«El poder en la Argentina quiere un peronismo light»

Por: Martín Piqué

El secretario general de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, se refirió a su apoyo a la candidatura de Cristina y señaló que el kirchnerismo “es la mejor expresión del peronismo en el siglo XXI”.

El secretario general de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, asumió un riesgo en las últimas semanas. Un riesgo que tomó también, colectivamente, la central sindical que él encabeza: la CTA de la calle Piedras se pronunció por la candidatura a senadora nacional de Cristina Fernández. Lo hizo a través de un afiche con una foto de la ex mandataria y una consigna contundente, fácil de entender: “Es Cristina”. Los carteles ya se pueden ver en las calles; la misma imagen recorre las redes sociales a través de un flyer con ese mensaje.

¿Por qué Yasky decidió tomar partido por la postulación de CFK cuando persistía cierta incertidumbre sobre cómo definiría el campo nacional y popular su organización electoral? El gremialista de origen docente lo explica en esta entrevista con Tiempo. “El poder en la Argentina quiere un peronismo eunuco, quiere un peronismo light, quiere un peronismo que acepte la condición de partenaire de los grupos económicos que dominan este país”, advierte.
Yasky estuvo conversando con CFK en el último tiempo. Incluso se reunió con ella la semana pasada. Dice que siente “una gran tranquilidad” al comprobar que Cristina tiene un diagnóstico y un análisis similar al de la CTA sobre la actualidad del país. También insinúa que la dirigencia política del kirchnerismo está poniendo en marcha un proceso de reacercamiento con el sindicalismo tras algunos cortocircuitos del pasado.

“Los grupos económicos le exigen al peronismo que, si quiere ser parte de la alternancia, pague un peaje. ¿Cuál? Vaciar de la esencia de transformación al peronismo, entregar las banderas. Pero fueron justamente esas banderas las que hicieron que fuéramos capaces de confrontar con la Sociedad Rural, que fuéramos capaces de confrontar con los fondos buitres. Que pudiéramos levantar un Estado que generara distribución de la riqueza, tener paritarias libres. Generar empleo en un mundo que destruía el empleo. El peaje que exigía el poder económico para poder ser parte era destruir al kirchnerismo. Diluirlo. Y en el centro de todos esos embates hay una, y es Cristina”, subraya Yasky.

-¿Por qué su pronunciamiento personal por una candidatura de Cristina, incluso hace un tiempo, cuando todavía había cierta incertidumbre sobre si iba o no a postularse?

-Porque estamos convencidos de que, más allá de lo que digan algunos, los que intentan generar la apariencia de que para el gobierno la mejor candidatura es la de Cristina, y más allá de lo que escriben los editoriales de los domingos en los medios hegemónicos, que terminan siendo tediosos porque hace un año y medio que siguen escribiendo como si el gobierno todavía estuviese Cristina Kirchner y no Mauricio Macri, la candidatura de Cristina es necesaria. Y porque está claro que, si hay algo que ordena al campo popular, si hay algo que abre una luz de esperanza en las luchas de resistencia social, que van a seguir creciendo, pero que necesitan expresarse, encarnarse desde una propuesta política, la única posibilidad de hacerlo es con la candidatura de Cristina. Nosotros vimos que estaba en acción una especie de iniciativa para tratar de dar por supuesto que Cristina no iba a ser candidata. Hubo varios dirigentes que promovieron esa hipótesis. A uno de los que vi decirlo, con absoluta soberbia incluso, podríamos decir, porque la realidad hoy demuestra otra cosa, fue el Chino Navarro. Él decía, con seguridad: “Cristina Kirchner no va a ser candidata”. Lo daba por hecho. Y yo creo que eso era funcional al intento de diluir al kirchnerismo. Porque el poder en la Argentina quiere un peronismo eunuco, quiere un peronismo light, quiere un peronismo que acepte la condición de partenaire de los grupos económicos que dominan este país, para tener derecho a ser parte de la alternancia. Los grupos económicos le exigen al peronismo que, si quiere ser parte de la alternancia, pague un peaje. ¿Cuál? Vaciar de la esencia de transformación al peronismo, entregar las banderas. Pero fueron justamente esas banderas las que hicieron que fuéramos capaces de confrontar con la Sociedad Rural, que fuéramos capaces de confrontar con los fondos buitres. Que pudiéramos levantar un Estado que generara distribución de la riqueza, tener paritarias libres. Generar empleo en un mundo que destruía el empleo. El peaje que exigía el poder económico para poder ser parte era destruir al kirchnerismo. Diluirlo. Y en el centro de todos esos embates hay una, y es Cristina. Nosotros sabíamos que ellos iban a apuntar contra ella, pero al mismo tiempo sentíamos que en los barrios había un mandato, que lo encontramos todos los días en los barrios: “hay que bancarla a Cristina”. Es paradójico que, mientras que la inmensa mayoría de los laburantes, de las trabajadoras y trabajadores de este país, te dicen “Es Cristina”, parecería que los dirigentes sindicales que están arriba estuviesen mirando para otro lado. Por eso entendimos que era impostergable definir esa expresión en una síntesis con muy poquitas palabras: “Para nosotros, es ella”. Y cuando dijimos “nosotros” no es apenas la conducción de la CTA. Ni es el conjunto de los compañeros de la CTA. Es la inmensa mayoría de la clase trabajadora.

