El misterio sobre cómo se produjo la filtración de los chats tiene algunas pistas. Los pases de factura y la pelea por manejar el Ministerio de Seguridad. La sombra de Stiuso.
Esa frase, escrita en el marco de la feroz pelea entre su jefa y Horacio Rodríguez Larreta, apuntaba sobre el pecho del ministro de Seguridad porteño, Marcelo D’Alessandro, con quien ella también tiene cuentas que saldar.
Lo cierto es que ese sujeto amañado y ambicioso posee ensoñaciones de grandeza. Y hasta las verbaliza: “Si en algún momento me toca ser ministro de la Nación, lo primero que hago es disolver la PSA”, le confesó al juez Pablo Yadarola en un chat del grupo de Telegram que integraba con sus compañeros del ya célebre viaje a Lago Escondido (cuatro magistrados, un ex fisgón de la AFI, un experto en campañas digitales, el procurador porteño y, en calidad de anfitriones, dos alfiles del poderoso Héctor Magneto).
Esa escapadita secreta –revelada el 17 de octubre por el diario Página/ 12– terminó siendo para ellos una desgracia. Y la posterior filtración pública del chateo para encubrir el delito de dádivas –reveladas el 4 de diciembre por la revista digital El cohete a la luna y Tiempo-, agravó el asunto.
Pues bien, esto último saltó a la luz al ser hackeado nada menos que el celular de D’Alessandro. Dado el área a su cargo, un papelón.
En defensa de su buen nombre y honor, el abochornado ministro supo reconocer de mala gana la intromisión pirata a su celular, y proclamó: “Otra vez la mafia kirchnerista en su máxima expresión”. Larreta no le fue a la zaga, al decir: “Estamos frente a una nueva operación del kirchnerismo, que recurre a la manipulación de la información y al espionaje”. Palabras más o palabras menos, dicho concepto fue esgrimido por todos los dirigentes de Juntos por el Cambio (JxC) que opinaron al respecto.
Pero ahora parece que las cosas no fueron exactamente así.
Algo de esto fue deslizado luego por la ex interventora oficialista de la AFI, Cristina Caamaño, en declaraciones reproducidas el 13 de diciembre por el diario Ámbito Financiero. “No me queda claro –dijo– si es una interna con D’Alessandro o contra él”. Lo notable es que esa misma creencia es susurrada en los pasillos de JxC, así como lo reconoció a Tiempo un legislador larretista, no sin exigir la reserva de su identidad.
De modo que en el entorno del alcalde porteño le atribuyen el hackeo y la filtración a Bullrich, con la venia del mismísimo Mauricio Macri. Pero sólo puertas adentro, en cumplimiento de la omertá partidaria. Una actitud que es acatada a regañadientes por el propio D’Alessandro. Porque hay reglas que no se rompen, ni siquiera en el ejercicio mutuo de la venganza. Y dicho sea de paso, esta “operación” en particular es interpretada como un “vuelto”.
Hubo un tiempo no lejano en el cual las profusas internas del macrismo se dirimían solamente con declaraciones filosas y chicanas. Pero tras el fallido magnicidio de Cristina Fernández de Kirchner, con el consiguiente desplome político y personal de Milman, la rivalidad corporativa cobró otra intensidad.
Es probable que fuera D’Alessandro el primero en quebrar esos códigos ahora en desuso. De hecho, su animosidad hacia “Jerry” –tal como se lo llama al otrora ladero de “Pato”– es proverbial. Y por una razón de peso: durante buena parte del año, Mauricio y ella ejercieron presiones sobre Larreta con miras a su reemplazo ministerial por Milman. Algo imperdonable.
Entonces vio la oportunidad propicia para exhumar del olvido un paso en falso de su rival, que en su momento careció de trascendencia.
Fue durante una noche de abril cuando ocurrió el escándalo del Peugeot 2008 Sport conducido por una de sus tantas “asesoras”, Luz Lanusse Peralta Ramos, arrestada durante un control vehicular con un registro falso, seguido por la furiosa llegada de Milman a la seccional. Éste tuvo la mala fortuna de que una denuncia suya contra un policía interviniente cayera en la fiscalía de un gran amigo de D’Alessandro, el doctor, César Troncoso, quien desestimó la acusación al uniformado, además de pedir a la Cámara Baja que evaluare el comportamiento de Jerry.
Lo cierto es que el asunto recién tomó estado público el 19 de noviembre pasado por intermedio del ministro de Larreta, mereciendo así un súbito prestigio por sus dotes de “tiempista”.
No era para menos, el automóvil involucrado –cuya titularidad Milman justifico mostrando una tarjeta azul– pertenecía a una metalúrgica proveedora de servicios al Ministerio de Seguridad macrista (lo cual le valió una causa por dádivas), además de emerger ocho facturas que, entre el 8 de agosto de 2020 y el 1ª de octubre de 2022, libró a esa misma empresa por un total de 1.269.000 pesos (lo cual enloda de una manera palmaria a la propia Bullrich).
Pero la de D’Alessandro fue una victoria pírrica: dos semanas después le explotó en la cara el hackeo de los chats del Lago Escondido.
No es exagerado decir que, desde entonces, en el pasillo más picante del edificio de Comodoro Py flota un aire denso y pegajoso. Allí, entre los jueces que disfrutaron de aquel memorable retiro espiritual, flotan dudas, sospechas y una conjetura inquietante acerca del hacedor material de la maniobra.
¿Acaso “Leo” se habría ido de boca?, es una de las preguntas que los desvela. Leo es el ex titular de Legales de la AFI, Leonardo Bergroth, uno de los viajeros. Ellos saben que es un confidente del vidrioso Lucas Nejamkis.
No está de más reparar en ese individuo. Se trata de un ex operador de prensa, reciclado en traficante de influencias, al que en los últimos tiempos se lo vio junto al célebre Antonio Stiuso en carácter de secretario privado.
Hay quienes creen que en él puede estar la respuesta a este misterio. «
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Son tan desprolijos porque gozan de IMPUNIDAD
Sumándole a lo que plantea la nota, una hipótesis similar (aunque formulada de manera muy general) fue expresada por Carlos Pagni en su programa de TV, creo que el lunes siguiente al domingo en el que estalló el escándalo. Recuerdo que dijo podría ser una disputa por el control del futuro ministerio de seguridad en un próximo gobierno de JxC; también deslizó que podría no ser un hackeo y tratarse de una filtración, preguntándose por el papel de Bergroth. Supongo que Pagni tiene muy buena información al respecto.