El dirigente de Peronismo de la Soberanía estuvo en Lago Escondido y fue agredido. "El propio juez me dijo que la gente de Lewis podía cortar la luz y matarme en el hospital".
-¿Cómo inició el ataque por parte de este grupo?
-Las ocho personas que estábamos en el lugar -cinco hombres y tres mujeres-, nos acercamos a negociar para que nos permitan ingresar al lago. En ese momento uno de ellos me anticipa que va a golpearme, por eso intento salir corriendo. Al instante, y desde arriba de un caballo, me golpean con un rebenque que me rompe la nariz. Luego el tipo metió su caballo en el medio de nuestro grupo y lo que siguió fue una golpiza feroz. Mientras estábamos en el espacio de diálogo, ellos aprovecharon para rodearnos. Por eso cuando intentamos retroceder ya era tarde. Fue una emboscada.
-¿Quiénes integraban este grupo?
-No son “gauchos”, como quieren instalar. Nosotros vimos en acción un armado paramilitar que tiene la función de defender los intereses de Joe Lewis. El responsable de este grupo es Pablo Puchy, que maneja las tierras linderas a la estancia del empresario. Además lo apoyaron otros dos hombres que estuvieron a cargo de la caballería. Uno de ellos tenía la cara tapada, por lo que no pudimos reconocerlo, pero el otro es Segundo Montero, el anterior “dueño” de las tierras, que fue quien me golpeó en primer lugar.
-Además de la rotura de naríz, tenés una fractura en la pierna…
-Tengo la pierna fracturada en dos partes. En medio de la golpiza caí y quedé posicionado entre un árbol y una camioneta con la cara ensangrentada y la sensación de que el cerebro me latía. Apareció la esposa de Puchy y agarró un cascote del tamaño de dos cabezas. Como la vi con intención de revolearlo, le rogué por mi vida. Un segundo antes de tirarme este objeto me gritó “hijo de puta, te voy a matar” y, estando a medio metro, me arrojó el cascote a la cabeza. Como un acto reflejo levanté la pierna para frenar el tiro y se me fracturó la extremidad. No sé qué hubiese pasado si no reaccionaba. Si el golpe lo recibía en otra parte del cuerpo, hoy no estaría vivo. Tuve que huir con la pierna rota y a los rebencazos, porque nunca dejaron de castigarnos.
-¿Cómo lograron salir del lugar?
-Después de ser atacados por la gente de Lewis, la policía llegó en una camioneta manejada por el propio Montero. Cuando le dijimos a uno de los oficiales que la misma persona que los condujo hasta nosotros fue quien nos atacó, nos dijeron que ellos “no podían hacer nada”. Como si fuese poco, Montero se aprovechó de su impunidad y nos arrojaba tierra con las ruedas de la camioneta y hasta intentó atropellarnos. Todo esto ocurría a la vista de la policía, que estaba allí sin armas reglamentarias y ni un handy para poder llamar a la ambulancia. Fue un vecino el que se comunicó con los médicos.
-¿Cuánto tiempo esperaron la ambulancia?
-Una hora. Cuando los médicos llegaron nos dijeron que tenían miedo de sacarnos de ese lugar por las posibles represalias que podría haber para con ellos. No los juzgo, si viviese ahí, yo también lo tendría.
-¿Cómo fue el momento en que llegas al hospital?
-Primero fui trasladado a una salita que se encuentra a doscientos metros del lugar en donde estábamos y de ahí al hospital de El Bolsón. Ese centro de salud no cuenta con los aparatos necesarios para atender a una persona en el estado que me encontraba, por eso sólo me hicieron radiografías. Tuve que exigir que me trasladen hacia Bariloche para que me atendieran de manera correcta.
-¿Cómo lograste el traslado?
-Fue por una cuestión de seguridad y en contra del propio hospital. Marcelo Muscillo, el juez que está a cargo de la causa, se apersonó en la sala en la que me encontraba y dictó una orden de traslado en ambulancia y no por mis propios medios, como querían que hiciera. No fue por razones médicas, fue por seguridad. El propio juez me dijo que la gente de Lewis maneja todo y que, si quieren, pueden cortar la luz del hospital y entrar a matarme sin que nadie se entere. Mientras yo estoy hospitalizado, esta gente está libre. Se manejan como los dueños del lugar.
-Con esta información, ¿considerás que el ataque fue armado?
-Lo que pasó ese día fue una tentativa de homicidio y así fue como lo denuncié. No hay dudas de que esta gente me intentó matar. Yo fui el primero en ser agredido, por eso creo que fui marcado. Un médico forense vio mis estudios y sostuvo que esto no era un “ataque normal”. Por eso creo que hubo un ensañamiento particular hacia mi persona. Provengo de una familia perseguida durante la dictadura, tengo un tío desaparecido, esto no me parece una coincidencia.
-Sabiendo esto, ¿por qué crees que el Estado no interviene?
-Quizás la gobernadora está deseando un muerto. No hay otra explicación para que no esté tomando cartas en el asunto. Aunque esté la policía en el lugar, está claro que están con órdenes de mantener una actitud pasiva. Los vecinos debieron, forzosamente, naturalizar que nadie los cuida y que el aparato estatal está a disposición de este usurpador.
-Teniendo en cuenta que cualquiera tiene a mano un celular para grabar y en los videos viralizados queda expuesto quién inició este ataque, ¿por qué crees que siguen utilizando estos mecanismos?
-Porque pueden. Esta gente se maneja en el territorio como si fuera la ‘República de Lewis’ y, por eso, está permitido matar a quien intente entrar “a su país”. No sólo hay una banda parapolicial que tiene amenazados a los vecinos sino que también maneja hasta la señal de los teléfonos celulares porque la antena se encuentra dentro de su predio. Lewis es quien decide cuándo hay o no señal en los celulares. El empresario controla la zona con el aval de la Justicia y la vista gorda de la gobernadora de Río Negro. El mismo día que nos cagaron a palos, el intendente de El Bolsón le estaba entregando un premio a la fundación de Lewis. Detrás de esto hay mucho más que sólo una estancia y la vista a un lago y quedó demostrado con los chats que se filtraron en diciembre.
-¿Algún funcionario del Estado nacional o provincial se puso en contacto con vos?
-Todavía no tuve ninguna comunicación oficial por parte de ningún representante para hacerse cargo de esta situación y tomar cartas en el asunto. Circula el rumor de que Horacio Pietragalla tiene intención de intervenir, pero, hasta el momento, nadie se comunicó con nosotros. Todos los que estaban en Lago Escondido pudieron salir y volver a sus respectivas casas, pero yo continúo internado, lejos de mi lugar y en territorio enemigo. Por eso hago responsable a la gobernadora de la provincia por lo que me pasó, me pasa y lo que me pueda pasar. «
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