Se instala en el recuerdo como el aniversario en el que más hay que luchar para defender las causas populares.
Pero, fundamentalmente, en este caso la convocatoria tuvo otros ingredientes especiales. Hay algo fuerte que ocurrió durante toda la semana, que este 17 cerró como un broche brilloso. Hasta Mauricio Macri, hablando de que este era el último gobierno populista, haciendo alusión al carácter peronista del gobierno de Alberto Fernández, incitó a la que la gente tuviese un motivo extra para encarar una acción muy entonada, con mucho entusiasmo, con mucho sentimiento peronista. Esto se reactivó en la primavera de este 17, como quizás hace algunos años que no se producía. Claramente se relaciona con los ataques que el gobierno peronista está padeciendo. Se trata de una operatoria orquestada por los mismos enemigos de siempre: la oligarquía y sus serviles personeros de toda clase. Su accionar suele convertirse en un viento arrasador de todos esos valores, como los que el pueblo votó en las últimas elecciones.
Desde la derecha se llevan todo por delante, sin miramientos. Hay un sentido de impunidad, una facilidad para mentir, una gravedad tan enorme en las acusaciones que profieren a diestra y siniestra, que espontáneamente se convirtió en un nuevo acicate que se manifestó en la extraordinaria convocatoria de ayer.
Porque está claro que en una nueva ocasión, por estos tiempos se registra esa agresión al peronismo que reaparece cuando ejerce el gobierno y pone en funcionamiento políticas inclusivas y de redistribución a favor de las clases más populares. Siempre ha sido así. La amenaza está referida a una lucha de clase, de ideologías y de intereses. Los intereses que se ponen en entredicho son muy sencillos: cuando gobierna un gobierno peronista la renta se reparte al 50 y 50. Siempre se consigue eso. Pasó en los años ‘50 con el primer gobierno de Juan Perón, sucedió también en los ‘70. Y volvió a percibirse desde 2003 cuando llegó el kirchnerismo al gobierno. Cuando gobierna el peronismo hay una disputa seria con quienes, no estando el peronismo en el poder, se quedaron siempre con 70 por ciento o más de los bienes generados por la Argentina. En el ’30, en el ’56, en el ’78, en los ’90, durante en el macrismo. Así siempre.
La justificación está en la tapa de un libro no escrito sobre por qué “al peronismo hay que matarlo a como dé lugar…”. Es ideología porque la esencia del peronismo está íntimamente vinculada con lo que llamamos «pueblo» frente a las élites dominantes. Ahí se da la lucha de clases: los ricos, la clase social más alta, contra los trabajadores. A esa gente quieren seguir sacándole un poco más y más cada vez, siempre para que tengan mucho más los poderosos.
De ahí que desde que finalizó el gobierno neoliberal de Mauricio Macri, el avance sobre el gobierno peronista ha sido por aire, mar y tierra. Han bombardeado de mentiras y de fake news, han llenado el horizonte de acusaciones y de absurdos jurídicos que no tienen ni pies ni cabeza, que no resisten el menor análisis y que son violentos para la inteligencia más modesta. En esta semana los ataques fueron del fiscal Stornelli, de la Corte Suprema, de los jueces Bruglia y Bertuzzi, en lo que respecta a la Justicia. Pero en coordinación con ello, hay una desmesurada capacidad para tergiversar la realidad de parte de Clarín y La Nación, junto con sus acólitos. Y de una virulencia política sin límites, sin vergüenza y sin argumentos que no sean los más viles, de parte de lo Macri, lo Bullrich, lo Pichetto, y del resto de la derecha argentina.
Da la sensación de que este 17 de Octubre de los 75 años desde aquella jornada de las patas en la fuente, se instala en el recuerdo como el aniversario en el que más hay que luchar para defender las causas populares, porque lo demostrado por el impune establishment que se corresponde con lo que llamamos el poder real, en ocasiones mete miedo. Y hay que tener mucha energía desde el gobierno peronista, desde las barricadas que habitualmente conforman las bases del peronismo, y también desde muchos sectores del periodismo. Y tener conciencia de que la lucha es como cuando se salía a jugar a la esquina con los amigos del barrio: es por todas las bolitas.
Todas las bolitas son los poderes en juego y los equipos, el pueblo de un lado y del otro, la élite. La indiferencia, el dejarse estar, el no prestar enorme atención a las bajas jugarretas de ellos, son pésimos consejeros.
Por eso, el vibrante día de ayer, que tuvo perfume peronista en las calles y tuvo dimensión ideológica peronista en las redes y esa imaginaria plaza virtual, a la que «asistió» una cifra alucinante de personas, tiene una gravitación política que excede lo que normalmente es un festejo. La lucha es muy dura para los próximos tiempos y este 17 de Octubre puede haber sido un trampolín para recordarle a la derecha que la calle y la Plaza siguen siendo del pueblo y no de las élites, por más que intenten mil convocatorias, por más que la pantalla dividida de los medios de la derecha haga parecer que son muchos más que los que verdaderamente son. La verdad estuvo en las calles y en la Plaza virtual del peronismo.Más allá de lo que fue la Plaza virtual, como la marcha de quienes eligieron salir a la calle, el éxito de las dos convocatorias confirmó a la jornada, como un día peronista muy especial. Y no solo porque era una de esas fechas que siempre motivan una mayor concentración. Los 75 años, como los 50, o como los cien, son siempre más convocantes que años que no cierran con la forma de un lustro. Como para sumarse a la celebración el clima aportó un inesperado aguacero, pero finalmente terminó primando el sol.
