Con las condenas de entre 12 y 25 años para los militares de la «asociación ilícita Plan Cóndor ya impuestas por el Tribunal Oral Federal 1, el paraguayo Federico Tatter espera con ansiedad los fundamentos del fallo que se conocerán el 9 de agosto. Es que allí espera encontrarse con las claves que permitan precisar desde la justicia argentina el accionar genocida del operativo militar que involucró fuerzas de los países de la región. Estoy conforme, porque está probado en juicio la asociación ilícita que fue la Operación Cóndor. Fue probado con el instrumento que existe en esta jurisdicción. Estoy conforme, aunque también es verdad que me hubieran gustado cifras más altas (en las penas), explica.
Tatter es hijo de Federico Jorge Chopelí Tatter Morínigo, un ex militar paraguayo secuestrado en octubre de 1976 en la ciudad de Buenos Aires, donde estaba exiliado con su familia. Cuando en Paraguay se abrió la Comisión por la Verdad y la Justicia, fue uno de convocados para investigar la dictadura de Stroessner y es uno de los que más conoce el Archivo del Terror de Paraguay. Lo que trabajamos en la comisión hoy es prueba en este juicio. Ergo, no sirvió donde esperábamos pero sirvió ahora, y la esperanza es que sirva hacia adelante, explicó.
-La sentencia es un paso fundamental ¿Qué sigue ahora?
-Esperamos que esta causa tan larga y compleja, como fue la Operación Cóndor, tenga fundamentos sólidos. Más allá de las penas hay un interés primario en la fortaleza de esas penas a los pocos imputados que quedan, pero sobre todo yo tengo una expectativa con respecto a la fundamentación de la existencia de sistemas, de proyectos terroristas de Estado sistemáticos y trasnacionales por la razón de que con posterioridad al Cóndor pudieron existir otro tipo de asociaciones ilícitas para perseguir ciudadanos en forma ilegal en nuestro continente. En lo que yo estoy muy interesado es en las palabras como «lesa humanidad», en el marco de un proyecto «genocida», palabras que califiquen muy precisamente el plan sistemático que significó la operación secreta Cóndor.
-¿Cree que esta sentencia se podría interpretar como un punto de partida hacia justicia universal en nuestra región?
-¿Por qué no? Incluso por qué no hacia una justicia penal regional, que tal vez esté más cercano a nuestro proceso integrador latinoamericano. Los latinoamericanos hoy nos reconocemos más que hermanos, las fronteras casi no existen y también se está avanzando a nivel político, social, y en instancias de coordinación como Mercosur, Unasur, Celac de la posibilidad de contar con un sistema de justicia penal latinoamericano, regional.
-¿Cree que los crímenes del Plan Cóndor son el primer paso en ese camino?
-No podría ser de otra manera: si no se empieza por lo más grave se corre peligro que exista injusticia por lo más suave.
-¿Cómo le parece que esta sentencia va a impactar en los procesos de memoria de la región?
-Espero que los países donde existen fuertes políticas de memoria ayuden a fortalecerlos y donde no existen ayuden a germinarlos. Lo que estamos viendo en Paraguay y la región -y también en el mundo- es que esta causa está disparando iniciativas en el ámbito de la investigación académica. Porque hablamos de crímenes complejos y en los que la justicia precisa hoy de historiadores, de cientistas sociales, antropólogos.
-¿Y respecto de la política de Memoria?
-En Paraguay integré un equipo de investigadores de la comisión de Verdad y Justicia. Mi trabajo no era encontrar la verdad de las víctimas sino encontrar los nombres, los grados y las responsabilidades de los bad boys (los represores), todo para prepararlo para la justicia. Para que en algún momento eso pudiéramos acercarlo al ámbito jurisdiccional paraguayo, que hasta el día de hoy ese espacio no existe.