Jorge Gerardo Arráez está condenado a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad cometidos en el circuito ABO. Todos los sábados es llevado a visitar a su madre en un móvil del Servicio Penitenciario.
No es un preso cualquiera. Tras ser detenido, el exinspector de la Policía Federal se fugó en 2012. Luego de que se ofreciera una recompensa, fue recapturado en 2014 por la Policía de Seguridad Aeroportuaria. A diez años de ese episodio, el riesgo de fuga sigue siendo una posibilidad cierta. Es que mientras evadía a la Justicia, Arráez mintió sobre su identidad, fraguó un documento y cambió su nombre por el de Jorge Alberto Rodríguez, signando como fecha de nacimiento 1953 (en lugar del 5 junio de 1952) como para complicar aún más su hallazgo. Al momento de ser detenido, ejercía como abogado. No pudo en esa ocasión exhibir su condición de inspector de policía para evitar su aprehensión porque tuvo que dejar la fuerza luego de tener algunos “problemas de defraudación”: fue exonerado en 1980 luego de que fuera condenado por el delito de tentativa de extorsión que cometió dentro de la fuerza. Aunque recibió una pena de tres años de prisión, cumplió 15 meses y recibió la libertad condicional.
En 2017 fue condenado a 25 años de prisión por 126 hechos de secuestros, agravados por su duración y la aplicación de tormentos. También se lo acusó de otros 141 casos y por su participación necesaria en el caso de 19 personas que el 6 de agosto de 1978 fueron “trasladadas” desde el Olimpo para su seguro e inmediato homicidio, pero fue absuelto por esa cuestión en un controvertido fallo del Tribunal Oral Federal en lo Criminal II. Actualmente está siendo juzgado en la causa Superintendencia de Seguridad Federal III por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 6 de CABA. Casualidad o no, Arráez, que también ejerció tareas administrativas en el municipio bonaerense de Morón, comparte su encierro con nada menos que Adolfo Donda Tigel, condenado por numerosos crímenes cometidos como parte del Grupo de Tareas de la ESMA, entre ellos la apropiación de su propia sobrina, Victoria Donda. Donda Tiguel, quien luego fue jefe de seguridad de Alfredo Yabrán, fue uno de sus maestros: fue el autor del manual de interrogatorios de la Policía Bonaerense que sigue vigente…
Hijo de otro policía, un comisario llamado también Gerardo Arráez, Nito se desempeñó desde 1970 hasta 1975 en distintas comisarías y luego en el Departamento Situación Subversiva de Coordinación Federal hasta 1979. Tuvo una participación activa en los centros clandestinos de detención del circuito ABO, aunque aún lo niega. Varios testigos acusaron a Arráez de aplicarles tormentos y de “pasear a embarazadas” para amedrentarlas. Una de sus víctimas, Graciela Irma Trotta, expresó durante el juicio en su contra: «Le escucho la voz y me da mucha angustia verlo. No tengo dudas que es ‘Nito». Trotta fue secuestrada mientras cursaba su embarazo y dio a luz en cautiverio. «Fueron varios los testigos que confirmaron que Arráez estuvo presente durante el parto, que se llevó a los demás cautivos durante el alumbramiento», informó entonces a través de un comunicado la Sala II de la Cámara Federal de Casación Penal, que ratificó la condena en noviembre de 2023.
Sin embargo, Arráez niega todos los hechos de forma contundente. “Nunca estuve en un centro de detención”, dijo cuando fue evaluado para decidir si se le concedía el arresto domiciliario por el que intercedió la actual vicepresidenta Victoria Villarruel. “No es importante lo que se hizo –admitió, no obstante-, fue como un contrato…”, agregó con notable frialdad en esa misma entrevista. En el circuito ABO, Nito torturaba a las detenidas y luego les sacaba fotos, incluso protagonizó episodios aberrantes como violaciones y otros abusos. Repetía así, casi calcado, lo que hacía en ese entonces otro represor vecino de Ciudad Jardín, el mismo barrio de su madre, Fernando Verplaetsen, el sucesor de Ramón Camps en la jefatura de la policía bonaerense durante la dictadura cívico militar.
La mención a las embarazadas y el involucramiento de Nito en sus “paseos” puede no ser casual: Arráez tiene tres hijas, de 47, 46 y 33. Las dos primeras nacieron en 1977 y 1978, mientras su padre secuestraba, torturaba y paseaba a las embarazadas que parieron los hijos que hoy buscan las Abuelas de Plaza de Mayo.
Vanina, la mayor, es médica del PAMI y está a cargo del tema Salud en la fundación Oíd Mortales, que preside Villarruel. Comparte en su cuenta de Youtube un video donde muestra la presunta situación de salud precaria que tienen los represores detenidos en Ezeiza. Nito cita a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y a los derechos que le asisten en esa materia a sus familiares que están “privados de tenerlo con ellos”, aunque tiene sus visitas normales y sus salidas permitidas como en este caso.
La Fundación de la vicepresidenta es el nuevo nombre de la Fundación Tridentina por los Valores Clásicos, creada por Gustavo Gorbi, un exagente de inteligencia que durante la dictadura fue el responsable de la sección Religión de la SIDE, y funciona como una continuidad del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), a través del cual Villarruel impulsó la búsqueda de impunidad para los responsables de la represión.
Nito es un católico a ultranza. Y remarca como sus valores a “Dios, la patria y el hogar”. Estas fundaciones, ultra religiosas, tienen que ver con él en ese sentido, no sólo por la participación de su hija. Los testimonios de las secuestradas coinciden en que Arráez tenía y tiene un exagerado apego al culto católico. Tan importante es para él que se ocupó de montar una suerte de capilla en el interior del centro clandestino, donde colocó la imagen de una Virgen y un cartel allí que decía: “Olimpo, el lugar de los dioses”. «
El 28 de septiembre hubo festejo en la casa de Doña Irma por su cumpleaños 101. Ese día la salida se excedió y duró casi cinco horas. Además de su hijo, asistieron nietas y bisnietas y hasta una auxiliar del SPF más, tres en total, para presuntamente ayudar en las tareas de la fiesta. Esa mujer, que se agregó a los dos oficiales habitualmente encargados de acompañar y vigilar a Arráez, permaneció en la casa mientras sus compañeros esperaban afuera con el motor del móvil encendido para que funcione el aire acondicionado de la unidad. Hacía calor. Doña Irma se encuentra semipostrada, pero hasta no hace mucho, cuando aún caminaba, salía a hacer las compras con su changuito. Muy charlatana, esta ex docente que dejó su trabajo para cuidar a sus hijos, solía conversar largamente con los vecinos pero cuando le preguntaban por Nito casi que enmudecía. Pese a que admitía el encierro en la cárcel, evitaba dar más detalles al respecto y apenas decía: «Le hicieron una cama, él no hizo nada».
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