-¿Qué es lo que está en juego en esta elección legislativa?

-Yo creo que lo que está en juego lo formuló con mucha lucidez la propia Cristina. Está en juego la posibilidad de que este ajuste, que está produciendo exclusión social, hambre, que nos está empujando a un enorme retroceso en términos de lo que había sido la generación de empleo –las cifras que se conocieron esta semana ya hablan de casi un 20% entre desocupados y sub-ocupados-, tenga un límite. Cristina ya lo dijo claramente: a esto se le pone un límite si somos capaces de construir una propuesta electoral creíble, que exprese las demandas de los distintos sectores de la sociedad, y fundamentalmente haciendo centro en los sectores del trabajo, en los sectores populares. Creo que la primera decisión que le da sentido y que ordena todo esto es la decisión de Cristina de encabezar la fórmula. Es una decisión difícil. Porque va a ser una pelea dura. Porque nos van a tirar con todo. Porque este gobierno tiene el apoyo de los grandes grupos empresarios. Tiene el apoyo de los grandes grupos mediáticos. Y tiene, también, un poder de fuego tremendo en términos de permanente hostigamiento y de una acción para dañar a las figuras que sintetizan, de algún modo, las demandas populares. Esto lo vimos con (Roberto) Baradel, ahora lo estamos viendo con Héctor Recalde, ni qué hablar con Cristina. Enfrentamos ese tremendo poder. Y tenemos enfrente una matriz nueva de la dominación en América Latina.

-Un argumento que circula por estos días como un ariete de un lado y del otro, es quién es el que está siendo funcional a Cambiemos. ¿Qué es lo funcional al macrismo y al neoliberalismo?

-Yo creo que lo que está claro, porque hay que ver lo que hace el poder que nosotros tenemos enfrente, es que si algo le ha permitido, le ha dado margen de maniobra para las políticas antipopulares, para el ajuste, para los avances en todos los terrenos que signifiquen algo de valor a defender por el pueblo, es la división. Este gobierno ha desarrollado con maestría la capacidad de dividir al campo popular. Como la división que se generó cuando, por ejemplo, quienes al poco tiempo de asumir con el mandato del voto popular para el Frente para la Victoria terminaron desgajándose, desgajando el bloque, y empezando a convertirse en una minoría funcional – objetivamente por lo que votaron y por lo que hicieron- a las políticas del gobierno. Yo creo que está claro que nosotros tenemos que construir una candidatura y una propuesta electoral que, como plantea Cristina con absoluta lucidez, implique un compromiso con el voto. Ya no podemos poner las manos en el fuego por nadie. Por nadie. Lo que tenemos que hacer son 15 puntos programáticos. Quizá, nosotros, desde el movimiento sindical podemos agregar algo a esos 15 puntos alguno más…

-¿Como cuál?

