Los 13 paros generales al Gobierno de Raúl Alfonsín todavía sobrevuelan los salones del edificio de Azopardo al 800. El injusto estigma de aquella lucha que encabezó Saúl Ubaldini aún pesa en las espaldas de los dirigentes de la CGT.
Por eso, ante el creciente descontento de la clase trabajadora con el Gobierno que encabeza Mauricio Macri, la CGT, por ahora, prefiere no echarle más nafta al fuego, parar la pelota y levantar la cabeza.
El síndrome Alfonsín, se puso de manifiesto en la última reunión de mesa chica de la CGT. Al término del encuentro que se llevó a cabo a medidos de esta semana en la sede de UPCN los voceros salieron a marcar su nueva posición: Hay más incertidumbre que certeza para avanzar con un paro nacional, porque aún no está resuelto el problema económico y existe temor de que una protesta coloque al gobierno en una complicada situación.
La mirada de que un paro General puede colocar al Gobierno en una situación complicada coincide con la decisión de volver a avanzar en una ronda de dialogo y diagnóstico.
Desde la CGT, fuera de micrófono, explican que ante una coyuntura complicada con la que atraviesa el país la realización de un paro general no depende exclusivamente de la CGT. Antes de decretar un paro general vamos a buscar hablar con otros actores de la sociedad: Legisladores, la Iglesia, los Movimientos Sociales, los empresarios y los Gobernadores, aclaran.
En el edificio de la calle Azopardo, si bien hay dudas sobre el proceso de renovación de autoridades que tiene fecha el 22 de agosto y sobre la posibilidad de convocar a un paro general, lo que los dirigentes tienen en claro es que vienen tiempos de confrontación y que la CGT se pondrá, tarde o temprano, a la cabeza de la lucha.