Pero, fundamentalmente, en este caso la convocatoria tuvo otros ingredientes especiales. Hay algo fuerte que ocurrió durante toda la semana, que este 17 cerró como un broche brilloso. Hasta Mauricio Macri, hablando de que este era el último gobierno populista, haciendo alusión al carácter peronista del gobierno de Alberto Fernández, incitó a la que la gente tuviese un motivo extra para encarar una acción muy entonada, con mucho entusiasmo, con mu-cho sentimiento peronista. Esto se reactivó en la primavera de este 17, como quizás hace algunos años que no se producía. Claramente se relaciona con los ataques que el gobierno peronista está padeciendo. Se trata de una operatoria orquestada por los mismos enemigos de siempre: la oligarquía y sus serviles personeros de toda clase. Su accionar suele convertir-se en un viento arrasador de todos esos valores, como los que el pueblo votó en las últimas elecciones.
Desde la derecha se llevan todo por delante, sin miramientos. Hay un sentido de impunidad, una facilidad para mentir, una gravedad tan enorme en las acusaciones que profieren a diestra y siniestra, que espontáneamente se convirtió en un nuevo acicate que se manifestó en la extraordinaria convocatoria de ayer.
Porque está claro que en una nueva ocasión, por estos tiempos se registra esa agresión al peronismo que reaparece cuando ejerce el gobierno y pone en funcionamiento políticas inclusivas y de redistribución a favor de las clases más populares. Siempre ha sido así. La amenaza está referida a una lucha de clase, de ideologías y de intereses. Los intereses que se ponen en entredicho son muy sencillos: cuando gobierna un gobierno peronista la renta se reparte al 50 y 50. Siempre se consigue eso. Pasó en los años ‘50 con el primer gobierno de Juan Perón, sucedió también en los ‘70. Y volvió a percibirse desde 2003 cuando llegó el kirchnerismo al gobierno. Cuando gobierna el peronismo hay una disputa seria con quienes, no estando el peronismo en el poder, se quedaron siempre con 70 por ciento o más de los bienes generados por la Argentina. En el ’30, en el ’56, en el ’78, en los ’90, durante en el macrismo. Así siempre.
La justificación está en la tapa de un libro no escrito sobre por qué “al peronismo hay que matarlo a como dé lugar…”. Es ideología porque la esencia del peronismo está íntimamente vinculada con lo que llamamos «pueblo» frente a las élites dominantes. Ahí se da la lucha de clases: los ricos, la clase social más alta, contra los trabajadores. A esa gente quieren seguir sacándole un poco más y más cada vez, siempre para que tengan mucho más los poderosos.
De ahí que desde que finalizó el gobierno neoliberal de Mauricio Macri, el avance sobre el gobierno peronista ha sido por aire, mar y tierra. Han bombardeado de mentiras y de fake news, han llenado el horizonte de acusaciones y de absurdos jurídicos que no tienen ni pies ni cabeza, que no resisten el menor análisis y que son violentos para la inteligencia más modesta. En esta semana los ataques fueron del fiscal Stornelli, de la Corte Suprema, de los jueces Bruglia y Bertuzzi, en lo que respecta a la Justicia. Pero en coordinación con ello, hay una desmesurada capacidad para tergiversar la realidad de parte de Clarín y La Nación, junto con sus acólitos. Y de una virulencia política sin límites, sin vergüenza y sin argumentos que no sean los más viles, de parte de lo Macri, lo Bullrich, lo Pichetto, y del resto de la derecha argentina.
Da la sensación de que este 17 de Octubre de los 75 años desde aquella jornada de las patas en la fuente, se instala en el recuerdo como el aniversario en el que más hay que luchar para defender las causas populares, porque lo demostrado por el impune establishment que se corresponde con lo que llamamos el poder real, en ocasiones mete miedo. Y hay que tener mucha energía desde el gobierno peronista, desde las barricadas que habitualmente conforman las bases del peronismo, y también desde muchos sectores del periodismo. Y tener conciencia de que la lucha es como cuando se salía a jugar a la esquina con los amigos del barrio: es por todas las bolitas.
Todas las bolitas son los poderes en juego y los equipos, el pueblo de un lado y del otro, la élite. La indiferencia, el dejarse estar, el no prestar enorme atención a las bajas jugarretas de ellos, son pésimos consejeros.
Por eso, el vibrante día de ayer, que tuvo perfume peronista en las calles y tuvo dimensión ideológica peronista en la Plaza virtual, a la que asistió una cifra alucinante de personas, tiene una gravitación política que excede lo que normalmente es un festejo. La lucha es muy dura para los próximos tiempos y este 17 de Octubre puede haber sido un trampolín para recordarle a la derecha que la calle y la Plaza siguen siendo del pueblo y no de las élites, por más que intenten mil convocatorias, por más que la pantalla dividida de los medios de la derecha haga parecer que son muchos más que los que verdaderamente son.
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