-Por ejemplo, se lo planteábamos el otro día a Cristina también, que se establezca una auditoría social para la rendición de cuentas con el voto popular. Vos asumís con un compromiso de 15 puntos, bueno, tiene que haber espacio para que las centrales de trabajadores, para que los movimientos sociales, para que las organizaciones que representan a los abogados laboralistas, a la defensa del consumidor, las Multisectoriales contra el tarifazo, la defensa de las conquistas del área previsional, todos estos cuerpos orgánicos de la sociedad podamos reunirnos en determinada coyuntura anual y establecer una especie de audiencia pública donde quienes fueron ungidos por el voto popular rindan cuentas. ¡Se acabó la idea de que yo me llevo el voto, en el camino me doy vuelta y si te he visto no me acuerdo! Tiene que haber una correspondencia. Un contrato que se firma pero es un contrato con rendición de cuentas.

-¿Y Cristina qué dijo? ¿Le pareció una buena idea?

-Sí, le pareció una buena idea. Y sobre todo planteada desde las organizaciones populares y sociales.

-¿Cristina está revisando alguna mirada que puede haber generado distanciamientos que no fueron convenientes entre el sindicalismo y la dirigencia política del kirchnerismo?

-Yo creo en líneas generales que sí. Porque si hay algo que la caracteriza es lo contrario de esa imagen que tratan de pintar de ella: Cristina es una persona que es perceptiva y receptiva. A mí me consta. Después, yo creo que, evidentemente, en el terreno de las tensiones que se generan entre una central de trabajadores y alguien que gobierna, hay responsabilidades de las dos partes. Desde ya un gobierno, por más popular que sea, no deja de ser un gobierno. Y no deja de ser un gobierno para los 45 millones de habitantes, aunque tenga una orientación. Así como el gobierno de Macri claramente su orientación es para los ricos, los gobiernos de Cristina y de Néstor fueron gobiernos populares. Por eso les endilgaban despectivamente el mote de ‘populismos’. Y, claro, las tensiones son siempre de ida y vuelta. Hoy la realidad demuestra que haber tenido tensiones con algunos dirigentes sindicales, que claramente se cruzaron de vereda y se pusieron al amparo de un gobierno de derecha, de un gobierno que responde a los mandatos de los grupos económicos más concentrados y poderosos de este país, refleja que no había síntesis posible. Las tensiones, en ese sentido, eran tensiones necesarias.

-¿Y hacia adelante? En algún artículo analítico sobre los próximos tiempos se aseguraba que el kirchnerismo, a la hora de pensar en los protagonistas de la etapa que viene, entendió que los dirigentes sindicales, los delegados de base, deben tener un protagonismo mayor en la coalición política.

-Yo creo que el kirchnerismo es la mejor expresión del peronismo en el siglo XXI. Y no puede haber peronismo sin relación de ida y vuelta muy fuerte con las organizaciones que expresan a los trabajadores. Y particularmente con el movimiento sindical. Está claro que si hay una obsesión que tiene el macrismo es retornarnos al año 1943, antes de que existieran las leyes que protegían al trabajador, y todo el entramado político que generó el peronismo. Porque es eso, justamente, lo que tratan de desmontar. Y van a hacer lo imposible para lograrlo. Por eso es tan importante que ganemos en octubre. Porque está en juego eso. Y es claro, por lo tanto, que la relación con el movimiento obrero, con el movimiento sindical, tiene que ser muy fuerte. Hoy hay además otros protagonistas, que son los movimientos sociales: porque hoy tenemos a casi la mitad de los trabajadores que ya no tienen sindicato, que no tienen representación, y a muchos de ellos los representan los movimientos sociales. Creo que hay que reformular eso. Por otro lado, uno lee la nómina de la mayoría de los dirigentes sindicales de la CGT y la mayoría de ellos aparecen enrolados con Randazzo o con Massa… Ahora, esa aparente contradicción, deja de serlo cuando uno se mete en las regionales de la CGT: allí, la inmensa mayoría de los dirigentes, son kirchneristas. La inmensa mayoría de los dirigentes de las regionales de la CGT dice: “acá nos representa Cristina”. Y yo creo que hay que ir a buscar eso. Hay que ir a buscar un nuevo eje de construcción de la unidad del movimiento obrero a partir del rasgo identitario que nos define como clase, y en eso el kirchnerismo está muy fuerte.

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