreno que da a la calle Bermúdez. Después de 55 años, con el anuncio del gobierno de la Ciudad del traslado de la prisión, Lamadrid reclama que le devuelvan lo que le sacaron. Lo hizo este domingo, en el estadio Enrique Sexto de Devoto, cuando recibió -perdió 2-0- a Victoriano Arenas, que se coronó campeón de la Primera D.
En un comunicado que enmarca el pedido como «Recuperación histórica. Traslado de la cárcel de Devoto-Devolución de los Terrenos de la Calle Bermúdez», Lamadrid destaca, además, el rol social y deportivo que cumple en el barrio desde su fundación en 1950 y exige «regularizar la titularidad de nuestros terrenos, ya que somos el único club afiliado a la AFA que no posee las escrituras de sus instalaciones». El club agrega que ese «es un paso vital para crecer» y «lograr la recuperación histórica del predio que da a la calle Bermúdez, detrás de nuestro estadio, cercenado por la cárcel en 1963». El último intento de Lamadrid para recuperarlo fue a través de la instancia judicial, en 1986, aunque tampoco prosperó.
El nuevo temor, ahora, es que el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta quiera apropiarse de ese terreno y de otras instalaciones del club para el anunciado plan inmobiliario en la zona. El vínculo con los poderes de turno fue ampliamente recorrido por los hinchas de Lamadrid. La última dictadura militar, por ejemplo, utilizó la cancha para el traslado clandestino de detenidos a la cárcel de Devoto. Al menos uno de esos traslados se realizó ante los ojos de decenas de socios cuando un helicóptero aterrizó en la mitad de la cancha de modo intempestivo. Testigos citados por el periodista Marcelo Izquierdo en su libro Carceleros (2015) mencionan que del helicóptero descendieron entre uno y dos hombres «encapuchados» que fueron llevados a la prisión. Lamadrid también fue testigo de las denuncias de presas políticas alojadas en el pabellón que da la cancha, ubicado a 50 metros, cuando sacaban la ropa interior por los barrotes para llamar la atención.
«Los clubes son los que siempre pierden y deberían unirse», le dijo Izquierdo a Tiempo en una nota que reunió a cinco hinchas de clubes de distintas categorías en medio del paro del Ascenso para debatir desde la tribuna y el barrio. «Algunos clubes, como Lamadrid y Victoriano Arenas, no son negocio para nadie -decía Izquierdo en octubre de 2016-. Hablamos de una cancha de fútbol y un buffet. No hay más que eso. Se sostienen por el amor y por el esfuerzo de los socios». Ante el posible negocio inmobiliario del gobierno de la Ciudad con el traslado de la cárcel de Devoto, el club encontró una oportunidad para fortalecer el reclamo por ese sector que le sacó el Servicio Penitenciario en 1963. Porque nunca es tarde y poco es mucho para Lamadrid.