La tan temida palabra default ya empezó a ser parte de los análisis y debates económicos y políticos. “No hay ninguna posibilidad de una mega crisis. No hay posibilidad de default”, sentenció la semana pasada el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, por el canal América. “Técnicamente ya se está en default. Se está pagando deuda con más deuda. No se la está cancelando con dólares genuinos”, opinó el viernes el diputado renovador José Ignacio de Mendiguren, en una visita a Mar del Plata. «Faltan unos siete u ocho mil millones (de dólares), pero estos son números por los que nadie va al default», afirmó Carlos Melconian, ex presidente del Banco Nación.
Las dudas sobre la capacidad del gobierno argentino para cumplir con el pago de las deudas, sobre todo de la enorme cantidad de compromisos que asumió en los últimos dos años y medio, crecieron a partir de las dificultades para encontrar financiamiento en los mercados y las elevadas exigencias del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. La caída en la cotización de los bonos argentinos, que llegaron a dar intereses de 11% en el mercado secundario; el alza del riesgo país, que la semana pasada tocó los 748 puntos; y el derrumbe de las acciones de las empresas que cotizan en la Bolsa de Nueva York en las últimas semanas son algunos síntomas de la aversión que tienen en este momento los mercados a invertir en activos argentinos.
A ello se suman las peripecias para evitar que el dólar se escape, que incluyen cambios de tácticas sobre la marcha (de prescindir de las subastas diarias de divisas a realizar cuatro en un día, como ocurrió la semana pasada) y la caída de reservas del Banco Central. Y como si fuera poco, las señales de una recesión que ya se está sintiendo y sobre cuya intensidad y duración nadie arriesga un pronóstico certero.
La necesidad de evitar que el clima adverso se extienda forzó un viaje relámpago a Estados Unidos de una misión comandada por el vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, que no terminó de despejar las inquietudes entre los banqueros y hombres de negocios que lo escucharon.
Reuniones
Lo que sucedió durante la visita de Quintana a Nueva York entre el martes y el viernes pasado fue mantenido en secreto por el gobierno. Los trascendidos dicen que el peso de las exposiciones (que fueron varias en apenas 72 horas) ante banqueros y representantes de fondos de inversión lo llevaron sus acompañantes Santiago Bausili, secretario de Hacienda, y Gustavo Cañonero, vicepresidente del Banco Central. En líneas generales, lo que ambos funcionarios repitieron una y otra vez es que con U$S 7.500 millones quedarán cubiertas las necesidades financieras del país para 2019, teniendo en cuenta los aportes trimestrales previstos en el acuerdo con el FMI.
El escenario que trazaron los funcionarios argentinos incluye la renovación total de las Letes emitidas en los últimos meses. Pero los antecedentes no les juegan a favor. En la última licitación de esos títulos, por ejemplo, sólo se renovó el 54% de los vencimientos, una cifra muy inferior al 75% que el FMI estimaba como un escenario adverso. En el semestre septiembre-febrero las Letes a vencer suman más de U$S 11 mil millones.
Hay dos elementos centrales en la gestión económica de Cambiemos que contribuyeron a poner la situación financiera del país en apuros. Una, la constante emisión de bonos como único recurso para paliar el déficit, que llevó la deuda pública de U$S 240 mil millones en diciembre de 2015 a cerca de U$S 360 mil millones en la actualidad. Y la segunda, que la mayoría de esos títulos están expresados en dólares. De esa manera, con la devaluación de los últimos meses y la desvalorización de la producción de nuestro país en términos de divisas, la deuda pasó del 59% al 87% del PBI.
Si la situación se complicara, según el portal i-profesional.com,habría un plan alternativo: un pedido al Fondo Monetario para apurar el desembolso de los tramos que deben ser girados a lo largo del año que viene. Son cuotas trimestrales de U$S 2.900 millones cuya habilitación está sujeta al cumplimiento de estrictas metas en materia de inflación, déficit fiscal y piso mínimo de reservas internacionales. Para adelantar la disponibilidad, tendría que haber una modificación explícita del acuerdo firmado. En el gobierno confían en que puedan lograrlo. Como antecedente, ya consiguieron que el organismo habilitara el uso de reservas para empezar a rescatar Lebac, algo que no estaba contemplado en el convenio que se firmó hace dos meses y que ya está quedando viejo para la dinámica de la crisis.